Magnífica perspectiva se divisa desde las torres del Pilar, destacando graciosamente la hermosa cúpula central. (Foto Lozano) Ventura Rodríg-uez, dejando proyectada la decoración general de las naves en dibujos que se conservan y que fueron los que después se llevaron a la, práctica casi al pie de la letra, comenzando en 1861 por la portada de la capilla de San Braulio con motivo de erigirse el mausoleo del arzobispo don Bernardo Francés, y siguiendo el dictamen de los arquitectos don José Yarza y don Pedro Martínez Sangrós y el prestigioso pintor don Bernardino Montañés. Pero ahí hubo de localizarse la "obra del Pilar", hasta que tres años más tarde, rigiendo la diócesis el por tantos conceptos ilustre Cardenal Fray Manuel García Gil, recibió de Madrid un anónimo donativo de cuarenta mil duros con destino a los trabajos que se creyeran más urgentes. El Cabildo añadió a tan espléndida limosna medio millón de reales y al sígnente año se comenzaron los trabajos, que no viene al caso enumerar, y que dieron motivo a que, caldeado el entusiasmo, se convocaran reuniones y se designara una Junta de lo que ahora se dice "las fuerzas vivas", dirigiéndose en cortés mensaje para que aceptara la presidencia de honor la reina Isabel 11 y nombrando tres comisiones para arbitrar recursos en la ciudad, en la provincia y en el resto de España y Ultramar, alcanzando^ éstos en menos de dos meses y sin salir de la capital, arriba de millón y medio de reales. Otra comisión de técnicos la integraron los arquitectOiS José Yarza, Mariano Utrilla, Juan Antonio Atienza, Mariano López y Pedro Martínez Sangrós, quienes pronto presentaron al señor Arzobispo una memoria proyecto, acompañada de un modelo en madera de pino forrado de tela, para la transformación de las cuatro bóvedas por arista, del recinto exterior del coro catedralicio, y manifestando en el oficio de remisión — según refiere el canónigo Mullé de la Cerda en un curioso librito — "empezaban el estudio del proyecto de la cúpula principal", cuyo hueco se llenó hasta entonces por un cascarón. Es esta la primer referencia que sabemos de su erección, aunque ya aparece en el proyecto de Ventura Rodríguez. Empresa era ésta que debió de preocupar no poco en aquel tiempo en el que por las calamidades que llevaba sobre sí España, habíanse perdido las fórmulas de los grandes constructores de siglos anteriores. Se pensó que se hiciera en hierro, material que ya entonces se vislumbraba su posterior importancia ; con buen criterio se desechó la "luminosa" idea, "no sólo para dar así ocupación a jornaleros y artistas, sino también porque como obra monumental, era preciso darla la permanencia que es incierto posean las construcciones de aquella especie". Tras de discusiones sobre si las obras se habían de ejecutar por contrata o por administración, se acordó este último procedimiento por ofrecer más garantías para la solidez de la obra, y la comisión de técnicos presentó los proyectos y memorias, quienes por devoción a la Virgen renunciaron a sus honòrarios, diputando a un técnico para que fuera a Madrid para gestionar con la mayor rapidez la aprobación por la Real Academia de San Fernando, de lós planos y presupuestos, lo que se consiguió en octubre de 1865, no sin oponer algunos reparos que reputamos acertados, tales como obligar a construir las cuatro cúpulas menores que rodean la del coro, que por razones económicas se suprimían en el proyecto, y la de aconsejar que se "reformase el plano presentado" de la cúpula central, "dando mayor peralte a la bóveda exterior, y substituyendo los flameros del alzado por los del dibujo de Ventura Rodríguez". Los que sistemáticamente murmuran de los informes de las Academias, tienen que reconocer el acierto del criterio de la de San Fernando en este asunto. Seguramente que la silueta exterior de la cúpula en el proyecto se ajustaría a la del dibujo de Ventura Rodríguez, que con los debidos respetos a tan eximio arquitecto, era de línea bastante menos grácil que la actual. Si se llega a realizar la del proyecto citado, hubiese quedado ahogada entre el esbelto juego de cúpulas menores. Nuevas sesiones para ponerse de acuerdo la Junta, los ■s i-a,.-. ■ Pintura de D. Bernardino Montañés, en la cúpula de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. técnicos, la Academia y los recursos económicos, y por fin se tomó la decisión de construir la gran cúpula; era el 6 de febrero de 1866, y también se pensó en destacar de la 164