VI ALBUM CERVANTINO ARAGONES tratos fieles de personajes determinados. Autoridades lite-, rarias^ que no admiten refutación por la solidez de sus juicios^ han demostrado que Don Quijote no es un retrato caricaturesco del Emperador^ ni aun siquiera de un humilde hidalgo de lugar; ni ninguno de los demás personajes de la novela inmortal son retratos en el sentido recto, y para el caso sentido harto pequeño, de la palabra, sino que lo son en el sentido amplio y levantado de que los rasgos distintivos con que nos los muestra el autor son los de otras tantas variedades de la familia humana de entonces, y de ahora, y de siempre, que es por lo que son imperecederos á nuestros ojos y tan fácil nos es identificarlos con los tipos reales que la vida nos depara á cada paso. No se la hubiera dado Cervantes tan duradera á sus personajes si sólo hubiera pretendido retratar en ellos seres reales, que, de ser fiel el retrato literario, hoy nos parecerían arcáicos ó nunca tan modernos como nos parecen los del Quijote, á pesar de los años que cuentan. Vivos y modernos nos parecen también los personajes retratados por Velázquez, porque éste, y en ello está su mérito incomparable, hizo resaltar, como al través de los rasgos particulares del individuo, ó por medio de ellos mismos, aquellos rasgos del tipo social y de la raza que son más permanentes. El estudio que suponen esas variedades de la especie en lo físico y en lo moral, es la razón del valor estético de tales obras artísticas y literarias. En tal sentido, no puede caberle duda á nadie de que están vistos en la realidad Don Quijote y Sancho, el Cura y el Bachiller Sansón Carrasco, el Ventero y la Maritornes, la caterva de viandantes que por las páginas del libro desfilan, los ingratos galeotes, y, en fin, los magnánimos Duques y sus divertidos servidores. Con ese convencimiento estudió y anotó el Quijote el erudito escritor D. Juan Antonio Pellicer, el cual acertó