Fachada de Nuestra Señora de Veruela Silla, en Fanf ría ; del Puy, en Mallén ; del Cantal, en Oliete; del Castillo, en Fuendejalón ; del Rosario, en Villarreal del Campo ; del Castillo, en Montalbán ; de Matamala y de Bonastre, en Quinto ; de la Carrasca, en Blancas ; de Cabanas, en La Almúnia; de Salas y Cillas, en Huesca; de la Peña, en Calatayud ; del .Tremedal, en Orihuela ; del Pueyo, en Barbastro; de la Veg-a, en Alcalá de la Selva ; de Sigena, en su Monasterio' ; de la Peña, en Graus y muchos más que no menciono, por no hacer la lista interminable, que en todas las comarcas de nuestra bendita tierra brillan como los faros dlonde se ha concentrado toda la fe y toda la piedad de nuestro pueblo, y son como las torres y atalayas desde las cuales la Virgen, que es la flor de los campos y el lirio de los valles, florida como la vid y bella como la rosa, guarda los frutos de la tierra y mantiene con la fe y la paz de los hogares la prosperidad de los pueblos. \ Influencia bienhechora de esos Santuarios Esos Santuarios marianos, han ejercido, durante siglos, en la vida religiosa y social ide nuestros pueblos, una influencia eficacísima; y saludable. Son el exponente y el símbolo de la más alta espiritualidad y foco que ha irradiado la luz de Ja - fe sobre nuestros pueblos, avivando el sentimiento religioso ; y con frecuencia, el amor a su Virgen que grabó con caracteres indelebles la madre con el calor de sus caricias, ha sido la tabla salvadora para muchos en el triste naufragio- de sus creencias, el anillo que aun mantiene unida su inteligencia a la vieja religión de sus padres y la última centella en la noche de la fe agonizante. A esos Santuarios acuden los pueblos en piadosas y poéticas romerías en los días floridos dte mayo, por caminos y sendas que se deslizan entre los campos llenos de mieses ondulantes y doradas, entre las viñas pomposas y los montes verdes y olorosos, bajo el cielo luciente y alegre, en mañanas encantadoras festejadas por el canto de los pájaros, por los gorjeos de la alondra que desgrana sobre su nido el rosario de sus trinos melodiosos y dulces. A esos Santuarios acuden en rogativas de penitencia, cuando la desgracia extiende sobre sus casas y sobre sus tierras sus negras grandes alas, en los idías tristes de calamidades públicas, de pestes, de duelos, de miserias, de tormentas, de guerra. En esos Santuarios, que son el hogar y la casa solariegcL de cada comarca, se juntan los pueblos para celebrar Jas fiestas más solemnes y emotivas y se re¬ nuevan afectos y amistades, estableciéndose entre ellos lina verdadera hermandad. A su sombra y por su benéfico influjo nacieron instituciones benéficas y sociales, de mutualidad y cooperatismo, y la vida entera de los pueblos, sus tristezas y sus alegrías, sus duelos y sus esperanzas, sus fiestas y regocijos, en el santuario de la Virgen, al pie de su Imagen, han tenido su expresión más conmovedora, honda y elocuente. El nombre de la Virgen va unido a todos los sucesos de su historia y su recuerdo dura siempre y triunfa de la indiferencia, de la ausencia, del egoísmo, y lejos de la tierra nativa, hacia el santuario de la Virgen que arrulló su infancia y donde asistió a fiestas y romerías inolvidables, se vuelve con deseo nostálgico el corazón y vuela el alma del ausente. Entre las ruinas de la impiedad y ' de la indiferencia religiosa florece el amor a su Virgen y su devoción flota sobre el mar tormentoso de las pasiones, en el cual tantos sentimientos y afanes nobles y santos naufragaron. De esos Santuarios brota un vierto de Pentecostés, de espiritualidad que regenera, levanta y ennoblece la vida de los labradores encorvados sobre la tierra en un trabajo constante y penoso, y derrama algunas gotas de poesía en el fondo gris de su existencia. La desaparición de esos Santuarios, la cesación del culto y de las fiestas de la Virgen sería un g-olpe rudo y fuerte para la religiosidad y regeneración cristiana de nuestra región. Barbarie impía Hoy — y es triste decirlo — ■ muchos de estos Santuarios de la Virgen, ungidos por las lágrimas y santificados por los sentimientos más nobles y las plegarias más fervorosas de muchas generaciones ; muchos de estos Santuarios marianos, ornamento1 el más preciado de nuestra tierra, que resistieron durante siglos la tormenta de muchas guerras y trastornos, han sido profanados, saqueados, incendiados por la barbarie marxista. Todos los Santuarios de la zona aragonesa invadida por los rojos han sufrido el ultraje die su furor impío. El marxismo- materialista, grosero, salvaje, sacrilego, que es la síntesis y la concreción de todo lo más bajo y bestial de la naturaleza humana, no ha respetado nada, ni esos templos y santuarios de la Virgen, donde no sólo alienta la religón, sino florece el arte, y perfuma la poesía, y santifica el dolor, y palpita con pulsaciones las más fuertes y profundas el corazón de los pueblos. Yo no quiero creer, me resisto a creer que hayan sido hijos dte nuestra tierra los que hayan cometido estos desmanes, pisoteando los raási puros sentimientos, los recuerdos más bellos. Por honor de nuestra tierra siempre noble, hidalga, cristiana y generosa, quiero creer que ha sido gente extraña la que ha cometido esas profanaciones horrendas y deshonrosas, verdaderos crímenes contra la Religión, el Arte, la Patria y la humanidad. Empresa renovadora En la nueva España que amanece entre esplendores y arreboles de gloria, hemos de buscar el aliento-, el impulso creador y fecundo, la fuerza imperialista, la restauración Abside de la ermita de Nuestra Stñora de Foces 224