EL PUEBLO — Lo tenéis desde este momento — dijeron los tres al mismo tiempo — pues es preciso que ese escrito esté hecho antes de primero de Enero próximo. — Lo tendréis en vuestro poder con la debida anticipación para que lo examinéis con detenimiento; si lo encontráis aceptable, publicarlo, y sí no, con echarlo al cesto de los papeles inútiles nada habéis perdido. Dicho esto me retiré. 'Desde la puerta oí que Asensi preguntó: — ¿Quién será ese Harmonía? y que Millán le contesto: — No lo sé, ni nos importa; la cuestión es que nos sirva, y creo que no debemos romper el misterio que le rodea, no sea que por satisfacer una pueril curiosidad le proporcionemos algún perjuicio. Obligado epilogo. He cumplido la promesa y el artículo está escrito. En la vida del periódico hay motivos preciosos para hacer diversas e interesantes crónicas: en el desenvolvimiento de la política liberal del distrito Alcañiz-Híjar hay hechos gloriosos que deben darse a conocer, pero no he querido privar a los redactores de El Pueblo, ni a los asiduos colaboradores del periódico, de la satisfacción que habrán de experimentar al ser ellos los encargados de relatar hechos y sucesos tan importantes y que ocupan un puesto preferente en la historia del Partido Liberal Democrático del Bajo Aragón. En las palabras pronunciadas en el seno de la confianza por tres personas que emplean sus ratos de ocio paseando tranquilamente, y en los recuerdos evocados por tres amigos que en la mayor intimidad dan rienda suelta a los sentimientos de sus corazones, he hallado un tema inocente, al par que curioso, para llenar unas cuartillas. No tengo interés en dar a la publicidad este artículo; pero si lo consideráis digno de ocupar un modesto sitio en el extraordinario que pensáis editar, os estará agradecido Harmonía. bas dos políticas Afirmar una vez más que los caciques son malos, antójaseme pueril y ridículo. Todo buen español se lo sabe de memoria. Pero Jo que no sabe es que aquí, en esta malhadada tierra, el señor cacique es el pusilánime, el timorato, el hombre de orden, el austero, el bueno; el que por una frase atrevida o un movimiento inadecuado se persigna santa y piadosamente una, dos y tres veces... La vida engañosa y prosaica con sus ingénitas rarezas ha ido formando en este plácido feudo de Andrade una gran legión de hipócritas, de aduladores y serviles que sin escrúpulo alguno ponen al servicio de los egregios pontífices de la reacción todas las malas artes que conocen y que no son pocas. Duchos en todos los bajos ardiles que consigo lleva aparejada una política rastrera y eternos cultivadores de la lisonja y de la insinceridad formaron un partido retrógrado con todos los tránsfugas de los partidos aquí conocidos, y a este partido le die¬ ron un nombre, una significación; se atrevieron a bautizarlo con el nombre de liberal-conservador, cuando nunca ha sido otra cosa que una cofradía de personas adictas a un hombre qaie se prestó buenamente a ser el portavoz de sus anhelos y de sus legítimas aspiraciones, a cambio del acta do diputado. ¿Hizo bien o hizo mal' el Sr. Andrade en aceptar la representación , de esa comunidad? Allá él con sus escrúpulos y con su conciencia. Yo ni lo sé ni me importa; tan sólo creo que un monárquico ferviente no debe nunca servil intereses antidinásticos. Público y notorio es que el sesenta por ciento de los que le votan son furibundos jaimistas, mas este hecho, como otros muchos, son o deben ser de poca monta cuando do tal forma se consienten y de tal modo se aplauden. Y es que la mecánica de nuestra política nacional es tan comí- D. RICARDO ASENSIO PARICIO Presidente del Círculo Obrero Liberal de Alcañlz y Redactor de este semanario pleja que se presta a múltiples e indecorosas combinaciones en todos los órdenes, en todos los terrenos y en todas partes. Pero donde mayor es la corruptela, donde más se destacan las impurezas sociales es precisamente en el campo llamado de la moralidad y del orden, en el campo de los buenos. Los partidos avanzados tendrán también ciertos lunares, pero no amparan las felonías ni protegen a los bandidos. Esa misión está reservada para los indelicados, para los desaprensivos, para todos aquellos que hacen de la política templo de ruines mercaderes y punto de conversión de toda clase de concupiscencias. Estos pueden y deben hacer tales cosas. Yo no puedo avalorar, porque no las conozco, las condiciones morales que atesora cada uno de los individuos que componen esa agrupación autodenominada andradista. Me basta saber que entre las víctimas causadas por ella están los nombres de personas queridas, de amigos del alma que comparten conmigo la noble tarea de levantar voluntades, iluminar entendimieñ-