LA ASOCIACION. El misionero no se ha olvidado, gracias á Dios, de su misión, y de que no ha tenido alguna con Santa Eulalia y su estado con espuelas, porque en buen castellano fué llamamiento; á no ser que las invitaciones de Santa Eulalia y su estado sean imponentes ordenanzas de misión, á las que ha de esclavizarse el libre albedriodei P. Marroquín. (1) Veo que el señor médico de espuela no se ha olvidado de reproducir las paparruchas que han merecido el estigma del vilipendio común, y, ¿no sabe cómo apellida el Diccionario ai que inventa ó propala paparruchas? (2) A este género pertenece la afirmación de un médico de espuela, hecha á Ramón, su criado, «que Pió IX. fué masón». Si V. fuera médico de historia, bien seguro que tendría tanto rubor en estas doctrinas, como el que cubriría á un médico sesudo, si por descuido llamara pericarditis á un reblandecimiento de la médula. Los argumentos de su criado Ramón, son oportunísimos de quien sirve, y no á la ciencia. ¿Le parece al señor médico de espuela, que porque el príncipe de Gales, Glandstone, Sagasta y algunos más sean masones, el mundo debe ser masón? Atila y Nerón fueron crueles, luego el mundo debe ser cruel: Eliogábalo y Epulón, fueron gulosos, luego el mundo entero debe ser tragón, y así podremos continuar disparatando, siguiendo sus pisadas. (3) Los cristianos no son monos de imitación, y no siguen la conducta de los príncipes ni de los ministros, sí solólas enseñanzas de Jesucristo, explicadas y propuestas por la Iglesia católica apostólica romana. (4) Porque el P. Natalio argumentó contra la masonería, deduce el pobre Ramón, á quien bien podremos llamar Romón, que la masonería ha debido jugarle algún siniestro, que cuando tanto la conoce debe ser masón, y que también el Romoncito quiere ser masón. (5) tiñcar á una persona determinada escribiera: , me á ese Yurro del Ramo, siempre traducirían todos, deténganlo que es capáis de hacer una barrabasada. Por lo demás, en esto, no hago más que seguir á algunos acade'raicos, que aun lo hacen peor. Respecto al género á que pertenece, yo lo sacaré de dudas: usted pertenece ai género epiceno. (1) Pues sino se olvidó, tanto peor para usted; con una simple carta me hubiera evitado el disgusto que tengo en mí casa. Ahora resulta que mi mujer es furiosa marroquinista, lo cual que Dios quiera no haga con ella algún marroqmnicio. (2) Si son ó no paparruchas, usted se tiene la culpa. Haber dormido en su c;tsa que no la tiene tan lejos. (3) La reprobada lógica áeX post hoc, ergo prop ter hoc, hace años que no juega para nada, sustentarla ahora aplicándola al caso, sería lo mismo que yo me empeñara en sostener que porque ei P. Marroquín es soberbioso, todos los frailes lo son. Bien sabe también que expcirticídarihus nihil se'qmtur. Y á la sustancia, dejémonos de filosofías. (4) Perfectamente; pero usted está muy lejos de aquella mansedumbre y caridad evangélica del Divino Jesús. (5j Al llegar aquí, Ramón quiere hablar, pero yo Con este proceder, verá V. señor médico de espuela, como vamos á parar á los infiernos. (1) El P. Natalio hablaría también del robo, y el Romoncito se echaría á iudilgar discursos diciendo ú voz en cuello, «los ladrones han debido armar al Padre alguua celada, ya que los conoce tanto, el P. Natalio debe ser ladrón, yo, que soy un Romoncito, quiero ser ladrón». ¡Pobre Romoncito! (2) Mira, Ramón, criado de un médico de espuela estado de Santa Eulalia, el P. Natalio pintaría de sombras el lugar de los condenados, y poco lisonjera sería la frase para los precitos, sin duda, Romoncito de un médico de espuela, dirás tú para el sayal de tu capote «alguna zancadilla habrán cruzado los diablejos ai P. Natalio, cuando tanto habla del infierno, él ha debido estar allí; y yo, Romoncito de un médico de espuela, quiero ser diablejo, y condenado, y vivir en los infiernos». Lo sentimos por tí, pobre Ramón; pero si te empeñas,, que aciertes con el camino; y si vas en coche, que no se agrande tu deseada felicidad con un vuelco en los encrespados riscos del trayecto. Solo te pedimos que lleves allá un pito de moda, para convocar los masones á la logia, suponemos que alií habrá, y que dés tan poderosas pitadas, como la que tu amo, un médico de espuela ha dado desde las columnas de La Asociación. (3) Ya no dirá que le falto, un médico de espuela, que aquí está la reparación exigida al Padre Agustín Marroquí». No; eso no es reparación; es una vendetta con todos los sofismas, alegatos y mal encubiertas intenciones de quien espera la derrota del enemigo del auxilio extraño. Pero ahora, repetimos, que no ha lugar. Diga el Padre si su silencio obedece á otro género de resentimientos, y entonces se proveerá en forma. Respecto á la frase el estado soy y ó que tanta gracia le ha hecho y que á él ha servido para ridiculizar á personas y corporaciones respetables, allá él con su frailuna intención. Creemos que en el caso actual está bien aplicada. En los pueblos no lo paedo consentir. Sen l llevarnos á un terreno que el píiclre busca. (1] ¡¡Ave María Purísima!! (2) ¡ Donosa manera de discurrir! Argucias de doctrinario que no pasan. (3) Todo io poderosa que Uí-ited quiera, pero nunca tan criticada corno la falta de cortesía que usted ha cometido en el caso que nos o^supa.