Organo Òe la$ Asociaciones òe Maestros nacionales òe la provincia QD SE PUBLICA LOS VIERNES OD Propietario y Administrador: * Director: D. Germán Docasaf*. | o. santos GHRem grhyhlos Paseo de la Infanta Isabel, núm. 1 $ ■Sí* Calle de Mrtcembasch, núm 19. 2.* flño IV Teruel 21 de Enero de 1 9 1 6 Núm. 159 ;£l suicidio de Europa? La guerra inplacable sigue ensangrentando los campos de Europa Por millones se cuen tan las bajas de muertos, heridos, enfermos, desaparecidos y abandonados Toda una juventud brillante y culta ha sido inmolada al odio bárbaro délas naciones. Jamás se registró hecaíombre semejante. Y no se ve indicio alguno de que esto acabe. Por el contrario, todos los beligerantes amon tonan febrilmente elementos nuevos de combate y destrucción. Inglaterra, que se negó siempre á establecer el servicio militar obligatorio, acaba de implantarlo para los solteros hasta los cuarenta años. Francia ha hecho nn empréstito para recaudar otros 14 000 millones de francosAlemania arma á los búlgaros y á los turcos para llevar la guerra al Africa y al Asia contra los dominios ingleses. En las estepas rusas se forman nuevos Ejércitos de combatientes. Una ráfaga de locura pasa por los pueblos europeos. Solamente asi podrá explicarse esta guerra abominable, cruel, implacable, apocaóptica Las naciones más cultas, las diplomacias más hábiles y despiertas, los estadistas Kiás eminentes, parecen haber perdido de pronto su lucidez intelectual. Todos están ciegos y no se dan cuenta de que esa guerra, prolongada algún tiempo, como todos anuncian, puede ser el suicidio de Europa, ía crisis total de la civilización. ¿Las razones de esto? Están á la vista. En jos primeros días de la guerra, hemos tenido la suerte de recorrer los barrios'; turcos de Es mirna, de Stambul, de Salónica, etc.. etc., y hemos visitado las mezquitas, y hemos asistí to á las escenas fantásticas de los derviches y á las .ceremonias del Ramadán, y hemos soportad* las miradas de odio de los meldajones... Ese pueblo, bravio, guerrero, fanático, que hace doce siglos invadió como un torrente incontrastable nuestra Patria, que más tarde cruzó el Bósforo y sembró el terror en Europa; ese pueblo, que se halla abatido por su ignorancia y por la corrupción de sus clases directoras, ese pueblo, que estaba á punto de ser expulsa do de Europa, es en estos momentos armado, equipado, mimado por algunos de los ^elige rantes Se le señala á hacer la guerra y se le dan para ello todos los prodigiosos recursos de la ciencia, de la industria y del capital. Alen, tados por europeos, se predica la guerra santa; se excitan todos los odios, se remueve y exalta todo el fanatismo contra otros europeos. Se dan armas, municiones, dinero, todo^ á hombres como los «sinusitas>, que tienen el deber de matar y martirizar á todo otro hombre que no sea creyente en Mahoma. ¡La guerra santa entre árabes! Pensamos en ella con escalofrías. Aún recordamos nuestra Visita á Santa Sofía, en Constantinopla, y la desc ripción que nos hacía nuestro guia. Era el 29 de mayo de 1422; Mahomet II logró penetrar en la ciudad; los griegos derrotados, mal trechos, despavoridos se refugiaron en Santa