letud nuestro sindicalismo pone un dique a los abusos del capitalismo .«^np de la Pá?' primera) POSICIONES DEL SINDICA- cuantos oarticinan pn la nrrulurci<^n. Primero. Una identificación de lo 1 disciolinen. encaucen v dominen los de la pág. primera) Vidád, todos los que la vida mis^'upone, porque ala vida toda se como tiene igualmente unos ■ . nu" la caracterizan. Pero todos Hay uno que realmínfe ^íocluso para dominarla: el Na^Lindicalistno. De má antecedentes os otros prin¿e q^e se" nutre esa doctrina, Mefíticos exigentes que con lupa ujcan60 todola mit Pequffia la, po4^,*1 encontraf ^«iones en ideas políticas anteriores oel Nacionalsidicalismo es absolu ¡Siente nuestro. SENTIDO POLITICO DEL SINDICALISMO NACIONAL Nos encontramos ante el hecho sindical; pef0 eV sindicalismo, que tuvo origen sociológico y de autodefenjioy tiene un indudable sentido golítico. puesto que siempre responde j actitudes económicas inspiradas en áistinías concepciones políricas. Bústia independencia política del sindieilismo es negar la realidad sin nin^n^ ventaja táctica, y si quisiéramos iplicar ese apoliticismo a nuestro sináicilismo, lo tínico que se conseguiría itque peidetíi su verdadera significa tión para caer en la órbita de cualfliier otra experiencia política o doctfi tal, o convertirse en una organización puramente burocrática, a merced del : ptimer vendaval que en la política se kvahtara, siendo así que nuestro sindicalismo, tanto en su origen como en k actualidad, tiene un indudable vipr popular. COMO NACIO NUESTRO SINDICALISMO NACIONAL Nació de lá pasión falangista como u factor decisivo en el conjunto de bque integran nuestra Revolución» eo plena lucha callejera, cuando no se «piraba al Poder, sino a despertar la conciencia de los españoles. Agrupó desde el primer monento a millares de (amaradas, muchos de los cuales han aído en la pelea. Tiene desde su ori{eo una doctrina definida, que viene desenvolviéndose sin desviación de su línea fundamental Se afana ahora por encontrar una justicia social sobre \\ bwe de la armonía y la colaboración. W que antes la buscaban en la calle obtejos e intelectuales, unidos por el ílorioso calificativo de falangistas. Y 'i esto es así ¿vamos a sacrificar ese pa•ído de camaradería y comunidad, de «crificio e ideales, por temor al «qué iifán», por razones tácticas o, lo que í ^ peor, por ambición o pujos de indei Pendencia? POSICIONES DEL SINDICA LISMO DENTRO DEL ESTADO Ahora bien: dentro del cuadro con s titucional del Estado, el Sindicato puede ocupar distintas posiciones: la gubernativa, la clasista, la nacional. La primera es una solución típica de los regímenes de estructura comunistas. Es una supervivencia innecesaria, puesto que ni es instrumento de defensa de la clase proletaria, ya que ésta es la dnica dominante, ni tampoco un resorte de la economía, que está organizada auto ritariamente. Este Sindicato se transfor ma en instrumento de la administración gobernamente, que por sí misma absorbe la realización completa de los fines dél Estado. En cuantq al Sindicato clasista, corresponde al régimen de partidos, al ser vicio de los cuales actúa, y los cuales se sirven de él como fuerza política. Suinsolidaridad social ha ido imponiendo en todos los países medidas que tienden a corregir los desmanes que quebrantan el orden y el bien comunes. Por lo que se refiere al Sindicato Nacional, sirve al propósitò de hacer justicia, dentro de las ideas de la común i. dad, de la economía y de la conciencia nacionales. Estado y Sindicato sirven, j dentro de sus respectivas esferas de acción, fines coincidentes. El Estado no impone al Sindicato la constitución y estructura, sino tan sólo en lo formal, como sucede con la constitución y estructura de todas las asociaciones que arpiren a llamarse legales; pero en lo sustancial, en sus orientaciones, en la elección de sus rectores y administrado res, los Sindicatos son absolutamente libres y también absolutamente democráticos en el sentido tradicional de la palabra, puesto que todo su sistema de representación es electivo. A nadie se le pregunta pira pertenecer a ellos ni su historia, ni su procedencia, ni sus ideas o su vieja filiación sindical. A nadie se le exige un carne4 político para tomar parte en la elección de cargos sindicales, ni para acudir a una conciliación sindical, ni para recia mar el cumplimiento de una obligación o el ejercicio de un derecho. Y estos Sindicatos han cumplido tres fines funda tiéntales: llenar con un espí ritu fuertemente cristiano su misión de defensa de los traba j adores; impedir que sus derechos sean desconocidos o atropellados; implicar al mundo del trabajo en la acció i polític» por medio de una representació i desconocida fue ra de nuestras fronteras, y, en definitiva, ser un instrumento de paz e inteligencia y concierto de vpluntades en Vamos a asegurar al trabajador (Viene de la pág. segunda) «ombría de bien. Y por eso nos ■¡ífoos de ocuoar no so de ocupar no solamente corregir los defectos a los s Viejos, síno con más Recial interés a ios hombres jaénes, de los aprendices, ele anao la educación de todos los ectore8y rincones de Espaáa dad* 3 toc^08 0Portuni de llegar a los mejores fa?ft08; para ^ no se Píerenl?Ue 00 ocurra Q116 k3 "KJo ocurriendo durante tan clase ' que ios ^08 de las flU ,8^8Pdftolas menos dotadas donad ■ irnPeriosamerite aban Padrp 08 P0r el traN0 de sus {ancl 8 y abandonados en la in riiatJI: .^nvirtiéndose así en dílinr Utnano Propicio a la .cuencia. Y esto viene corri 08e Por esta acción sindi cal y con la preocupación hon dísima del Frente de Juventu des. Ese Frente de Juventudes que sirve a toda la nación, pero a quienes más ayuda es a los menos dotados materialmente. El Frente de Juventudes les in cuica los principios religiosos, los sentimientos pati ióticos, deu tro de diversiones lícitas y de juegos honestos, dirigiéndolos y perfeccionándolos para que sean mañana dignos y buenos hijos de la Patria. Ya véis que la tarea es dura. Pero yo os ofrezco que en la mayor medida el Est&do sosten drá siempre con vosotros el díá logo necesario para conseguirla España grande, la España libre y la España una que todos an helamos. Muchas gracias a todos y i Arriba España! cuantos participan en la producción En fin, el Sindicalismo Nacional, en lu gar de tener una posición- enemiga del Estado, de oposición a él, de aspirar a gobernarle o destruirle, aspira a ser la esencia de la nueva organización estatal, dentro de un sentido de colabora» ción y conciencia de su propia responsabilidad. Pero todas estas ideas, que mientras permanecen en el terreno de la teoría y de la especulación no presentan dificul tades, las ofrecen, y muy grandes, cuan do se quiere llevarlas a la práctica; en primer lugar porque las instituciones están formadas por hombres con sus ideas, sus pasiones y sus vanidades, y en segundo, poique se conservan prejui cios de tiempos pasados, que atribuyen ! al Sindicalismo Nacional objetivos y características totalmente distintos de las que nosotros ahora les atribuímos. Y asi vemos que si al hablar de las unidades de convivencia social que consideramos básicas hacemos todos un canto a la familia y al Municipio y nos complacemos en resaltar sus excelen cías y la necesidad de fortalecerlas y defender sus derechos, librándoles de toda absorción por parte del Estado, en cambio, cuando del Sindicato se trata, entonces se alzan voces tremolas de recelos o roncas de indignación, y esa complaciencia ya no es tan unánime ni tan franca, y hasta se atribuye al Sindicato culpas que no tiene y misiones que no son suyas o que no puede cumplir por falta de medios o por que anteriormente se le ha socavado la autoridad necesaria para, llegado el momento, actuar eficazmente. Y esto es preciso que termine, que esos recelos e indignaciones se disipen , sobre todo que se vea si tienen un fundamento, y si lo tienen que se corrija lo que haya que corregir. Para ello es esencial un exacto conocimiento de lo que los Sindicatos son, más atin. de lo que deben ser, y un exacto ctynplimien to de las normas que se establezcan para que no se conviertan en objeto de burla o en cohdor por cuyos agujeros se escapen su observancia o faeiza de obligir. Es precisó, por tanto, que nos demos cuenta de la realidad y que no nos. empeñemos en vivir a espaldas de ella pues no por eso deja de existir y de ser realidad. Y esta realidad nos enseña que la inmensi fuerzi social que el mundo del trabajo lu adquirido en la vida moderna ha encontrado su expresión y su cauce en el Sindicato, y siendo esto así claro es que esa fuerza es utilizada en uno u otto fin, según ese sindicalismo sea. ( Si nosotros hemos Creado uno, con el que pretendemos utilizar todo ese poderío social en servicio, no de ui sector determinado, smo de la Patria y de la justicia social, pues sin ésta la Patria tendría una apariencia odiosa y opresora; si ese sindicalismo se quiere conjugar con el res eto de los más altos valores del espíritu y de la personalidad que España ha adquirido en el transcurso de los siglos; si, lejos de constituir una rèmora para que el Estado cumpla su misión, la facilita y la ayuda; si las gentes que lo dirigen e inspiran están plenamente identificadas con el Régimen que representan; si se hallan plenas de lealtad a Franco, de recuerdo permanente a los que cayeron y a los sacrificios pasados, ¿a qué reservas y distingos, a qué dudas y vacilaciones? Yo no voy a entrar ahora en el examen detallado de las cooclusiones de este Consejo, tan claramente expuestas por vuestro Delegado Nacional, y a las que habéis llegado a través de vuestra experiencia y vuestro indudable espíritu nacional y falangista. Yo estoy de acuerdo con ellas en cuanto signifiquen: Primero. Una identificación de lo r sindical con la doctrina falangista y una vinculación con ella limpia de toda íntima vocación separatista e independiente. Segundo. Una línea de mando político de absoluta garantía,, vigilante, orientadora y, llegado el caso, decisora. Tercero. Otra línea representativa automáticamente sindical, lo más amplia posible, que llegue al máximo de organismo y Corporaciones, pero con unas exigencias mínimas de lealtad política en cuanto a sus representantes y su actuación. Cuarto.x IJna delimitación clara y categórica de las actividades del Sindicato y de sus relaciones con el Estado, disciplinen, encaucen y dominen los problemas económicos y sociales y regateándoles 1 a s facultades precisas para compensar con los beneficios que su ejercicio pueda proporcionar a los Sindicatos, el rigor de toda esa autoridad. Ayudemos todos los que en el Régimen estamos integramos a fortalecer a estos sindicatos con arreglo a nuestras posibilidades; nosotros, poniendo en ello inteligencia, entusiasmo y voluntad; los Sindicatos, llevando a ellos ■ los problemas de su vida, socia y económica; el Estado, reconociéndoles el rango que les corresponde, y entonces veremos cómo el sindicalismo español llegará a la meta que se había a base de la facultad decisoria en éste propuesto y será ejemplo para el mun y del estímulo, estudio e información en aquél. Quinto. Un clima ^e compenetració \ y no de recelo, para lo cual el Estado debe de ser el primer y más interesado en aumentar el prestigio y la autoridad del Sindicato, y el Sindicato en cuuplir las misiones que le han sido encomendadas. Sexto. Un respeto a la unidad sindical, con la supresión o la incorpora - ción al Sindicato de aquellos organismos cuya «xistencia responde a supuestos o. concepciones distintas de las actuales (y cuya permanencia autónoma sólo sirva para sembrar confusiones y provocar rozamientos). Unidad que deba extenderse a una serie de funció nes que se hallan esparcidas con el in conveniente de la duplicidad y el mayor gasto entre diferentes organismos paralelos. Séptimo. Una puesta en forma del Sindicato, despojándole de tola hoja rasca que sofoque el tronco y de toda grasa que atrofie el sistema nervioso sindical, para que nunca se pueda encontrar en el mal funcionamiento dej Sindicato el pretexto para discutir o rebajar su valía. Por eso, este Consejo ha tenido una excepcional importancia, porque los temas que habéis tratado en él ao se refieren a un aspecto determinado; de la vida sindical, sino a los cimientos de la misma y su planteamiento total. De lo que se haga y de cómo ese planteamiento se resuelva dependerá el funcionamiento posterior del Sindicato. Yo comprendo que éste tenga enemigos y que haya quienes aspiren a su supresión, pues no cabe duda que resulta un vigilante molesto para muchos; pero lo que, no comprendo es qu° se le quiera mantener con sordina, a medio rendimiento, con dudas y va¬ cilaciones, en un régimen mixto, mitad sindical y mitad no, exigiéndoles que do. Somos aacionalsindkaIi>tas no por fantasía política, ni por jugar a ta demagogia, ni por mimetismo, ni por azar, sino por un convencimiento de que para que el Régimen pueda llevar a cabo su política social y económica no sirve ni la absoluta libertad individual, en que cada uno actúa según su interés o su capricho, o la férrea disciplina socialista en que la buree ra tiza ción mata la personalidad y la iniciativa. Somos nacionalsindicalistas porque queremos que empre sarios y 'obreros recuerden siempre que antes de tales son españoles. Somos nacionalsindicalistas oo por defender una entelèquia ni una organización burocrática, ni una nómina, ni un reparto de cupos, sino para sentir el orgullo de que la vida del trabajo se desenvuelva eñ España coa arreglé a normas justas y morales, sin que esa justicia tenga que ganarse a tiros, con huelgas o con violencias, sino por la recíproca comprensión y el afán de servir y engrandecer n esta Patria a la que todos pertenecemos. Somos nacionalsindicalistas para que la Historia de España siga su curso y no se deshaga prisionera de un concepto de la lucha de clases que lia estado a punto de paralizarla y disolverla como nación, para romper en el ám bito sindica] la división entre el tra bajo y la Patria, entre lo nacional y lo social, y para poner ua dique a los abusos del capitalismo fiaaaciero y a las imposiciones deí proletariado. Por eso somos nacionalsindicálistás. Ataquen los que quieran a la Organiza zación Sindical y digan de ella lo que gusteu, que aosotros, siguiendo las consignas que esta mañana nos ha dado el Caudillo, continuaremos man tenienno en alto la bindè|ra roja y negra que la simboliza. ¡Arriba España!* Los capitanes del sindicalismo español (Viene áe lá pág. primera) relaciones del Sindicato y. el Estado, las funciones de aquél en el aspecto económico social y. asís tendal, el desarrollo y. actuación del Sindicalismo Agrario, asi como su unidad, que constituyó una de las preocupaciones del Consejo: la Cooperación y la Mutualidad como iunciones sindicales; la Unidad Sindical, base de nuestra Oryanización, preocupación constante de nuestro sistema, unidad en lo político, pero libertad en lo profesional; reafirmamos L·s principios cristianos de nuestro Movimiento, y el Consejo —aunque se trataba de problemas sociales que reservamos a nuestros caryos repre' sentaíwos: patronos, técnUos y obreros — no pudo menos de referirse también al problema de los salarios, ligando siempre su elevación t-a ser posible con un aumento de rendimiento, EL problema de la vivienda no puede quedar al maryen de la preocupación del Consejo y ¡a Oryanización Sindicjl ofrece su total entreya y colaboración para resolver dicko problema, siempre que se ponqa o su disposición L·s meiios económicos para ello. Estos hombres, mi General, demostraron ser buenos entre los buenos, competentes entre los más competentes y estar en todo momento a la altura de la responsabilidad que tienen confiada. Hoy, cumpliendo an servicio, al tener el alto honor de ser recibidos por V. E.^ emocionados al veros, vienen a deciros* como ayer, y como repetirán mañana: 'Señor, a las órdenes de V. E , los capitanes del Sindicalismo español esperan nuevas órdenes para continuar el combate por una Esqaña me{or. Tenya la seguridad V. E. que están dispuestos a morir en el empeño*. ¡Arriba Españat ¡Viva Prancol El Cauiillo contestó a las palabras del Delegado Naçionl de Sindicatos con un discurso, que recoqemos en otro lugar de este número.