nana Núm. $0 ! Administración Ronda Vícrc r Prunetíe, 15 Fraiuiiiíw Concertado Teruel, jueves 12 febrero de 1931 Crònica* Garcirrubiescas de los li Í,fOS es inmoral gl precio ESP E D DISTINGUIDO Ta obesiòn de don Paco era tra a todos los ex ministros de tetruccióo p ública. Pero al señor Lmo, wmistro actual, no sola nte lo perdonabi la vida de Amento, sino que le haríi un panegírico de vez encuendo; no Lería indisponerse con él de un^ manera violenta por nada en el mundo; prefería ganar su voluntad por las buenas, pero si no le hacía caso, igual que a los otros, izásl, un hachazo en los sesos y alcémentario-no consentiría tam poco que sus talludos huesos reposaran en el panteón de hombres ilustres. No se lo merecía por timido. Esta situación escolar que éí consentía, no se podía tolerar j por más tiempo; era la degradación y vergüsnza már, bochornosa porque podía atravesar un pueblo. Inútilmente intentaba yo apaci Çüar los excitados ánimos del exterminador de ministros de las. trucción pública. No me importaba mucho el que llevase a feliz término de matanza proyectadaLo que no temía, era que alguien oyera sus gritos desaforados y me tomase por cómplice suyo. Lleno de miedo y en tono suave y paternal casi, fui hilvanándole algu nas mentiras piadosas en defensa de los indefendibles ministros sentenciados a muerte. Creí en tonces que me incluía a mi también en la larga lista de sus inten. tados ministeriales. Le exaltaron de tal modo mis palabras, que por temor a un mal golpe, me resigné pacientemente a escuchar las ra zones que le movían a cometer tanto crimen, A Callejo, no le daría un hachazo en la nuca como a los otros La creación del Texto Unico, le tea merecedor de conmutar esta Pena por la de llevar a perpetuídad un grillo en el oído izquierdo y una grilla en el derecho como castigo a otras descabelladas dis Posiciones. Si el plan ideado por ei mmistro de la Dictadura era el^ d0 y sus hiíos tenían ^aiar más, peor para ellos *temaque estudiar é!, pobre d r^10^ paraa fia ^ «íes nes el dinero de las permanen Awa0írosmil gajesde a!iexos; era h qUe 00 podría seguir así no ^ci0 de ios libros de texto Qar la fi Aél le costaba gestio • ac, ^ IIIIS Jl oficial venta de muchos litros de C A^^^^cena de h10 levase todo y algo eilton:erizábanselelospe ror se «las. dr»ti r> . lco, al llegar a este extmLI e poilíau las narices co DON JUAN MANUEL DE UUQUIJO Y LANDÀLUCE Según ya anunciamos, es huésped de Teruel— población que visita por vez primera- el co¬ nocido hombre de negocios don Juan Manuel de Urquijo y Landaluce. Como decía anoche donosamente entre un grupo de amigos, si bien no había venido nunca a Teruel, sabía ya de antaño muchas cosas de esta ciudad, y así lo comprenderán nuestros lectores fácilmente, conociendo la íntima, fraternal relación que le une a nuestro amigo D. José Torán de la Rad, a quien asoció a sus negocios a principios de 1924 cuando juntos crearon esa potente empresa denominada PAVIMENTOS ASFALTICOS, S, A. que, después de introducir en España un modelo de carreteras, se ha extendido a otras varias naciones y lleva camino de un insospechado nuevo desarrollo. El Sr. Urquijo apoyó y alentó al Sr. Torán para emprender el abastecimiento de aguas de Teruel, obra qwe ha motivado tan sinceros aplausos de la opinión, y entra en los cálculos de dichos señores instaurar una política personal y nueva en que, teniendo por meto el desarrollo integral de las riquezas naturales, encuentren el mayor númer posible de gentes el medio decoroso de ganar su vida mientras se impulsa, con el fomento del bienestar social, el engrandec miento de Teruel y su provincia. Los Srcs. Urquijo y Torán son unos convencidos y unos enamorado: de que si hay una ley divina que impone al hombre el trabajo, no pudo aprobar Dios, al establecerla, que los errores culpables de los hombres condujesen al catastrófico resoltado de queier Ir abajar y no encontrar dónde. Por eso, hombre de acción, el Sr. Urquijo y Landaluce, desde su niñez, no ha cesado de trabajar, realizando siempre una jornada mínima de diez horas, siendo el primero que llega a sus oficinas y el último que las abandona, conociendo a fondo toda la finanza internacional y gozando de la confianza máxima, como representante, en España, de algunas de las primeras firmas europeas. Así el Sr. Urquijo introduce en 1920 el negocio de la SHELL en nuestraa península y le da un desarrollo que se califica, según autorizadísimos criterios, como la máxima organización en la España de la postguerraHa comerciado en toda Europa, habla cinco idiomas con la misma perfección que el castellano; siendo un hombre muy joven constituye un posiíico valor. Por eso Torán que ahora y siempre seguirá pensando lo mismo, y que cree que la política nueva en su esencia; consiste en que los problemas nazcan desde las provincias y vayan a Madrid, considera como su mayor triunfo contar con la colaboración personal del Sr. Urquijo para la resolución de ellos en la forma ya más pública y, por tanto, más plena de garantía que la de estos últimos años. ÍÍIIIII||||||!I|!;;11Im E L M A Ñ A N|A Teléfono 79 uiitiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiDniiiiiiiiiiiiin^ los; los ojos zigzagueantes, querían salirse de sus órbiias; y con el ceño fruncido y los dedos crispados de rabia, continuaba iracundo exponiéndome a grandes voces toda la razón de su razón. Alguna verdad si que decía, pero yo no quería ni gritos ni escándalos por lo que le recomeadaba un poquito de calma en moderación, a lo que él contestaba. ¿Pero es que un hombre que se disponía a matar a todos los ministros de Instrucción Pública, podían importarle unas voces más o menos? Vaya hombre, es lo que le faltaba ver, que no le dejasen hablar siquiera. Lo que estaban haciendo los catedráticos con sus libros, era un negocio indecente, inmoral, infame. Y para que les saliera mejor, tenían la poca delicadeza de mandar imprimirlos en pueblos, donde por estar exentos de impuestos y ser los jornales más baratos, les resultaba cada ejemplar impreso, por lo que cuesta el papel en blanco al por menor. Así que un libro que les costaba a ellos una peseta, le vendían a catorce o diez y seis con el mayor descaro. Más cómo este negocio no era como el de ios garbanzos y patatas qué admitían la competencia, había que pagar lo que pidieran sin hacer la menor mueca de desagrado o contrariedad. Nuevamente le recomendé reflexión de lo que decía; aquellas palabras no podían pronunciarse ni en broma. Y él aún más furioso todavía, fué mucho más lejos con su monólogo. No era solamente la venta inmoral a simple vista; existía también la reventa es decir, que un catedrático autor de un libro, aunque no tuviera valor ninguno, además de venderlo al precio que quería a los alumnos suyos, le mandaba a otras poblaciones donde el catedrático titular no hubiera tenido el atrevimiento de escri« bir otro; y por este compañero y y por lo general amigo, se encargaba de recomendarle y de venderle a cambio de un tanto por ciènto de corretaje sobre la cantí, dad prohibida. Y no era solamenie eso, sino que ios libros que usara su hijo mayor, no le servían para el pequeño, pues cada dos o tres años hacían una nueva edición con algunas modificaciones para «despistar» y era necesario comprarlos otra vez; de esta manera, la venta era mayor y los ingresos por consiguiete también. Y que no le dijeran a él que no (Continúa en la 8.a plana)