:.x:>:^;;>::::->::T-:<;^;>S:^y::-> En Zaragoza se celebro con gran entusiasmo la cuestación de I Dia del Cruzado.— Un cebellón de la Cruzada en la Edad Medía (Dibujo de los Hermanos Albareda) Santa Fe, se llevaron todas las obras de arte a lo que fué Academia Militar Preparatoria, edificio convertido ahora en Casa Consistorial. Vino más tarde la coyuntura del Centenario de los Sitios y se logró que se construyera este magnífico edificio, evocación admirable de nuestra típica arquitectura aragonesa. Gracias a esa circunstancia tuvimos ya local adecuado y espléndido para instalar el Museo. Y unos cuantos años de silencio, pero incesante trabajo, hicieron el milagro de completar el acerbo artístico y sobre todo de clasificarlo y ordenarlo debidamente. La mano inteligente y celosa del señor Galiay ha puesto en orden cronológico los cuadros, exponiéndolos hábilmente en su luz precisa, sobre limpios y armónicos fondos que les prestan nueva vida. Se inicia esta sección de pintura con el recinto donde se han reunido las tablas ya renacentistas del siglo xvi, dignas sucesoras en el tiempo de las curiosísimas obras de los primitivos. Asistimos a la creación del cuadro comq independiente. En la sala segunda, de simpáticas proporciones, donde luce espléndidamente el conjunto de las obras expuestas, nos encontramos, de buenas a primeras, con una firma eminente: la del Greco. Y con él retratos de Juan de Juanes, de Sánchez Coello y de Pantoja con su empaque muy español. Viene luego la serie de departamentos ocupados por los artistas del siglo xvii, la época en que florece la pintura española con singular facundia y lozanía. Entramos en el siglo xvm, al traspasar los umbrales de la sala sexta. Preside Mengs, el bohemio academista, con un soberbio retrato de Nicolás de Azara. El proceso de la pintura en este siglo xvm, tiene en este departamento su debida representación, que habrá de completarse cuando llegue el momento de abrir la sala especialmente dedicada a Goya, suma y cumbre del arte en aquel siglo. En las pequeñas yalitas interpuestas entre los locales a que nos hemos referido, se han colocado notables dibujos e interesantes grabados y con ellos algunos muebles y vitrinas que contienen abundante material numismático. Aquí termina lo que pudiéramos llamar la pintura clásica española, y cen muy buen acuerdo se ha instalado, aparte, en otra serie de salones, la pintura moderna. Hubo un período, en la segunda mitad del siglo último, en el que los artistas dieron en la moda de embadurnar lienzos enormes como única manera de acreditar su facundia y de llamar la atención del público y de los Jurados de las Exposiciones. De estos lienzos gigantescos hay varios en nuestro Museo, que desarrollan generalmente asuntos históricos y que requieren una erudita explicación para saber qué ha• cen allí aquellas múltiples figuras colocadas como en un escenario. Esos cuadros colosales han impedido que en la Sección de Arte Moderno se observara un orden de clasificación rigurosa. En nuestras salas de Arte Moderno aparecen no muy bien colocadas las obras que representan, aunque a veces con ligeros vislumbres solamente, casi todas las muy variadas ■tendencias u orientaciones que han imperado en estos últimos tiempos. Así, el que prefiera no apartarse de las normas rígidas del academismo, puede contemplar las obras escrupulosamente terminadas de Vicente López, Madrazo, Puebla y Montañés. Los que gusten de la pintura romántica y de sus modelos sentimentales, ayer despreciados y vueltos a poner hoy en, moda, tienen para estudiar obras de Esquivel, Lucas, Bécquer, Vargas, López del Plano y Gonzalvo. Los admiradores de la Naturaleza pueden recrearse ante paisajes de tan distinto carácter como los de Haes, Estevan, Comas, Beruete y Rusiñol. Los que prefieren las seleccionadas lindezas del preciosismo, hallarán donde extasiarse con los trabajos de Fortuny, Muñoz Degrain, Barbasán y Plasència. Si persisten algunos en la afición que otras generaciones mostraron por la llamada pintura de historia y pretenden saber cuáles eran sus procedimientos, pueden enterarse viendo las obras de Rosales, Pradilla Villodas, Domínguez, Pinazo, Mercadé, Ferrán, Moreno Carbonero, Villegas y Alvarez Dumont. Si por el contrario gustan más de las reproducciones de escenas de la vida actual pueden fijarse en los pintores costumbristas como Alvarez Sala. Larraz, Unceta y Gárate. En caso de que el impresionismo haya cautivado al espectador, tiene éste donde proporcionarse el placer que gusta contemplando las obras de Sorolla y del exquisito Laurent. Y si- prefiere las corrientes que enlazan con las clásicas escuelas españolas, ahí tienen a Zuloaga, a Chicharro, a Zubiaurre, a Benedito y a Hermoso. Los que no han entrado todavía en el Museo- han sido los "suprarrealistas". los "ultraimpresionistas", los futuristas, los cubistas, !os expresionistas, los dadistas, los sincronistas, etc.... Estos artistas con su afición morbosa por la fealdad nos han hecho apreciar hoy más que nunca los encantos de los espectáculos más mediocres. Las corporaciones, entidades y particulares, pueden contribuir eficazmente a nutrir estas colecciones artísticas de- 228