LA ASOGIAGIOx^. cargadas de su presentación al Gobierno, sino por otras circunstancias que seria prolijo enumerar y con las que siempre han tropezado nuestras clases, cuantas veces han acudido cerca de los poderes en demanda de protección para las mismas, AMÉN de procedimiento defectuoso, qué como siempre que se lia intentado, lo mismo se ha seguido, y que es de lo que varaos á tratar en los párrafos siguientes: Resulta, pues, que en todo tiempo — y como dice el articulista, al principio citado — las clases médicas han sentido con mayor ó menor viveza, la necesidad de asociarse, de reunir y concertar las voluntades y las fuerzas para su más completa instrucción, para el mejor servicio de la humanidad doliente y para la defensa de los intereses profesionales. ¿Como pues un pensamiento cuyas ventajas todos reconocemos, cuyas ánsias a todos alcanza, cuyas decisiones todos prometemos acatar, no obstante tan continuos y titánicos esfuerzos y repetidos ensayos continúa todavía en principio? Fuertes y algo más tal vez, pareceremos en esta parte de nuestro trabajo, pero nosotros que nos debemos á la santidad de nuestras convicciones, que no al halago ó desvío con que nuestros colegas en la prensa nos puedan mirar, arrostramos las consecuencias todas, absolutamente todas de cuanto vamos á decir, que hora es yá de que todos sepan el íin pr ' mordial que guiaba á algunos de los que más se interesaban por las anteriores asociaciones. Ahora, y en lo que de nosotros dependa, no han de llamarse á engaño las clases facultativas do alcance nuestra esfera de acción; si así y todo ven defraudadas sus ilusiones los impacientes, allá se las compongan con su bonhemie á que son arrastrados una vez más. Si detenidamente nos fijamos en la iniciación de estas agrupaciones, su desenvolvimiento y marcha, vemos siempre figurar á los periódicos profesionales, 6 más claramente hablando á los periodistas y escritores médicos en primera línea. Ellos con el santo fin de defender nuestros más santos intereses, inician, conciben, fecundan y dan á luz la idea bajo ésta ó la otra forma. Espuesta en magníficos artículos, en sublimes pensamientos, inflaman y enardecen nuestro entusiasmo de suyo asequible, por lo meridional, á cuanto pueda inspeccionar gratamente nuestro corazón, y que el otro procuró poner á nuestra vista también como un edén de dichos y venturas el que nos guarda con su nueva asociación, colegiación, federación, ó lo que sea: vienen luego una série de jóvenes entusiastas sí, pero sin la suficiente esperiencia, y que con sus melodiosos y patéticos artículos y discursos tribuni¬ cios, en periódicos y academias, quieren dar forma y consistencia á lo que el otro y oíros o^os yá han divulgado y proclamado com¿ única salvación de la clase, y aparecen po,. último arrastrados mas que llevados porque ir nunca irían, ignorando y haciendo caso omiso como siempre han hecho, del estado de la clase y su proletariado por las insinuaciones dfe los primeros y clamores de los segundos, los padres graves, es decir, las eminencias de nuestra ciencia, la aristocracia de nuestra clase impulsada, eso sí, por el interés que á todos despierta tanta abnegación y sacrificios tantos y temerosa de faltar m articulo mortis i los respetos y consideración que deben á aquella que tanto enaltecieron, ó que tanto los enalteció, — que yo en ello no distingo — y cuando con su benevolente actitud, bien pudieran recoger algun cargo de importancia dentro de la agrupación á que dan lustre, si otra cosa mas sabrosa que unir á las envidiables que gozan y disfrutan y que á nosotros los médicos de espuela no nos es dado gozar ni disfrutar. He ahí, en dos palabras la historia, el proceso de todas las asociaciones hasta hoy. ¿Falta algo más para que el cuadro sea completo? Sí. Faltan 500, 1000, 2000 entusiastas profesores que no han de fallar, y que cándidamente pensaron — y yó he pensado siempre — en la realización práctica del mayor idealismo práctico que el otro y todos persiguen á seguir como hasta aquí. La sustanciacion, el fallo, todos lo sabemos: mucho entusiasmo, animación, ruido, palabras, luego, desilusión, desencanto, decepción, después, ¡¡¡después, nadaül VI. No quisiéramos aludir á nadie intencionadamente, pero conocedores de las interioridades de estas grandes agrupaciones de médicos y farmacéuticos, veterinarios y practicantes, ocúrresennos tantas cosas que fácilmente pudiéramos hacerlo áun á pesar de nuestra buena fó; esto y el temor de cansar al lector, con el deseo también de llegar pronto al punto culminante á do ván encaminados estos artículos, hácenme sér todo lo lacónico posible; ¡harto tiempo tendremos, y sazón á la vez, si nuestras aspiraciones y deseos se realizan, de decir en el periódico cuanto se nos ocurra sobre el particular! Hoy no venimos á inculpar á nadie, todo lo contrario, protestamos y de una vez para siempre, de nuestra sumió sion, de nuestro respeto y de nuestro afectá todos, periodistas y no periodistas. El ma • como decía Balines, no está en las personas. Sinó en los principios: el mal, decimos nos¬ otros, no esta en los que iniciaron foraenta- cOJi y propagaron la idea de asociación, en la forma y manera como ésta se llevo , se lleva á cabo. Mas; si las tentativas de aso-