REVISTA DE ARAGON. 95 vino; algo infinito, sobrehumano, conmovedor, celestial... m, '■ . -,r;.yA-'V : v - : ;:,r. ■ ^ —¿Todo esto brota... del violin de Sarasate? — Más: la inmortalidad de un génio. Una niña de quince primaveras; de rostro de ángel, hechicera cual la sonrisa de un niño; de aéreos y luminosos cabellos; de pupilas azules, más claras que los horizontes de España, más hermosas, más ideales que las creaciones de Murillo, decia al entreabrir unos lábios sonrosados como los sueños del primer amor: — He perdido una ilusión: no hay rosa sin espinas, no hay firmamento sin nubes, y la espina, la nube de Sarasate está en... las melenas. ¡Seria deplorable que se pusieran... de moda! ¡Si, á lo ménos, volviese el chamhergo! España, la católica España, no olvida sus venerandas tradiciones, y acude humilde á prosternarse á las plantas de Nuestra Señora del Pilar, palma gloriosa que se eleva sobre la ciudad de los héroes, de los sábios y de los mártires. Zaragoza, la ciudad del heroísmo y la nobleza, abre sus brazos y brinda con franca y generosa hospitalidad. Pero no se aterren nuestros amables huéspedes si, al dignarse pasar por esta Crónica los ojos, se hallan con un nombre diabólico, Cojuelo es un pobre diablo que òendice... á los peregrinos. Y á l&s peregrinas. ¡Amenísima velada, noche deliciosa, alegre cual una esperanza; breve como el placer de los mortales! Los señores de Benedicto, con la exquisita cortesanía que les distingue, con esa suprema amabilidad innata en las personas de distinción, se dignaron abrirnos, no há muchas noches, las puertas de un Edén, de una mansión encantada. El génio de la poesía, el hada de la belleza, la mágia de las inspiraciones nos aguardaban allí. Concepción Jimeno de Flaquer es una gloria aragonesa. Los extranjeros lo afirman: ¿podremos negarlo nosotros? Reciba la inspirada escritora este pobre homenaje que arroja á sus piés uno de sus más humildes admiradores. ¿Sabéis quién resplandece en la memoria, O deja en la región del pensamiento. Como el astro que cruza el firmamento. Una estela magnífica de gloria. Un rasgo de pasión y sentimiento? ¿Sabéis quién arde y brillador penetra Hasta el fondo del alma más sombría? ¿Quién esparce un raudal de melodía Y lleva palpitando en cada letra Un cielo de ilusión y poesía? ¿Sabéis quién deja luminosas galas Que no fulguran en verjel terreno? ¿Quién deja el oro que en azul sereno Desprende el ángel al batir las alas?... Un nombre, un mundo: Goncepcion Jimeno, Cojuelo. EL ESTUDIO. El estudio es tan necesario á nuestra alma, como el aseo á nuestro cuerpo. El estudio es el agua lustral que purifica nuestro espíritu. Todos debemos poseer la coquetería de la inteligencia, que consiste en la cultura de ésta. Sin la gimnasia intelectual, nuestra alma permanecería árida y anémica. La mujer tiene obligación de instruirse, como la tiene de pensar. Algunos han supuesto que la inteligencia de la mujer era inferior á la del hombre; pero este argumento que han querido emplear para convencerla de que no debe ilustrarse, es completamente falso. Siendo la inteligencia de la mujer más escasa que la def hombre, es preciso cultivarla con mayor esmero; del mismo modo que trataríamos de fortalecer el miembro más débil de nuestro cuerpo, 6 de sanar la fibra más enferma. Un niño canijo y enclenque necesita mayores cuidados que un niño robusto. Dejar á la mujer sin instrucción es convertirla en autómata, en sonámbula, en sér inconsciente j ciego. Es reducirla á la más baja esfera en la gerarquía del pensamiento. La ilustración eleva, ennoblece y moraliza; si no queréis elevar, ennoblecer y moralizar á la mujer, tanto peor para vosotros. La mujer puede tener un libro en la mano, sin separarse de la cuna de su hijo. ¿Teméis que la mujer se envanezca al verse ilusr trada y se convierta en pedante y ridicula ergotista? Hay un remedio para evitar este mal: generalizar la instrucción. El dia que todas las españolas sean ilustradas, ninguna hará estúpido alarde de su ilustración, como ninguna se vanagloria hoy de conocer el alfabeto. De todos modos, siempre será más soportable la vanidad que se funde en poseer vastos conocimientos, que la que se funde en poseer un carruaje ó un riquísimo vestido. Si la mujer no cifra su orgullo en estudiar y aprender, lo cifrará en hacerse con habilidad la toülete. Para emancipar á la mujer del ócio intelectual, que tan formidables males origina, tenéis que instruirla muchísimo. Observad lo que dice el ilustre Dupanloup: «Pido que sea lícito á la mujer cultivar las artes y las ciencias y esforzarse por alcanzar un grado más eminente, sin que se le amargue tan honrado placer con el dictado de marisabidiUa.» El estudio regenera: creedlo; la prosperidad y la fuerza creciente de naciones más avanzadas que la nuestra, se debe á la superioridad intelectual de sus mujeres.