que el 69 14 * s El Mañai Pági i Una anécdota ignorada de Concepción Arenal grafía Concepción Arenal es tem i(.mDrede actnalidad, y su bio aúi en camino de irse irando. Hoy es una amiga de la escritoralaqae, en horas muy gratas, L habla de aquella singular mu descubriendo detalles tal vez jer, ignorados. ge dicho h/. te. Por aquel tiempo, Concha cur ¿ó Medicina y terminó la carrera. En Madrid, como seguidamente en Oviedo, llovieron desventuras en el hogar de cLa Filósofa», y ésta vióse envuelta en las tocas de la viudez, ahogando en su pecho, con admirable entereza, no pocas y, pf ro ese hoy fué amarguras. Por fin, y en alas de la virtud que más redenciones logra sobre la tierra, voló Concha Arenal al rinconcito en donde pasó su infancia. Allí en Potes, y en esta segunda época, la traté mucho— nos decía la amiga de la gran pansade ra. Parece qne la estoy viendo: al ta, buena moza, arrogante, guapa, con cierta originalidad en el ves tido, na paquetón de papeles en ateses, ¡¡¡ndo m distinguida señora, dclaro talento, de trato exquisito y de feliz memoria, me habló de la Arenal. Parece qne la estoy escuchando. Era en invierno y usábase en su casa el castellano brasero de pifia, en pleno Madrid. -Si tienes frío, «echa una firma» -me dijo. Y la eché. Apreté con la badilla 1 jando en la mano derecha, comb un capitán la espada, uu para» el montón de fuego cubierto por blanco debajo del brazo, y mane cenlzí, y asomaron hondas grietasde caibón encendido, hecho # una brasa. Las haldas de tercio [guasdelque no se desprendía ni pelo dé la camilla recogían el- fa- : aún en los días claros y serenos, ailliar tfalor, y aquello era la glo-l Excepto los días de lluvia, toríatf, jdos, invariablemente, nos dirigía- -Pues sí. Yo conocí a Concha mos,— yo la acompañaba casi Arenal en Potes hace muchos ¡siempre -al Prado de los Pobres, años... Era yo una niña... Conque, " en las afueras de Potes. En el Prafigúrate... Concha era mayorazga do nos sentábame s en una gran y tenía una pingús renta, que no ¡ piedra situada bajo un copudo nonecesitaba, ciertamente, para sus &al; sacaba mi amiga pluma y tin gastos particulares, pues era fru- 1 tero, ponía sobre sus rodillas los papeles, y a escribir. Una, entre otras tardes, fuimos vuélvelos, du!ce señora, generosa protectora tíe este valle de dolor; y después de este destiero, muéstranos el sa o fruto de tu celestial amor. lOhl tú que también lloraste, ¡oh! clementísima y pía, lobj dulce Virgen María, pide, intercede por nos, para que dignos seamos por tu ruego siempre cílo, del Cielo que ha prometido el hijo tuyo y de Dios.» Andando el tiempo di a cono cer esta Sulve al gran Jesús Monasterio, mi buen amigo, y admirador de Concha Arenal y le puso música para dos voces, con acompañamien de piano. Es la Salve— me recordaba la que esta historia me refirió - que gal en todo. Desde pequ?ña era eficionadísi roa a la lectura, y a escribir tco» sas». tanto, que en aquel pueblo la al Prado de los Pobres, y, como ün grupo de jóvenes indias camino de las misiones Ernakulam (India).— Un grupo de 15 jóvenes indias de la costa de Malabar íntegra la primera expedición misionera de muchachas católicas de rito siromalabárico qne abdonan su país para, en otras regiones de la India, darse a la obra del Apostolado misionero. El 2 de enero próximo pasado, congregáabanse en el Palacio Ar siempre, Concha pasó la tarde es llamaban cLa Filóse fa>. Más qu- ; cribiendo; lo que entonces escri ; zobíSpal de Ernakulam. Casi to PorConcha Arenal se la conocía | bía creo era la hermosa obra que jdas ellas son de ^ diócesis de en Potes por el sobrenombre. titul0 después cLa Caridad>. Changanacherry y dirígense a la Acertó a llegar a nuestro pueblo | No cruzamos aquella tarde me Vizagapatáa, donde han de perno joven alegre y decidor, afi \ dia docena de palabras, ni a la ida, manecer, salvo un caso excepció clonado, como Concha, a escribir ¿ni en el Prado, ni a la vuelta, al ^ todo el resto de su vida cosas extraordinarias, y yo creo ingresar a casa. Comprendió Con«ine algo graves, y un día con ! cha que me había aburrido sobe«ara sorpresa del vecindario de i runamente, y en cuanto nos senta- Potes, ytal vez con no pequeña í mos a la mesa del comedor, me ¡baríyaque muchos de ellos ha contrariedad de algunos, se vió a ! dijo sonr dente: Ciertamente, era de todos conocido el entusiasmo y celo mi^ sional da los católicos del Mala la Arenal acompíñ da por el re Clén legado, de apellido Carras co. v —Mira, esta tarde te he fastidiado con mi silencio, pero ahora .te voy a desagraviar; *e voy a esD¿sde aquel punto, todos casa \ cribir una salve para tí, esclusivaron a «La Filóse f a», y, en efecto, \ mente. liza0 ^empo transcurrió hasta rea- 1 y diciéndolo aún, tomó un pa arsela boda de aquella par- ja | pg^ ie dobló por la mitad, mojó ^gustos, al pareeer tau concer j ia pluma, y aquella extraordinaria Y» mujer escribió, como si la estu¬ fe la hegamos a la segunda parte \ viera¡leyendo, esta inspirada com la nnm t0ria de mi amiga» 0 sea ^ posició*: Ar^rsru\srso?.d%CTíhaï ^os te salve ,Reina Madre ^ Mad^ SP0S0 y SUS d0S hlj0S \ de amor que a todos alcanza, tin^Vacios de sus ideales -con 1 cribiei esta-. de este mísero destierro, . los dos esposos es- 1 todos los ^ de ^ lb0n en Un Periódico titulado en triste llanto ^1010' toiiCes8ria>» despertaba en- 1 Dios te salve. Dios te salve,. gran sensación en la Cor- ■ vuelve a nosotros tus ojos, bian ingresado en las Ordenes y congregaciones de carácter misio nero, como Jesuítas, Franciscanos y Salesianos. Más eran pocas, hasta el presente, las jóvenes indias con muestras de vocación misionera. Mas, ¡despertar consoladorl: ha bastado el llamamiento de un sacerdots del Malabar que desde hace año y medio trabaja en la diócesis de Vizagapatán, para que su voz haya sido recogida con ge nerosidad y entusiasmo sin igual por numerosísimas jóvenes indias que desean alistarse voluntarias en las filas misioneras. Por el momento han sido seleccionadas estas quince que forman la primera expedición, donde tantas querían tomar parte para consagrarse a la obra evange lizadora. has oído cantar más de vez en la capilla de casa. En este período, en que traté tanto a la que aún llamaban en Petes «La filósofa t, Concha Are nal, ya había quemado los escri tos de su primera época y sólo vivía para hacer el bien ; sus amigos predilectos eran los pobres, y el ejercicio de la caridad su ocu pación constante, ya acudiendo donde hubiera una lágrima que eDjugar o un dolor que reducir, ya derramando en sus libros pen samientos y coc se jos liermosísi' mos encaminados a curar enfsr medades sociales. Con el sobrenombre de «El Re negado t vivía a la sízón en Potes un pobre en el que parecía que se habían en él reunido todos los vi cios y la perversión de muchas gentes; yacía en un mísero lecho et fermo de gravedad, resultando íd útiles todas las exhortaciones que se le dirigían encaminadas al arrepentimiento de su pasada vi da. El virtuoso párroco del pueblo salía descorazonado de la casa en que «El Renegado se iba murien do entre gritos de dolor y maldi ciones. Súpolo Concha, y decidió traba jar por la salvación de aquella po brecita alma empecatada. Y como su pensamiento se traducía siem pre en actos, el mismo día de co noçer lo que ocurría, se dirigió al tabuco donde se retorcía el en mo. — ¿Qué hay?— pereguntó Con cha al desgraciado—. ¿Con que estás malucho, eh? —Señora— contestó «El Rene gado», mirando con cierto asom bro a mi amiga—. Sufro mucho. — ¡Pobre cite 1... Y, vamos a ver. ¿Qué te apetecería comer ahora? —A mí, nada, señora..., nada.. —¿Te gustaría probar un poco de cómpota? — ¡Ahí, sí, eso sí... — Bueno, pues ahora te lo trae ré— dijo Concha, y se despidió del mendigo. El día en que esto ocurrió, era uno de esos desapacibles, tristísi mos de invierno, tan frecuentes en la montaña. La noche se había echado encima muy pronto; lío vía, llovía copiosamente, con esa pesadez del Norte, que abruma el alma... «La Filóscfa» se fué a su casa, buscó un pucherillo y en él puso un poco de cómpota; arrollóse una mantilluca al cuello, y con la linterna encendida (entonces no había alumbrado público), se fué por las enlodadas callejas de Potes en busca de la miserable vivienda de «El Renegado. La lluvia arreciaba, y Concha, que de intentdi había dejado el pa. raguas en sn casa, se empapó de arriba abajo. Así llegó a la casa en que se moría el ateo y así, se presentó aquella gran mujer, con aire decididor y cara risueña, goteando agua por todo el traje, la linterna en una mano y en la otra el pucherillo con la cómpota para al mendigo. — ¡Ten!— dijo al enfermo—, aquí te traigo la cómpota. —Señoral— gritó el desgraciado en el colmo de su asombró— . üs^ ted así, con esta noche... para traerme dulce... —Sí, hombre. ¿Qué, te asusta? Si esto no vale nada. ¿Qaé significa lo que yo hago ahora al lado de lo que hizo Jesucristo por todos nosotros para salvarnos?... Morir en una cruz sufriendo cruentos dolores para darnos ejemplo... Sí» pobrecito — continnó Concha— . Porque debemos imitar a Jesucristo te traigo esta cómpota. ¡Es la caridad la que me ha traído aquí... ^Dios mío. Dios míol— exclamó llorando conmovido el enfermoEste rasgo es de usted sólo puede inspirarse y aconsejarlo la verdadera religión... Complete su obra, señora— contiriuó ya exaltado el mendigo —.Que avisen al señor cura... Yo quiero confesarme... Y usted, doña Concha, no se separe de mi lado. No sé como se hacen esas co • sas... Usted me enseñará a confesar. Se confesó, en efecto, el arrepentido moribundo, con grandes pruebas de contrición, entregando al siguiente día a Dios su alma purificada... Esta era Concha Arenal, «La Filòsof a>, cuando la traté íntimamente. Tales son las nuevas noticias que puede agregar el futuro bió ■ grafo a ia vida de la personalidad sicgularísima y sobresaliente de doña Concrpción Arenal. Fidel Pérez- Mínguez. UIWIIIIIIIlillllllllllllUiaUlllHIHIHHHlilllllllllUillllllllllllllllliillllllli 1..MÜMGIO [□formes Gomerclaka y Penales Bss»áfia y Bxtranlero cok Reserva.-Certiflcados de Pena les al día, 3 peseías.— Comisiones generales.— CuraiHimieiiío de exhortas* —Compra-Venta de Fincase— Hipotecas,— Casa íbb dada en 1908.— Director: Antonio Ordófiez.— Agente Colegie - do. uiiiiiiiiiiiiiiHiiiiiiiiiiiiiininiiiii^