- ' rrtriír" EL PUEBLO das, disfrutaba nuestro país una tranquilidad absoluta. La situación económica era próspera, las artes y las ciencias se cultivaban con esmero, la industria y el comercio adquirían incremento, en una palabra, España era culta, fuerte y poderosa. Pero seguid hojeando la historia y encontraréis gobiernos mediocres y malos. En esta época desaparece la tranquilidad pública; los derechos individuales y sociales son violados y ultrajados; la Hacienda pública no puede soportar todos los gastos, aparecen los empréstitos y comenzamos a dar caídas cada vez peor, hasta que el destino nos ha dado otros gobiernos. Concretándonos a nuestro pueblo, hemos padecido y padecemos una gran crisis política. Durante varios anos carecimos de partidos políticos organizados. El partido liberal, fallecidos sus últimos jefes, se deshizo, retirándose los liberales a sus respectivas casas. La mayor parte de sus habitantes estaban dominados por abulia. Los proletarios, reflejándose en sus rpstros huellas de malestar social, sufrían una esclavitud odiosa, impropia de los romanos. La clase media soportaba todos los gastos, además de un sinnúmero de vejaciones, y únicamente algunos potentados, uncidos al carro triunfal del caciquismo, eran los que disfrutaban del bienestar de la vida. Al no haber ideas ni partidos políticos, venía por consecuencia un? administración pésima de los intereses concejiles. Cada dos años se renovaba el Ayuntamiento, entrando a regir los destinos del pueblo distintas personas, pero con la misma marca del caciquismo imperante. Unas cuantas personas sin ideas fijas, sin orientación determinada, y aprovechándose del letargo de sus habitantes, se apoderaron del gobierno de la ciudad. No se movía hoja del árbol sin el beneplácito del cacique. Todos ios deslinos y cargos públicos eran otorgados por el mismo a unos cuantos seres desgraciados que le seguían, igual que el perro a su amo, para aprovecharse de las migajas que arrojase éste. El pulpo caciquil extendía sus tentáculos a todas partes, absorbiendo la vida en todas sus manifestaciones, y aquel que protestaba de un estado de cosas tan deplorable, era ahogado, haciéndole la vida imposible. De seguir así, nos habríamos encontrado dentro de breves' años con una población pequeña, puesto que la mayor parte de sus habitantes hubieran tenido que emigrar a lejanas tierras para poderse comer un trozo de pan con el sudor de su frente. En est« estado de cosas reaparece el nuevo partido liberal democrático. Partido Liberal Demócrata. Para acometer empresas grandes es preciso que las personas encargadas de ellas estén dotadas de una gran serenidad y^vaíentía. Organizar el partido liberal y devolverle su antiguo esplendor era una obra magna erizada de muchas dificultades. El cacique fortificado en su guarida acechaba a quien diese la voz de alarma. No obstante, unos cuantos jóvenes, llenos de entusiasmos yen la ed^d de las ilusiones, despreciando los inconvenientes avisan el peligro que corre nuestra ciudad; amparados por la Constitución y las leyes, comienzan la propaganda de las ideas liberales. A los pocos días vimos que nuestra semilla era fructífera. Buscamos al pueblo honrado y trabajador y éste acu¬ dió solícito. Continuamente recibíamos estímulos para que continuásemos hasta el fin. Mientras tanto aparecen las dificultades. El cacique, cual un león hambriento, sacude sus melenas y comienza a dar zarpazos a diestra y siniestra al ver arrebatársele su presa. Individuo que caía bajo sus garras era despedazado sin piedad ni compasión. Sin embargo, todo era inútil. Pòr cada uno que caía eran cien los que acudían. Cada víctima del partido liberal era aumentar el entusiasmo ele sus correligionarios. Como en los tiempos de Nerón, se suceden sacrificios para conseguir acallar el entusiasmo liberal. El resultado aparece contraproducente, pues todos los días aumentan el número de correligionarios. Círculo Obrero Liberal. Con el fin de ayudarnos mutuamente y cambiar impresiones los que profesen las ideas liberales decidimos fundar un centro que nos sirva de reunión. Esta idea, lanzada a los cuatro vientos, fué acogida con júbilo. Hoy día cuenta el Círculo Obrero Liberal al pie de 700 socios. El artículo primero' de su Reglamento indica el fin para que fué fundado. En dicho Círculo pasan los socios ratos agradables jugando a juegos lícitos. La clase trabajadora va uniéndose lentamente para conseguir su mejoramiento social; los domingos y días festivos se dan conferencias a los socios para inculcarles las ideas de cultura, moralidad y orden. Como complemento de la obra se reparten socorros mutuos a los socios enfermos. Esta es la obra del Círculo, dicha en líneas generales, por no dar demasiada extensión a este artículo. Ideal del partido. Ni somos ambiciosos ni queremos nada para nosotros. Como jóvenes y entusiastas queremos para nuestro pueblo y para la Nación un país próspero y libre. Deseamos acabar con el caciquismo que comenzando en la capital termina de un modo más terrible en los pueblos pequeños. Al ser liberales demócratas pretendemos que la Ciudad del Guadalope fuese libre; que al Ayuntamiento fueran llevarlas personas dignas, nombradas por sus habitantes, no por el cacique, y que laborasen por el interés de la población. Que al frente del distrito tuviéramos un diputado liberal demócrata defendiendo en el Parlamento la democracia y al mismo tiempo los intereses del distrito. En una palabra, quisiéramos que todos unidos y guiados por la libertad y democracia contribuir al engrandecimiento de Alcañíz y su distrito. De esta manera, cuando llegara un forastero a esta población podríamos decirle: señor, en este pueblo cuyas plantas pisa es una población libre. Ignoramos lo que es cacique; los cargos concejiles y los destinos públicos son otorgados a las personas de más valía; no hay miseria, puesto que los trabajadores ganan un jornal lo suficiente para atender a sus necesidades, y al que no puede ganar, por estar impedido la Beneficencia pública y particular se encarga de él; los servicios públicos están bien atendidos; los partidos políticos están rectamente organizados; no hay odios, rencores ni venganzas personales, puesto que todos se dispu-