LA ASOCIACION. D. Rafael Juste y Andrés, otro de los farmacéuticos residentes en Arcos de las Salinas, nos escribe haciendo una relación de la conducta poco edificante que observó un compañero suyo con motivo de la provisión de una plaza facultativa, en que se hizo rebaja considerable sin motivo justificado para ello, y en su resentimiento, pretende demostrar que el hecho á que se refiere le autoriza para obrar del mismo modo, en circunstancias análogas. No, amigo Sr. Juste: las rebajas en las igualas ó asignaciones, sin razón ni justa causa, sobre ocasionar el desprestigio de una clase, hacen suponer que la clientela ó poblaciones interesadas no han de estar tan cumplidamente servidas, y la postergación que sufre el profesor que propone ó acepta la rebaja, en el hecho de no hacerse valer lo mismo que sus demás comprofesores y es justo, significa un bajo nivel de su talla científica. No queremos saber el nombre del profesor á que alude el Sr. Juste, ni conocemos el desdichado asunto á que se refiere, y que deploramos mas que todos; pero tampoco debemos omitir el consignar la profunda pena que sentimos al considerar los impulsos de agresión que ha engendrado en nuestro amigo el hecho de referencia y que le llevan hasta el punto de estimarse autorizado para ejecutar los mismos actos de perturbación tan reprensibles de que se lamenta, al parecer con razón sobrada. Cierto, que el que se siente víctima de una mala acción, no está por de pronto su ánimo en la mejor disposición de despreciar, cual se merecen, los hechos reprobados por la decencia y la razón. Más nosotros esperamos confiados, que el señor Juste, como individuo racional y bien educado, vuelto en sí, pronto abandonará esa tendencia á la ruin venganza, porque es repulsiva á personas que como él, sobre ser bien nacidas, corresponden á una respetable clase profesional y científica. Le sorprende al Sr. Juste que vengan á la Asociación los que han hecho jw^íadas en asuntos profesionales; y, sobre esto le debemos decir, que no nos parece recomendable, ni vemos bien, el que formen parte de la Sociedad facultativa los que tengan en su historia pro¬ fesional algunos de esos lunares non santos; pero, ¿hay posibilidad de abrir un proceso , ni de formar un tribunal para proceder á la clasificación de los buenos y malos? Nosotros entendemos, que en este terreno no se puede ir mas allá de lo que se consigna en el proyecto de Reglamento, porque proceder de otra manera no seria conveniente ni político. Nuestras aspiraciones se deben limitar á pretender que, de hoy en mas, obremos todos enteramente arreglados á lo que exigen de nosotros la conveniencia pública, el decoro, la decencia, la justicia y la moral. Para bien de las clases y el mejor servicio facultativo de las poblaciones, en los casos de vacantes, el Sr. Juste dice, lo siguiente: «El medio mas sencillo, y por el que se evitarían rivalidades entre las clases, sería hacer agrupaciones, en donde pagando las poblaciones lo que realmente les correspondiera segtm la importancia de su vecindario, por clasificación hecha al efecto, se colocáran en ellas los profesores que no tienen partido y los que vayan concluyendo la carrera (que por desgracia para las clases no son pocos) y, hasta tanto que hubiese un interesado en solicitar una de éstas, tenerlas como agregadas los profesores mas inmediatos.» Encontramos muy en su lugar el medio que propone nuestro amigo, para tales casos, y en su buen juicio comprenderá que, con el fin de estudiar y obtener la mejor solución en toda clase de asuntos, que interesan á las profesiones, importa muchísimo que demos á la Asociación la mas pronta y mejor organización posible; á que esperamos contribuirá eficazmente el Sr. Juste, y al que rogamos nos dispense por no dar publicidad á la letra de su comunicado que pudiera suscitar cuestiones personales, siempre enojosas, y algunas veces sin ningún objeto plausible. Juan Herrero. Nuestro amigo, el entusiasta y digno farmacéutico D. Anacleto Estéban. al