que nos vio nacer y de los que, apesar de todo, siempre consideraremos como á nuestros mas caros hermanos. La Redacción. QUIENES SOMOS Y Á DONDE VAMOS. Al abrir la primera página de nuestra vida periodístico-profesional, al ingresar por primera vez en esta via dolorosa do tantos sinsabores y disgustos se cosechan y tantas inteligencias se arrebatan prematuramente á impulsos de las mil y uua impresiones contrarias que de consuno asaltan al escritor público, cumple á nuestros afectos, á nuestras simpatías y á nuestra educación, dirigir un cordialísimo saludo á la prensa en general, á la médico-íarmacéutico-veterinaria en particular, y también á todos los que en mayor ó menor escala, se dedican á la propagación del pan de nuestro espíritu, del alimento de nuestra alma por medio del arte que inmortalizó á Guttemberg. Cumplido este principalísimo y sincero deber, y, puesto ya el pie en el estrivo, sentimos desfallecimiento en el ánimo y congoja en el corazón; las sensaciones se embotan, los sentidos se debilitan, la vista se oscurece, la sangre huye de nuestras venas para repretarse en lo mas profundo de nuestro organismo, el discurso desaparece de nuestra imaginación, la razón de nuestra inteligencia, y frió sudor, en fin, inunda nuestro cuerpo, Y solos, completamente solos, en el silencio de una noche eterna, — que para nosotros será, no obstante, gratísima, por ser la primera que robamos al descanso en obsequio á nuestros hermanos los módicos, farmacéuticos y veterinarios rurales, — á la tibia luz del quinqué con que trazamos estas mal pergeñadas líneas y al chisporrotear de la lumbre que presta suave calor á nuestros ateridos miembros, en medio del estupor que la realización de nuestro pensamiento de todos los dias nos embarga, parécenos estar oyendo aquellas terribles y convincentes palabras de Pitágoras «m süvam ne ligna feras* (no lleves leña al bosque), bastantes á hacer retroceder á otros que, cual la modesta redacción de nuestro mas modesto periódico, no hubiera hecho de antemano, y ante quien debia hacerlo, solemne y formal promesa del sacrificio de su bienestar, de su tranquilidad, de su reputación, de su partido, y hasta de sus enmohecidos ahorros, — si es que ahorros pueden hacerse, ó álguien há hecho, en ésta bendita tierra,— en aras del ideal que nos proponemos y que seguramente llevaremos á feliz término, si la confianza y ayuda de nuestros compañeros los profesores de toda la provincia no nos abandonan. 11, Y que nuestro estupor está justificado, no hay que dudarlo: efectivamente; después de tantos y tantos periódicos profesionales como se publican en España, salir nosotros á relucir — como esclamamos parodiando al insigne anatómico español D. Agapito Zurriaga, en el prólogo de su gran Compendio de Anatomía — con nuestra publicación, ¡no deja de ser chocante! Con razón acaso se nos podrá decir que es ocioso ó inútil nuestro trabajo, — y continuamos cual aquel sábio maestro — y ¡ojalá no se dijera mas...!!, pues no faltará quien atribuya á la presunción y temeridad de unos pocos jóvenes (sic) meterse á escribir y publicar un periódico profesional, y por añadidura médico-quirúrgico-farmaceútico-veterinario, de ciencias auxiliares y de cuanto se nos ocurra: y ésto ¡en Teruel y para los pueblos de su provincia!... ¡Pobres de nosotros, — como hablaba de sí aquel incomparable anatómico — pobres de nosotros, en que berengenar nos hemos metido! Grande, muy grande es el compromiso en que nos hallamos, lo confesamos sin rebozo. Mas así y todo, nuestro sacrificio, nuestro desinterés — lo decimos con sinceridad y pluguiera al cielo nos equivocáramos — no tendrá el mérito de la temeridad, lo esperamos, pues jóvenes é inespertos, ciertamente que no hemos pensado ni calculado la peregrinación que vamos á emprender, el calvario que vamos á pasar, y tanto mas triste es ésto, cuanto que estamos persuadidos, ¡conque dolor lo decimos! que aun cuando He-