ESPAÑA VISTA POR LOS EXTRANJEROS Un emoajador polaco en la Corte de Carlos V EL obispo de Chelmno, Juan Dantisco, que estuvo en la Corte del Emperador español, con algunas interrupciones, de 15 19 a 1532, había nacido en la ciudad de Dantzig el i." de noviembre de 1485, educándose en Cracovia. Antes de entrar en la carrera diplomática peleó contra los tártaros y viajó por Siria, Palestina, Arabia y Grecia; asistió como secretario de Segismundo I, en 151 5, al Congreso de Viena, después de cuya actuación se le designó para la embajada en España, y a su regreso de nuestro país fué nombrado obispo de Chelmno, muriendo en Frauenberg el 27 de octubre de 1548, a losi sesenta y tres años. Poseía un carácter observador, un tanto escéptico, perspicacia para el conocimiento de los hombres y cultura suficiente para exponer sus observaciones con amenidad. Sus costumbres no estaban muy a tono con su condición. En una carta de Hernán Cortés desde Santo Domingo, se encuentran alusiones a comunes aventuras corridas en Madrid, poco edificantes. Antes de ordenarse, Juan Dantisco tuvo una hija natural en Isabel Delgado, viuda de Miguel Navarro Azpilcueta. hermano del famoso don Martín, doctor de Salamanca. Esta hija de Dantisco casó, a los doce años, con Diego Graciáu Alderete. secretario del Emperador. Hablando de la Corte española en una de sus cartas al Vieecanciller obispo Pedro Tomicki, Dantisco dice: "Mi amo, por indicación vuestra, me envió como a tierno infante (en nuestro país llaman gregoriano) a las escuelas que hay en esta Corte, donde se enseñan cuatro facultades : Paciencia, Incredulidad, Disimulación, y última y principal. Mentira descarada. Yo me sé cuánto he adelantado en la primera ; de la segunda escucho lecciones todos los días. En cuanto a las dos últimas exigen más sutil ingenio del que yo tengo, y nadie puede adelantar en ellas si la naturaleza no le dotó de vocación. Suplico, pues, a Vuestra Reverendísima que interceda con S. M. para que, ya que estoy medianamente instruido en las dos primeras, si aquí permanezco más tiempo, no logre la malicia vencer a la naturaleza en las que me faltan. Créame Vuestra Reverendísima; aquí hay una maravillosa academia de manejo de negocios. Bienaventurado el que entiende". De la correspondencia diplomática y familiar de Dantisco se publicó gran parte en la colección de Gorski titulada Acta Domjcianu, de cuyos 27 tomos imprimiéronse nueve, de 1852 a 1876, por los cuidados del historiador Dzialynski y de su hijo. Entre esas cartas están las de Dantisco referentes a España, escritas en latín, la mayor parte dirigidas al rey Segismundo; se hallan en los tomos IV, V, VI. VIII y IX. El principal objeto del viaje de Dantisco a nuestro país fué venir a defender en la Corte Imperial los derechos a la sucesión del Diucado de Bari y custodia de los castillos de Nápoles en favor de Bona. esposa de Segismundo, como hija de Isabel de Aragón, duquesa de Milán y de Bari y princesa de Rosano, y además representar a Polonia en los trabajos para la alianza europea contra el turco, auxilio de Carlos V contra el Gran Maestre de la Orden teutónica y defensa del nuevo Príncipe de Prusia. El 19 de septiembre de 1524 llegó Dantisco por tercera vez a España. Antes de llegar a Valladolid, donde estaba la Corte, encargó hospedaje, proponiéndole la casa de un clérigo, sin cocina ni cuadra, u otra habitada por dos cortesanas, sin comodidad ninguna, tomando al fin un alojamiento capaz, aunque sin muebles, por el que debía pagar tres ducados mensuales. El 25 de noviembre se trasladó a Madrid con la Corte, y allí también tuvo que amueblar por su cuenta el alojamiento, costándole la cama 5 ducados, dos tapices, paramentos y cubiertas para las acémilas. 10; los platós y escudillas para la mesa, 12 ; cuatro vasijas de plata y el vaso en que se enfría el agua, más tres copas, 45 ; y las telas de invierno para él y sus criados, 24 ; "porque aquí, dice, sólo se tiene lo que cada uno trae". Hizo al punto amistad con el gran canciller don Mercurino Arborio Gattinara, a que en 1529 debía nombrar cardenal el Papa Clemente VII, cargo; que le duró poco, pues murió al año siguiente. Gattinara no era, como la mayor parte de los del séquito del César, hombre interesado, de los que no empujan el carro si no los engrasan. Le prometió su apoyo cerca del Emperador, sin querer aceptar sin su permiso unas pieles cibellinas que para él había traído por conducto de los Fúcares, pieles que el embajador polaco tuvo que guardar por espacio de cuatro años hasta que pudo darlas a la Emperatriz. La recepción oficial de Dantisco se retrasó a causa de las cuartanas que padecía el Emperador, celebrándose el 2 de diciembre de 1524. Después de misa, sentado y en presencia del embajador de Inglaterra, de Gattinara y de otros personajes, Carlos V recibió a Dantisco, al doctor Bork y demás compañeros de embajada, los cuales, arrodillados, prestaron juramento ante el Crucifijo y los Evangelios. Luego que hubieron jurado, el Emperador les tendió las manos con los dedos entreabiertos, para que cada uno de los enviados entrelazase con ellos los suyos. Había Dantisco visitado a Lúteo, de quien decía era un endemoniado, a su paso por Wittemberg en 1523, y al llegar a España,- defiriéndose al hereje, escribía: "Aquí no se permite ni nombrar a Lutero porque inmediatamente acude Vulcano (la Inquisición) y tapa la boca. ¡ Ojalá pueda extinguirse de nuevo la peste luterana, que todo lo tiene infestado !" Con la Inquisición tuvo Dantisco algunos tropiezos, por haber prendido a dos criados suyos, que per-, manecieron cinco meses en la cárcel a pesar de las promesas que de libertarles le diera el Emperador. Al cabo de todo aquel tiempo . logró que los soltaran, pero dice el embajador que ello no se hizo sin que el Emperador diese un Obispado a uno de los inquisidores. No las tenía todas consigo Dantisco temiendo no llegar a salir incólume de España sin un salvoconducto del Emperador, "pues los de la Inquisición, decía, hasta que consiguen sus interesados fines, suelen poner' asechanzas a aquellos contra quienes una vez concibieron odio o sospechas, sin importarles de nadie mientras alcanzan sus provechos. ¡ A tanto les arrastra su ciega codicia ! Claramente se vió en la persecución de los dos agentes de los Fúcares, buenos jóvenes seguramente a los que acecharon sólo por ser alemanes y por haber dicho quién era Lutero; pero más en particular porque, prendiéndolos, esperaban coger mucho dinero. Lograron prevenirlo huyendo a Portugal, pero corrieron gran peligro". En carta de octubre de 1526 vuelve Dantisco a referirse a sus tropiezos con la Inquisición, contando que dos años antes tenían el doctor Estanislao Bork y él en Madrid amplio alojamiento en casa de un judío reconciliado con la Inquisición, con cuatro hijas solteras y una casada, con la que trataba el Obispo de Osma, confesor del Emperador, de la Orden de Predicadores, que hasta vivía en su casa, acudiendo a ella las hermanas solteras. Al marcharse el doctor Bork y dejar su habitación quiso ocuparla otro predicador de S. M.. llamado fray Miguel, que había conocido a las muchachas en sus visitas al embajador polaco. "Pasó el tiempo, escribe Dantisco, y como uno de mis criados, más curioso por innata malicia, entrase algunas veces, al pasar, en la habitación de las jóvenes y encontrase al padre Vicente, de la misma orden, que, quitados los hábitos, triscaba con la mayor, se empezó a formar otro juicio: y más cuando se vió a dos de ellas frecuentar la casa en que vivía el confesor del Emperador, entrar al anochecer y salir al alba, quedarse a veces tres días con sus noches y traerlas continuamente los pajes del confesor fuentes de alimentos que se llevaban vacías, como suele hacerse en semejantes andanzas, con otros muchos indicios, fundamento de legítimas sospechas por más que propalaran que eran parientes". 64