106 BOLETÍN DE LA ASOCIACIÓN DE LABRADORES DE ZARAGOZA los Sindicatos den a esas Cajas, y sobre los cuales el Banco concederá cantidades para sus operaciones a las dichas Cajas. La Caja Central se constituirá con un capital inicial de 10 millones de pesetas, en acciones de 500, desembolsado por mitad al comçnzar su funcionamiento. El capital se suscribirá: tres millones por el Estado, en metálico o en obligaciones; tres por los Pósitos, de sus fondos improductivos depositados hoy a disposición de la Delegación, y dos por el Banco de España, a cuyo efecto se le invitará y autorizará, dando cuenta en su día al Parlamento para debida confirmación. Los otros dos millones se pondrán a disposición de la banca libre y asociaciones. La Caja estará administrada por un Consejo directivo, formado por un presidente de categoría social, designado libremente por el Gobierno y permanente en su función; de un representante de los Pósitos, otro del Banco de España y otro del Hipotecario, de libre nombramiento de estos institutos; de un delegado por cada una de las entidades siguientes que hayan suscripto 100.000 pesetas; Asociación General de Ganaderos del Reino, Asociación de Agricultores de España, Instituto Agrícola Catalán de San Isidro, Banco de León XIII y Asociación de Labradores de Zaragoza. Los ministros de Hacienda y de Fomento ejercerán las funciones de protectorado sobre la Caja Central; el primero, en orden a la inspección superior y determinación de su vida económica; el segundo, en cuanto a la labor social agraria encomendada a la Caja Central, en virtud de los fines que presiden a su institución. LOS CULTIVOS DE SECANO ün nasvo sisíema qae paeée íengr traascendeotaies resultados para la agricultura española./ Hace algunos años que, por primera vez, leí en la prensa francesa relatos encomiásticos del sistema Jean, empleado en el cultivo de las tierras de secano. Confleso que, a pesar de lo racional que encontré el principio, no di entero crédito a los resultados estupendos que se decían alcanzados con tal sistema. Era realmente demasiado leer que se cosechaban de 60 a 80 hectólitros de cebada y avena por hectárea, sin abono y en terrenos considerados de no excesiva fertilidad. Sin embargo, los artículos menudeaban y en todos se confirmaba el éxito. Creí del caso ver de cerca esta innovación para cerciorarme de su bondad y poder, en caso afirmativo, contribuir a hacerlo conocer a nuestros agricultores. Así el pasado otoño, comisionado oficialmente por la Mancomunidad de Cataluña, me traslada¬ ba a Carcassonne, en cuyas cercanías nació el sistema, hace más de una docena de años, y se sigue empleando desde entonces, extendido a grandes zonas de la vecina nación. Allí hablé con M. Fierre Jean, autor de la novedad; con varios propietarios que la practican, con profesores de agricultura y con. funcionarios oficiales relacionados con esta parte de la producción. Vi trabajar el aparato que es el instrumento del sistema, y que más adelante describiremos. Estudié la naturaleza del terreno y todos los factores de producción del país. Y bien: mi dictamen es absolutamente favorable al sistema, y, después de conocerlo, me declaro entusiasta del mismo. ¿Qué es el sistema Jean? El sistema Jean consiste substancialmente en una labor continuada de la tierra, durante el verano, valiéndose de un cultivador especial y perfeccionado que por medio de labores someras, llega, a los ocho o diez pases, a una profundidad de 20 a 30 centímetros. «En seguida de verificada la siega, aprovechando la humedad que la misma sombra de la planta ha podido conservar en la tierra, se hace entrar en ésta el cultivador. En la primera pasada se hará una labor de 4 a 6 centímetros. Cada ocho o diez días se vuelve a pasar, ahondando de 2 a tres centímetros cada vez hasta llegar a 20 ó 30 centímetros, según el terreno o la humedad del mismo. Con este laboreo incesante se ayuda la nitrificación de la tierra, se hace que todas las materias fertilizantes se solubilicen, es decir, se aprovechen para la producción. Y esta es la ventaja esencial del sistema; pero hay todavía las siguientes, cada una de ellas importantísima: 1. a Eco ww^. Efectivamente, para una producción intensiva de 20 hectáreas, M. Jean emplea un par de bueyes. Con esto y un jornalero que ios guíe, que puede ser un chico, hay bastante para prepapar aquel terreno y para efectuar siembra de ios cereales, legumbres o forrajes. ¿Puede hacerse más con menos gastos? Claro está que para la siega y trilla serán precisos mayor número de trabajadores, que a estas operaciones no llega el sistema. 2. a Aprovechamiento de la humedad de la tierra. — El agua de la tierra se evapora por los tubos capilares que en la tierra existen. El sistema Jean deja la tierra en polvo, porque el cultivador, no haciendo cada vez más que una labor de 2 a 3 centímetros, no permite la formación de terrones. La tierra en polvo es la que conservará mayor tiempo la humedad. Con esto tenemos otra ventaja. 3. a Desaparición de los terrones. — Que, además de permitir la conservación del agua de la tierra, hace que se pueda prescindir de los aparatos y los jornales qué cuesta desterronar. 4. a Economia de abonos— Según M. Jean, su sistema permite prescindir en absoluto de los abonos, y él así lo hace, con resultados magníficos, desde hace quince años ininterrumpidos de producción. Nosotros no vamos tan allá. Sin desconocer que este modo de cultivo permite