L\ ASOCIACION. «Recomendamos este caso al GoberDmioi, Teruel V le suplicamos que recomiende a] robierno para una prnn cruz, por su excesivo celo en el cumplimiento de su sagrada migioii al pei"i01, subdelegado de Medicina de ValdciTobres. . Al intruso puede premiarlo por su desfachatez al reírse públicamente de esa lev escrita v jamás puesta en práctica, que llaman Sanitaria.» Por nuestra parte quedan también rocomondados, pero falta saber si el inlrnso ha sido denunciado en forma, si en ella ha conocido el Subdelegado Sr. Villoro y si éste ba dado conocimiento de ello al Gobernador, sin lo cual, y por más que se llame la aíención de quien puede y debe evitar estos escándalos, sabe el apreciable colega, no siempre pue:/.e evitarlos un gobernador ni un subdelegado. I^síswss s«rá? -De nuestro colega el «líco de Teruel» cortamos: «Se asegura que un periódico profesional de los que se publican en esta capital, Ya á convertirse en político para defesder á capa y espada, las ideas conservadoras. De seguro que tendrá por inspirador algún santón de los que siempre han prometido la felicidad del país en provecho propio. Bueno es que la gente se anime» Tenemos verdadera curiosidad en saber quien es el colega y quien el santón que lo ha de inspirar. ¡Un cólera infii n(ii! — En el periódico local «La Unión» leemos lo siguiente: «Según un periódico, asciende á 50.000 el número de niños que han fallecido en toda España de la epidemia diftérica durante los dos últimos meses. Nada: un cólera infantil, y del que la opinión pública sin embargo, no se preocupa lo que debiera, para combatirlo eficaxm^nte. Y no ya la opinión pública; si que tampoco la ciencia ni las autoridades.» Miro, hermana, en lo de las autoridades estamos conformes, pero en lo de la ciencia. Dp; suponiendo que la ciencia soy yo, es deClr; si tomamos la ciencia por los que la ejercen, en ese caso me preocupa y muy mucho, que . maldita la gracia que me haría ver mi Partido invadido y tener que dejar estas aficiones por la esponja de cauterizar las fames a tiernos pequeñuelos. Y solo bajo este concepto me preocupa, que por lo demás, lo que la opinión pública: cien, doscientos, mil veci™s del porvenir menos ttivié importa? Pueblo ^y eu el partido de Albarracín que llegan á ti las defunciones por esta causa y aquí ieae usted un subdelegado que nada oficial¬ mente sabe, un gobernador que por lo mismo nada dispone y un pueblo que á todo dice, bien ta. Y tviti conten/ti. Y no me meto en el estado de salud en la capital y disposiciones que por ello se han tor mado. ¡iYa está buena la cuestión de sanidad ahír aquí, allá .Pero lo dicho, no me meto. EL FERBOCMUUi, C4 UTA YÜD-TER PEL ¡EL FERROCARRIL HA MUERTO! i ¡VIVA EL ferrocarril! ! «Subasta desierta. Están citados para mañana representantes TeruelZaragoza.» . (Telegrama recibido por nosotros el 7 por la noche.) Ya todos lo sabéis. El telégrafo, con su laconismo, nos dio á conocer el resultado de la esperada subasta. La del día 7, la segunda su- . basta para adjudicar la concesión de nuestro proyectado fer roc ci rril, quedó desierta. La fatal noticia, en su primera parte, mata una ilusión; pero si os fijáis en la segunda, resucita una esperanza; y esta es la que, con gran contentamiento nuestro, nos hace tomar la pluma con más confianza, con más entusiasmo, con más fé que nunca, persuadidos como estamos de : que ahora como nunca, con su muerte, el ferrocarril viene. Y que su muerte era inevitable, contra el parecer de los médicos de cabecera, nosotros que vimos al enfermo en consulta, ¡o teníamos previsto. Decíamos al final del último artículo: «Los hechos se encargarán de demostrarnos las dudas que entrevemos. No tenemos confianza, absolutamente ninguna, en la nueva subasta; y ello que á primera vista parecerá un gran ma!, tenérnoslo por la señal evidente de que el ferrocarril viene. El cómo, será objeto de otro artículo.» Y aquí nosotros para demostrarlo. Empero antes, y puesto que nuestros vaticinios se han cumplido, dejad que grite en mi entusiasmo sincero, y gritad conmigo los nuevos israelitas: el ¡ferrocarril ha muerto! ¡¡Viva el ferrocarril!! No hablemos de los muertos: si como jo;» fuérais médicos, menos aún querríais habteïn de ellos. Siempre hay por donde atacar adííjaern intervino en su curación; pues siemprfiiíbayj^b por más que nos duela, quien se com.plgseCjiuijq echarnos en cara nuestro poco acÍéMo¡,j; a^Mjiaiiriq dad y talento, muchas veces sifbtaetawi Mjflit«io en este caso, con ella ó fÍQugltaugudl ^aSBÍA lector toca decidir; mientras\^Q\aW.toÍíatiída» y