10 Boletín de la Asociación de Labradores de Zaragoza Abonos y Abonado Nos honramos publicando el siguiente artículo debido a un prestigioso e ilustrado ingeniero, reproduciéndolo del diario de gran circulación ABC. En España, el consumo de los abonos minerales se va extendiendo con alguna intensidad, aunque no con tanta como fuera de desear. El superfosfato de cal, nuestro clásico fertilizante mineral, que hasta hace pocos años era casi el exclusivamente empleado, va estando cada vez más acompañado en las fórmulas de abonos por los nitrogenados y potásicos, especialmente por los primeros. A ello ha contribuido poderosamente, junto con la enseñanza y divulgación, la apreciable baja de precios que en estos últimos años han experimentado. Actualmente consumimos de abonos minerales algo más de mil doscientos millones de kilos. Esta cifra, que a primera vista parece fabulosa, debería y puede ser mucho muchísimo mayor, interesando en su empleo a la gran masa de agricultores, que ni los utiliza ni tiene ningún deseo en emplearlos, porque sólo de manera poco precisa conoce su existencia. Si las 875.000 toneladas de abonos fosfatados que venimos a consumir actualmente se repartiesen a razón de trescientos kilogramos por hectárea, en el suelo español no se. llegaría a cubrir ni tres millones de éstas, que aproximadamente es la tercera parte del terreno dedicado exclusivamente a cereales y leguminosas. Este elocuente dato nos indica de una manera clara y rotunda lo muchísimo que todavía queda por hacer en favor del abonado y sería aún más significativo si de la cifra total se hubiese deducido previamente el superfosfato de cal que se emplea en la remolacha, cultivos de huerta — especialmente levantinos- — , frutales, etc. Efectuando un cálculo análogo para los abonos nitrogenados y potásicos a razón de cien kilogramos de cada clase, la superficie que obtendríamos sería realmente irrisoria. Si bien no estimamos prudente llegar a las elevadas cifras que consumen otros países, como Holanda, Bélgica y Alemania, de condiciones climatológicas muy diferentes, juzgamos de gran necesidad hacer una propaganda intensísima de los abonos minerales, huyendo de toda mira partidista y dando normas adecuadas para obtener de ellos el máximo rendimiento. Pero con ser esto muy conveniente, tanto o más interesante es preparar al campesino, sobre todo a los que tienen sus tierras esquilmadas, para el empleo racional de dichos fertilizantes. UN SERVICIO DE UTILIDAD Frecuente es escuchar, al preguntar en los campos sobre el empleo de los minerales : ¡ A mi tierra ya no le van bien estos abonos; sólo la basura, el estiércol ; pero de éste apenas si tengo ! ¡ El estiércol ! Su imponderable valor es bien manifiesto ; pero de él no se puede utilizar todo lo que se quiere, sino lo que se puede, y a veces es bien poco. Aunque la riqueza del estiércol en ácido fosfórico, nitrógeno y potasa es pequeña, tiene, sin embargo, un gran valor como fertilizante, por la cantidad de micro-organismos y materia orgánica que encierra. Y como, exceptuando la zona cantábrica, el déficit en materia orgánica de innumerables tierras españolas es aterrador y sin ella los abonos minerales, en un plazo más o menos lejano, se desacreditan, es de imprescindible necesidad convencer al agricultor español antes de que empiece a desconfiar de los abonos minerales, de la necesidad de aportar de otra manera — estiércol artificial, abonado en verde, abonos orgánicos industriales — ■, la materia orgánica que, por su escasez, no puede agregar bajo forma de estiércol natural. La divulgación del estiércol artificial y la manera de fabricarlo es, a nuestro juicio, un servicio que conviene implantar, sobre todo, en los empobrecidos suelos castellanos. Poco personal se necesitaría para establecerlo y los beneficios, si los agricultores respondiesen, pronto se harían patentes. Los estercolizadores y el personal técnico necesario, para una sola campaña por pueblo, los podría aportar el Estado. La paja y otros subproductos vegetales, muchas veces sin apenas valor, abandonados en el campo, los deberían proporcionar las Asociaciones agrícolas o los particulares interesados en estas enseñanzas y que después se quedarían con el estiércol fabricado. Llevar a la práctica este servicio sería de fácil realización y acogido con agrado por nuestros campesinos, que si son rudos y algo incrédulos, a veces — motivo han tenido para ello — también son agradecidos con quien los auxilia y brinda su desinteresada ayuda. Si se lograse intensificar esta fabricación, así como el abonado en verde, divulgando el cultivo de plantas apropiadas, para que al llegar el momento de ser enterradas — precisamente cuando ya parece