i « 3, MHWIi Imagen de Nuestra Señora de la Peña que se venera en Calatoyud groso, y la historia de estas apariciones es sugestiva y encantadora. Alguna es descubierta en las ríen tes márgenes del Gállego, por una humilde mujer, atraída por los melodiosos trinos de un pájaro, como Nuestra Señora de Cogullada. Otras aparecen con aparato bélico sobre los muros amenazados de las ciudades, como la Virgen del Portillo, o para salvar a los soldados de la fe, como la del Castillo de Alagan ; otras huyen de los pueblos deshonrados por graves pecados y aparecen en otros lugares, como la de Rodanas en Epila, que huyó de Francia, y la de Magallón que huye de este pueblo para poner su trono en los montes de Leciñena; otras son descubiertas prodigiosamente por los labradores en los surcos trazados por las yuntas, como la del Cid en la Iglesuela, la de Pelarda en Olalla y la del Campo en Villafranca ; otras remontan milagrosamente el curso de los ríos, comió la de la Ola en Pinseque o flotan sobre el mar, para guiar a puerto seguro a los navegantes, como la del Mar en Encinacorba, o^ salvar a príncipes y caballeros de graves peligros, como la de Veruela; muchas aparecen nimbadas por luces celestiales y festejadas por músicas' y cantos angélicos a pastores, a humildes' mujeres, a sencillos labradores, sobre diversas plantas y árboles, sobre una ginestra como la de Lagunas, en Cariñena : sobre una aliaga, como la de este nombre en Cortes de Aragoni ; sobre un. sauce, como la del Salz, en Zuera; sobre una zarza, como la de la Fuente, en Peñarroya, y la de ese nombre en Aliaga; sobre un olivo, como la del Olivar, en Estercuel ; sobre una sabina, como la de este nombre en Farlete. De este modo prodigioso, la Virgen iba descubriendo a los cristianos después de la reconquista de sus comarcas y pueblos, aquellas imágenes que la piedad cristiana ocultó para impedir su destrucción y profanación, en los días angustiosos de las invasiones y guerras sarracenas. El materialismo naturalista de nuestra época y los que por ironía se llamaron, espíritus fuertes, se burlan, neciamente de estas bellas historias, que no pueden comprender ni saben gustar su dulzura; el ciego no sabe de colores, ni el sordo de armonías. Una hipercrítica fría, seca, demoledora, tal vez relegue estas apariciones a la categoría de piadosas leyendas, y hasta afirme que son creación de la ignorancia y del fanatismo. Muchas de estas apariciones milagrosas han sido atestiguadas por, documentos auténticos y por historiadores y escritores ilustres. Todas están afirmadas por una tradición constante que visiblemente se mamfiesta en los santuarios erigidos, en las fiestas, en el culto permanente, en la devoción fervorosa; y si por el fruto se conoce el árbol, estas bellas narraciones, leyendas o historias han sido fuente de consuelos, de esperanzas, de santas alegrías, de emociones inefables y confortadoras, inspiración de virtudes, de actos de piedad, de regeneración espiritual, de. santos sentimientos, y luz celestial que ha disipado las sombras y tristezas de la vida y perfumado con flores de divina fragancia este desolado desierto de la tierra. Extraordinario número de Santuarios marianos en Aragón El número de estos Santuarios aragoneses es extraordinario. ¿Quién no ha, oído y no recuerda su nombre? Además de los ya citados, están el de la Sagrada, en Monzalbarba ; de Zaragoza la Vieja, en Burgo de Ebro ; del Pueyo, en Belchite; del Aguila, en Paniza; de Monserrate, én Fórnoles ; d'e la Peña, en el Moncayo ; de las dos Aguas, en Nonaspe ; de Misericordia, en Borja ; de Sancho Abarca, en Tauste ; de la Oliva, en Ejea de los Caballeros ; die Monlora, en Luna ; de la Langosta, en Alpeñés ; de la Sierra, en Herrera ; de los Pueyos, en Alcañiz ; de Arcos, en Albalate del Arzobispo; del Pueyo', en Villamayor ; del Carrascal, en Plenas; del Castellar, en Torres de Berrellén; de la Santuario de Nuestra Señora del Pueyo en Barbastro ( Copia de un grabado antiguo) 223