Respecto de otros extremos, le pardeen atrevidos en el procedimiento. Pero en el fondo, en todas las conclusiones late un espíritu de justicia que enaltece al Cuerpo de Inspectores. La educación es, o dehe ser, en realidad, siempre nueva, porque en su proceso, el hombre, como la colectividad t se encuentran en cada momento de su vida* frente a diversos caminos que se abren ante su vista y entre los cuales debe elegir. Propaganda sospechosa De ¡ugares distintos, y a un tiempo, se ha levantado la misma queja: una qu^ja que echábamos de menos y quo teníamos a punta de pluma. Se refiere a )a exagerada y sospe chosa propaganda con qu^ so rodean los mi serables aumentos que recibo el Magisterio. Obsérvese que una simpatía difusa en la masa popular apoya nuestras aspiraciones; la evidente intuición del pueblo vislumbra la absoluta necesidad de nuestra labor, su sentido práctico, su bondad y su eficacia: adivina que los sacrificios realizados para la cultura y para sus ministros soiían altamente reproductivos. El observador malévolo quo no pierde de vista tal favorable predisposición, la relació na con el afán de pregonar estrepitosament^ un microscópico aumento concedido a los maestros, en contraste con el cuidado con quo se disimulan y atenúan ciertos aumentos verdaderos, do gran volumen, y acaso no tan bien quistos por la opinión. En tiempo oportuno los periódicos anuncia ron con sugestivas llamadas las soberbian Mejoras que nos esperaban. ¡Aumentos en Instrucción Pública! ¡Grandes corridas de escalas! ¡Extraordinarias con idas! ¡Importantes mejoras! etc., etc. Pues cada minúscula mejora se agita y manosea varias vocea, pronto leeremos y leerán todos el consabido detalle: tantos y tantos DQaestros a 8.000 pesetas; y tantos a tantos Mil» y cuantos ascensos y tales corrida?; y venga y dale otra vez con aumentos y miles y millares y números y categorías que se añaden a las gangas, privilegios y prerrogativas del otro jueves; como si los maestros salieran a jolgorio mensual por lluvia periódica de fcsconsop. Este proceder ya no corstituye una broma pesada, sino mofa sarcàstica con s? bor de tragedia: es doloroso que eo nos dfsati^nd?; pero es inhumaijo que al echarnos las migajas del botín del Estado, se ros presente como niños mimados, favoritos de la Diosa forlun» y émulos de Creso. Admitimos )a pobreza y )a mansedumbre entre las virtudes crisiianaf; pero no incluyamos la Bobc ría y la Simpleza como signos de perfección: y para ello evitemcs que se agote el crédito de simpatía que la opinión nos tiene otorgado; exponiendo doquier la triste rea lidad que, tras unas mejoras anunciadas a son de bombo y ph tilles cfre cen todavía los treinta rril maestres de Jas ú timas categorías. Esperamos la oportur a réplica ron múltiples resonancias de Prerfa: la Naeioral o la flamante Supér-Asociación velarán sin duda por los fueros de la Verdad en este asunto de interés extraordinario. P . Blasi Maranges CHARLAS AL AIRE Aa ambleo de Inspectores La Dictadura no persó en Asambleas de Inspectores. Menos hábil o más franca, quiso ha cerse con la Inspección a fuerza de reales ór denes. Impuso el miedo y con él dispuso, claro que hasta cierto punto, de la eutorided del organismo. Ahora hay más habilidad. Una Asamblea oficial, y a su lado un cursillo de perfecciona miento. No está mal. Es mucho mejor la miel, que la hiél Pero los frutos, vlólos ya la superioridad el día de la inauguración Sainz, el inspector de Granada, fué ap'audido hasta el delirio cuando se presentó como Delegado de su provincia. Sainz, el que no tuvo miedo, el que sufrió el destierro y la cesantía, ejemplo de civilidad, llevó su premio. Aquellos aplausos, repercutieron seguramente en la esfera oficial. Y se vió el resultado, que a juzgar por las declaraciones del Sr. Ro gerio Sánchez, no era el buscado. Aceptada, dijo, varias de ¡as conclusiones Luego hay otras que no las acepta. Ello está c'aro. Nuestro magnífico ministro, no ha asistido a la apertura, ni a la clausura. Seguramente que el se-