Página 2 El Mañana 19 f^o de 193. ::/| EL PASTOR, EL PERRO, EL REBANO Viñeta castellana Si no fuera una tontería, p^ns i ría uno que este hombre ^igtàé t tado y duro estr b . hecho a goip.s de hacha. O, de otro medu, coa una aleación de carne b'-avix, tri go rojo y acero. Tres element j de fibra, cuya retultante fueran esos ir úsenlos con vitaiíiad ts cultóricd que dan a f-u; puoil^s anegadas de sol la cat g tríade un extrfeño sítr.fblo. Este hombre puede ^er un san to o un imbécil. Tambié 1 pudo ser lo que no es, pu¿s mataron m flor— le anularon— el germen de las posibilidades futuras. Pudo ser lo que no es, y es aho ra hilador de carretes de tiempo en la rueca de la paciencia. Siem» pre en esa amplitud desolada y tibia del paisaje claro de Castilla, todo él clavado al suelo con alfi leres de chopos. Está haciendo la est ^tua el viejo cabrero sobre el barandal de la i puente vieja, y, segúa es de cetri- j no y seco, paree un remate de la puente misma, estando truncados j los otros extremos por una asóla - 1 ción bélica. Puente de piedra in- ; sólita y medioeva, tostada y be j rroqueña, traída de no se sabe dónde. Piedra heroica. Nada, mejor y nada más re pre sentativo de Castilla se puede en* contrar hoy en Castilla que este hombrecito encantador de ovejuelas, analfabeto y cordial. Lo más racial, sí, y quizá tambié a la única esencia franciscana que nos queda, si por tal se entiende d ís interés y amor a nuestros herma nos los animales. Pues declara — sin menosprecio para nadie — que a mí me escaman esas dudosas instituciones que se titulan, desde el cómodo estrado de un despacho oficial, cprotectoras de animales>... y cuya protección se condensa absurdamente en unos pasquines inspirados por el cere bro averiado de alguna solterona histérica. La ineficacia es patente y el mal difícil de resolver con prédicas de 0 95. N ; en esto co mo en todo— y todo tiene su tram pa — , hay que buscar lo normal, lo auténtico, el apostolado de hoy, de mañana, de siempre. De nin gúa modo la exaltación, la sensi blería de un momento, que es lo anormal y lo alejado de la realidad. Pues este pastor que en la puente vieja le pone el muro de su pe cho al cierzo endemoniado, bebiendo cierzj— zarzuela de gri pe— me parece a mí que encarna, en la vorágine de los tiempos actuales, lo repito, una rara aptitud de amor y desinterés. Lo demues tran unas palabras suaves, ex tusivamente suyas, ungidas en el bálsamo rosa del sentimiento ver dadero, para consolar al pobre corderillo lastimado. Por eso, cuando días pasados vi en la Gran Vía de la corte el gesto paternal mente amanerado de un guardia que recogía un perrillo descami nado, me pareció todo ello ridículo y ficticio, improvisado y obli gado, de cartón. Impuesto pór el cuadriculado de un rígido estatuto. Y en seguida me acordé del v jo pastor am.g , litice anulado »íu la i. fineta por el merbj del egcísmOi * * * Yj h ; sentido una simpatía grande por esta hermandad bien ü venida qu-i en Casd la forman el pastor, el perro y ei rebaño. (Los^ tres, letra inicial de uo nuevo ca pítulo que comiei za en cada puebuf¿) Es decir, como muy bien obsei v .ba días pasados m mi amigo castellano, tres clasificaciones modestísimas con sentido exicto de su personalidad. Sometimientj preciso de ovc·ja a perro, de perro a pastor. Ilea justa de su fuero y privilegio del pastor sobre el perro, de éste sobre la oveja. Él ideal de Una organización social, suprimida la envidia y la ambición. Pero ya se sabe de sobra que en las organizaciones sociales todo el mundo quiere ser pastor para que los demás sean ovtj iS. (La literatura prelaticia está casi siempre llena de este tó pico, sin pensar que hacen falta tópicos nuevos.) Me encanta charlar con este rabádan, pues tiene una tan graciosa gerga dialectal, que pode sin querer, en sus palabras un prestigio añíjo, como asolerándolas con reminiscencias de viejo romance burgalés. Palabras duras y prietas, vibrantes de terruño; ilimitadas, pero muy expresivas. Como creadas por la insuperable profilaxis del aire, del sol meseteños. Hí pensado muchas veces que será el suyo u 1 cerebro virge 1, de función simple —puramente biológica—, que de s guro no habrá sentido nunca la tensión febril de una sobrecarga de ideas. Asi, pues, se ha situado al borde de un barbecho, y ve pasarlas cosas sin inquirirlas. La fórmula má5 fácil de filosofía, sin preocupación, sin emoción. Y está aislado del mundo —peligro de muerte— por su pellico confortable y su montera de beíluno, que le dan aspecto sombrío de muj k ruso. Todo su mundo está en la parcelita barbecha, en su perrillo (perro útil, inteligente, simpático y no esos falderos seleccionados, horrorosamente horrorosos, que la estupidez humana ha elevado a la categoría de artículo de lujo) y en la estrechísima sobriedad de su puchera y mendrugo. No conoció otros caminos que los blandos senderos al mareen de los trigales, ni pensó nunca que los límites de la tierra fuesen más extensos que los límites de su pueblo. Y la atrofi* espiritual le puso en el alma una felicidad anestasia da y cortn, desintegrada y mecá nica. ¿Para qué añorar cultura, refinamientos, si sus aspiraciones están polarizadas en el breve perímetro loca ? Pastor castellano: porque pre siento que ya no habrá en las fu turas generaciones temple para este noble oficio tuyo —cultura, civilización, han de oponerse; y ya era hora—, me he puesto a escribir esta croniquilla. Usted fué pastor como pudo ser una lumbrera. A lo mejor no pesa haber sido pastor. Pero de todos modos, yo voy a maldecir de quienes, torpes y egoístas, humillaron su vuelo de águila, presentido en esas pupilas capaces de mirar al sol de Castilla sin turbarse. Y el día que usted esté desconectado del paisaje, el paisaje habrá perdido un elemento integral, y los pintores fáciles habrán perdido el tema más asequible y más tierno. El rebaño —copos exagerados de nevada fabulosa— le pone suavidad a la ribera coloreada, billetaje de tr nvía. (Verde, rojo, azúl.) Elcielo se ha pegado una puñalada en el pecho, y se le escapa la saegra del ocaso; Toda la lisa p anicie tiene una nostálgica movilidad de cfilm> romántico en paisaje para enamorados. Como un hijo de la raza —de carne o de piedra— , continúa en la puente el viejo pastor. Ahora ha dejado caer su propia estampa en las aguas quietas, y otra vez, estando alto y distante, se ve reunido con su hato merino, desplazado igualmente en el cris tal engañoso. Un-a jornada más, un puñadito de arena en el reloj de la vida. El pastor ibérico ha metido su pulmón en el bígaro, y la noche ha empezado a caerse poco a poco. Regresa despacito, delante de las ovejuelas, como interpretando una estampa bíblica. He quí un hombre que, pudien- FRI VOLID ADES Anverso Entran en el gran almacén con repiqueteo de taconcitos breves y gorgear de nsitis ciaras. I Son tres muchachitos muy jó ¡ vems; apenas diez y seis mayos floridos, la más cvi.j » de las tres. Vaod.odidasa la sección de mercería y piden uios botones de cuero. El dependiente Sé queda un momento extático ante una de aquellas mujercitas redaras y luego, como un autómata, ya po niendo sobre el mostrador los muestrarios, donde en filas inmóviles los botones dé muestra parecen esperar a una imposible compradora. Revuelven, eligen y se arrepienten de la elección, y al fin salen (7 el gran almacén sin haber comprado nada, seguidas, sobre todo una de ellas, por la mirada devota de aquel dependiente con patillas a lo Don Alvarado. La Gran Vía, llena de este ru bio sol de invierno, tan alegre y tan grato, acó je las cábecitas locas que van esparciendo el bullicio de sus charlas reidoras y levantando una tempestad de piropos a su paso. —¿Lo ves,— dice una de ellas— como es verdad que ese horteriUa está loco perdido por Maruchi? — ¡Ay, cuanto me divierte venir a tomarle el pelol... ¿Habéis visto cómo se azora el pobre cada vez que le dirijo la palabra? —Mujer, eres mala haciendo sufrir al pobrecillo,— dijo la morena de gestos más suaves. — ¡B^h, que se fastidie! ¿Quién le mandó meterse dónde no era su centro? —¿Cómo dices? — ¡Ah, pero ¿tú no sabes como se conocieron Maruchí y el pollocintas?— interrogó una burlona. —Me supongo que sería viniendo ella a comprar... —Pues te equivocas; se conocieron en sociedad. —¿En sociedad? ¡No es posible I —Como lo oyes. Cuéatalo Maruchi. —Si, hija si;— respondió ,1a interpelada—nada menos que en so do ser un superdotado, como se dice ahora, quizá sea un imbécil o un santo. A. González GARCÍA. Pesquera, febrero de 1921 . ciedad. En u i ie ae cTro »Pobr. •cinns» t«é^ s seis Pesetas, Con gen. IMPRESOS - TIMBRADOS EN RELIEVE LIBROS - CATALOGOS REVISTAS TRABAJOS COMERCIALES ETIQUETAS EN RELIEVE ENCUAD! k DACION GRABADO Y i TOGRABADO Rodríguez San Pedro, 51 Teléf. 33029 - MADRID ut té de donde dos , i-us ba^u el gust z . de c ilternar» te bu-na. Ya ves. - ¿Y bulaste con él? -Naturalmente. Yo, vj$nd tan bien vestido me creí quü próximo pariente del princin.? Gales, yf.ltó tiempo para baii* con éi tan pronto me lo pj^ tambié i para aceptar unos b bones, eso si, muy finos, connu me obsequió a la salida. — Pero, ¿t\mb éa t; al salir? - iTambién acompaffo hija, también! V se me declaró de modo fulminan te tres Urdes después en Troika' y no lo acepté por milagro... * más bien por h icerle rabiar 'uq poco y así interesarlo más. Hasta que un día vine a estos almacenes a comprar no se qué, y ¡me lo vi a «mi príncipe codorniú» vendien! do cintas de seda para fajas y cor. sés... ¡Bueno! ¿Para qué te voy a contar?... —Y antes ¿no habías sospechado nada? —Nada en absoluto. Yo notaba que él no iba a Troika hasta las siete y media, pero como me decía que había estado probando un cocha que papá quería comprar, o despachando correspondencia con el secretario de papá. —Y ahora... —Ahora vengo cada vez que puedo al comercio, y me complazco en hacerle ver que estoy chaladita por él, porque lo más gracioso es que él no volvió por Troika desde mi descubrimiento. Esta era la charla que por la Gran Vía llevaban las tres muchachas, una de las cuales llevaba un lindo abriguillo de kasha gris con cuello y carteras de zorro blanco. Y a esta charla quise titular «Anverso», porque dejo para la próxima semana lo que los dependientes del gran almacén decían al marchar las muchicas. MUÑECA. Madrid. (Prohibida la reproducción). Suscripciones para este diario las rec¡b« en Madrid, las oficina!» SAPIC, empresa anunciadora, Alcalá, 1. 3.°» DIPUTACION LA PERMANENTE Por falta de nú nero no pu celebrar sesión la Com^mv vincial. jjvo1 Lo hará hoy en segunda catoria. <, EXPOSICION DE CUADR^ En el salón de * Mf0** «*• sido expuestos al publico bajos de pintura de los 0. añada. Casas y Montón» Hv(;fi. marón parte en la <>P0*iC\e & W ficada para la concesión ca de pintura.