Aspectos del Balneario de Panticosa EL CLIMA LOCAL Mo pocas y bien cortadas plumas se han ocupado en estas mismas páginas, en diversas ocasiones, en la descripción de las bellezas de los parajes en que se asienta el Balneario de Panticosa o que lo circundan. Quizá porque la profesión acaba por imprimir carácter y el periodista es, en frase gráfica de Bartolomé Mostaza, "antena abierta a todos los vientos", también er que suscribe sintió, al visitar por primera vez aquellas alturas, la comezón de recoger algunas impresiones propias o algunos datos de fuente ajena para, llegada la oportuna coyuntura, subrayar en breves líneas algunos aspectos de aquella tierra aragonesa sin par. La oportunidad me la brinda ahora el director de Aragón y la aprovecho gustoso para circunscribirme en las cuartillas siguientes a lo que puede llamarse el clima local del Balneario de Panticosa. Otro día, si ha lugar, volveré al· tema para referirme a otro aspecto muy interesante: las cinco fuentes que motivaron la creación del balneario. En ambas ocasiones me fueron extraordinariamente útiles mis ratos de amena, charla con el médico director del Balneario, doctor Blanco €añedo, curioso investigador de cuanto de interés ofrece aquel oasis pirenaico. En el Balneario de Panticosa se goza de una bien definida temperatura: ni variaciones extremas ni bruscas de temperatura. Está asentado en el fondo y como en la cuenca de una mano gigantesca de granito. Y las moles que lo rodean y lo aislan, irradian, al atardecer y tras unos minutos fríos de transición, el calor acumulado durañte todo el día. La temperatura adquiere una media de 20 grados. Por otra parte, y en virtud de aquella misma irradiación, las noches son tibias, cosa que no puede registrarse en el resto del Pirineo, ni, por ejemplo, en el Guadarrama. Aquellos minutos fríos de transición a que nos referíamos, dan lugar, cuando el sol se oculta tras los picos circundantes, a lo que ya es un característico "escalofrío" local, diariamente comprobable. No se dan allí nunca nieblas, tan molestas y pertinaces en otros lugares de gran altura, como los tan celebrados de Suiza. Una de las características más interesantes del Balneario, es su riqueza de sol : más días de sol y más horas de rayos directos que en cualquier otro sitio análogo del extranjero. Y su sequedad. A pesar de que se precipitan por las rocas de este anfiteatro natural, abierto solamente hacia el Sur, hasta once cascadas, no puede registrarse la menor humedad. Y es que el suelo es de aluvión y lo que no filtra rápidamente, se evapora con extremada facilidad merced a la altura y también a la diafanidad de la atmósfera. Un fenómeno muy curioso y fácilmente experimen- mmmmmmmmgm. table que se da permanentemente en el lugar del Balnario es la ausencia total de polvo. Si se cierra una habitación por cuya ventana o balcón se filtre la luz solar, en ese rayo de sol faltará radicalmente ese hervidero de partículas y corpúsculos que tantas veces hemos contemplado brillar en cualquier otro punto. El polvo resulta allí más pesado que el aire. Pero es que, por otra parte, no se produce. Tal vez, para explicar este hecho, cabría aducir que el Balneario se halla a ocho kilómetros del poblado más cerca, Panticosa: no se dan, por tanto, ni labores agrícolas ni animales domésticos de ninguna clase. Por otra parte, cuantos allí se llegan son indudablemente personas aseadas, cuidadosas, limpias. Esta limpieza total y característica que no permite el polvo, no hace tampoco posible la existencia de insectos como las moscas. Adviértase también que en Panticosa no se usan ni el carbón ni combustible alguno que no sea la electricidad: todo está electrificado, desde las grandes cocinas hasta las más pequeñas estufas, pasando por los hornos... La central eléctrica está inmediata al Balneario y se nutre de una de las cascadas a que antes aludíamos. Realmente —ya que hablamos de electricidad- — , hasta las tormentas que de vez en cuando conmueven aquel cielo parecen excesivamente eléctricas, de una aparatosidad y belleza verdaderamente imponentes. Es ciertamente una lástima — me insistía el doctor Blanco — que el Balneario de Panticosa no goce de aquella fama y renombre que sin duda gozaría si se hallara en cualquier sitio del extranjero, y que sólo disfruten de la bondad de sus aguas, de su altura y de su clima, un limitado número de compatriotas. Ramón Salanová. - 52