Los de Magallón estremecidos de asombro y de tristeza por esta nueva desaparición de su amadísima imagen, pero tenaces y firmes en buscarla y volverla a su templo — lo cual prueba su ferviente amor y devoción a la Virgen — sospechando que había sido otra vez milagrosamente transportada a Leciñena, volvieron inmediatamente a este pueblo^ y otra vez comenzaron las discusiones y procesos sobre el derecho de su posesión. Triunfaron nuevamente los de Magallón y con gran acompañamiento de gentes que, noticiosas de sucesos tan extraordinarios habían acudido de los pueblos comarcanos, se dirigieron a Zaragoza, a donde llegaron al anochecer, depositando la Sagrada Imagen en Nuestra Señora del Portillo. El milagro se repitió. La Imagen volvió otra vez en manos de los ángeles al monte elegido ; disponiendo la Virgen esta serie de milagros para manifestar su aborrecimiento al crimen, y para acreditar desde el principio su santuario de Leciñena como lugar predilecto de su corazón, donde quería abrir la fuente de sus misericordias. gen, pero no pudo apagar ni entibiar siquiera el fuego de la devoción en el noble pecho de los cristianos hijos de la insigne villa. Esta devoción de Magallón a la Virgen de Leciñena ha tenido a través de los siglos manifestaciones espléndidas y conmovedoras. En la ermita de la Huerta continuó su culto con mayor fervor ante una nueva imagen que sustituyó a la desaparecida. Se construyó tal vez poco después de la profanación de la ermita por el crimen de los hermanos Frago, una nue^ va iglesia más espaciosa y rica. En 1612 fué cedida a la preclara Orden de Predicadores esta iglesia de Nuestra Señora de la Huerta, y. se fundó un convento que duró hasta la expulsión de las Ordenes religiosas y desamortización de los bienes eclesiásticos. Hoy el convento y la iglesia son un montón de ruinas, triste recuerdo del odio anticlerical y antirreligioso. La devoción inextinguible de Magallón a su Virgen ausente se declara en muchos oiadosos actos : en la fiesta es- Montes de Leciñena: al fondo se divisa el santuario Desconsolados por esta nueva desaparición de su venerada imagen, no desisten los enviados de Magallón de su firme propósito de volver la Imagen a su ermita de la Huerta: pero comprendiendo que ya no podía tener éxito en Leciñena esta tercera demanda de la imagen, acuden a la autoridad superior de la Diócesis, que entonces era el canónigo D. Micer Ferrer Just, vicario capitular en la sede vacante por fallecimiento del Obispo don Pedro Garcés de Jaunas. El Vicario capitular, que ya tenía amplia información de estos extraordinarios sucesos, decretó que fuese nuevamente devuelta la imagen aparecida, a los delgados de Magallón, pero si el prodigio se repetía, quedase in p^rpetimm propiedad de Leciñena, con las reliquias y alhajas que llevaba. Contentos con esta decisión de la autoridad eclesiástica, volvieron a Leciñena, y sus cristianos vecinos, obedientes a los mandatos de los superiores, con gran dolor entregaron por tercera vez la imagen. Con un concurso imponente de gentes venidas de todas partes, los jurados de Magallón, en solemnísima y emocionante procesión, volvieron a Zaragoza ; la ciudad entera esperaba a las puertas y por disposición del Vicario capitular fué depositada la Imagen en la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar. Todos emocionados velaban en la angélica capilla ante la Imagen ; a la media noche, como sucedió las otras veces, desapareció y voló la divina paloma a hacer su nido en las peñas del monte de Leciñena, donde ha sido venerada con gran devoción desde ese día con el nombre de Nuestra Señora de Magallón. Los jurados de Magallón renunciaron a nuevas demandas, y tristes, volvieron a su villa, dejando el corazón prendido con los lazos de un amor más fuerte que el milagro que pudo arrancar de la ermita de la Huerta la santa ima- tablecida por voto de la villa el día 15 de marzo de cada año, que es el día en que Leciñena conmemora el aniversario de su aparición; en la donación de todos sus bienes, que hizo la hermana del desgraciado Juan de Albir; en el censo perpetuo que estableció en 161 7 para aumento de lámparas y misas; en la construcción del retablo principal de la iglesia erigida en el monte de Leciñena y en los donativos, limosnas y visitas frecuentísimas que los de Magallón, en todos los tiempos, hicieron al Santuario de Leciñena. La Virgen, que en castigo del sacrilego crimen abandonó Magallón, no lo olvidó y existe una prueba milagrosa de esta predilección, contrastada por testigos de la mayor autoridad. La imagen estaba colocada en su retablo, con el rostro vuelto hacia Magallón. Más dte una vez se ha querido cambiar esa posición, y siempre ha vuelto a la misma. El P. José de Santo Domingo, en su historia de la Vir^ gen de Magallón, cuenta que un insigne religioso agustino contemporáneo suyo le refirió, que hallándose pasando unos, días en el santuario y queriendo cerciorarse por sí misrru> de la verdad del prodigio de quedarse siempre esta santa imagen mirando a Magallón, por tres veces la volvió él mismo al lado contrario y las tres veces, al bajar del camarín al presibterio, vió con asombro que la imagen había recobrado su posición anterior. Testimonios y pruebas de la verdad de las apariciones y prodigios de Nuestra Señora de Magallón El notario público de los reinos de Aragón y Valencia, Benedet de Jesesa, ante el cual comparecieron los delegados de Magallón que fueron a Leciñena a reclamar como propia la Imagen aparecida al pastor Marcén, levantó acta pú- 207