EL PUEBLO nientes, porque tú conoces las necesidades de la comarca y estás en antecedentes de la vida de muchos hombres que intervienen en su política. — El. cariño ciega a Leopoldo — objetó Míllán — para ensalzar mis cualidades y considerarme como D. Preciso; prescindiendo de sus alabanzas, creo y entiendo que lo primero que deberíais hacèr es publicar un periódico para emprender una campaña verdaderamente liberal; después hacer un llamamiento a todas aquellas personas que sientan los mismos amores y tengan los mismos entusiasmos,, y, por último, si responden a vuestro líamaçniento, organizar el Partido Liberal Democrático, objeto de vuestros cariños y motivo de vuestras ilusiones. — Conformes con el pensamiento expuesto por Millán — dijo entusiasmado Asensi — editamos un periódico, hacemos campaña en sentido liberal, y si responden a nuestro llamamiento organizaremos un partido político. Ya no hay más que hablar; r»íinos a la; obra; a trabajar y que la suerte corone de éxito nuestra empresa. Con lo que había escuchado ya tenía bastante para saber lo que se tramaba; me retiré sigilosamente sin ser visto ni oído, esperando encontrar una ocasión oportuna para dar a la publicidad los secretos pensamientos de los fundadores del Partido Liberal Democrático del Bajo Aragón. Motiuo para un extraordinario. Han pasado tres años. En una noche del frío Diciembre, en que la melancólica Febea, envuelta en un nimbo nebuloso, enviaba sus mortecinos rayos sobre los lúgubres edificios de esta ciudad, se hallaban en una modesta, pero confortable habitación de la calle del Juego de Pelota, las mismas personas que en Julio de 1913 paseaban por la travesía de los puentes. Sus mentes se hallaban atormentadas por el recuerdo de los sucesos acaecidos durante ese lapso de tiempo, y sin poder resistir la preocupación que les dominaba, todas sus conversaciones versaban sobre el mismo tema. — ¡Quién nos había de decir hace tres anos — exclamaba Asensio — la serie de lamentables peripecias y dolorosos accidentes que habíamos de pasar! ¡Quién había de adivinar el constante y penoso trabajo que se tiene que realizar para organizaran partido político que sea aceptado por los amigos y respetado por los enemigos! Lo que menos nos puede importar — dijo Asensi — son los peligros y los dolores sufridos. Aquí me tienes a mí, que he derramado la sangre y he estado a punto de perder la vida, satisfecho de mi obra; ahí tienes a Millán, que ha sido sumariado y trasladado, contento de su suerte. — De todos, el que menos motivo de queja tiene soy yo — replicó Millán — ; es cierto que fui trasladado, declaro ingenuamente que hubo momentos que llegué a preocuparme de mi suerte; pero aquello fué como una nube de verano, que amenaza y no da. Resueltas favorablemente para mi persona, porque no había ningún hecho que pudiera ser considerado como constitutivo de delito, las diligencias previas que se instruyeron, quedé tranquilo; pero los andradistas, que pensaban tener el gato en la talega, se asustaron al verme libre; sospechaban que era yo el alma de aquel movimiento, creían que en cuanto yo abandonara esta ciudad dejaría de publicarse El Pueblo y se desharía el partido, como se disuelve la sal cuando se pone en contacto del agua, y no pararon hasta trasladarme. Con ello quisieron hacerme un mal, pero me han proporcionado un bien. —Va se habrán convencido los unos — insistió Asensio — de que no tenías la menor intervención en las cuestiones políticas, y se habrán desengañado los demás que aquel movimiento de protesta contra la dominación andradista no era privilegio exclusivo de una persona, sino que estaba latente en el pecho de buen número de bajo-aragoneses, pues ha bastado que nosotros le diéramos forma para que adquiriera cuerpo en toda la región. Así tenía que ser— continuó Asensi — porque no se concibe que en tan corto espacio de tiempo hubiera el partido liberal democrático alcanzado un triunfo tan grande como el obtenido en las últimas elecciones para concejales... — Conformes, pero creo — interrumpió Millán — que en vez de gozar nosotros solos de esas satisfacciones, deberíais hacerlas extensivas a todos vuestros amigos y correligionarios, y con motivo de entrar El Pueblo en el cuarto año de su publicación, sería muy conveniente tirar un número extraordinario con los retratos de todas aquellas personas que más directamente han intervenido en las luchas políticas, y con escritos de todos ios colaboradores explicando las ilusiones y los desengaños, las glorias y tristezas del partido en los pueblos más importantes del distrito, para que sirva de ejmplo y emulación. — Aceptada la idea — replicó Asensi — y no hay inconveniente en llevarlo a la práctica inmediatamente, siempre que el amigo Millán se encargue de escribir un artículo explicando ios orígenes del partido liberal democrático. — La amistad tan grande que me une a vosotros — le contestó Milíán — y el cariño que os profeso impiden que os niegue ningún favor, pero hace dos años que vivo ausente de esta tierra y durante ese tiempo he estado alejado del periodismo, por cuyos motivos ignoro los hechos más culmiminantes y he perdido la costumbre de escribir para el público, a pesar de ello, para daros a conocer la buena disposición de mi ánimo, no tengo inconveniente en hacerlo si me facilitáis los datos necesarios y rae prometéis guardar el secreto de mi intervención en este asunto. . — No hay necesidad — dije entrando de repente en el gabinete y tomando parte en la conversación — de facilitar ningún dato, ni andar con tapujos, Conozco vuestro pasado, comprendo vuestra situación presente y reúno las suficientes condiciones para llenar ese cometido. Me explico vuestra natural sorpresa y adivino vuestro justo deseo de saber quien soy. Me llamo Harmonía, y me encuentro siempre en los sitios donde reina una franca, noble y sincera amistad, desapareciendo en cuanto la amistad es hipócrita o la enemistad es encubierta. Para ganar vuestra voluntad y tranquilizar vuestros ánimos, os daré a conocer mi pensamiento, que no es otro que reproducir lo más fielmente posible vuestras mismas conversaciones. Con ello cometeré algunas indiscreciones, pero no serán de tal naturaleza que podáis consideraros agraviados, ni tendréis motivo para quejaros de la confianza que en mí habéis depositado. Si os parece bien, espero que me otorguéis vuestro consentimiento.