, abril Jii^i El Mañana Página 7 UNA SEMBLANZA DEL REY EL HOMBREY EL MONARCA a los^eiGticinco ?.ños de reinaocurridos irúltiples y graves ^'esos políticos, ensayados con f3 éx(to diferentes sistemas y ^ dos de gobernar, gastadas las ^tronas per el incesante desfilar p0 los Ministerios de hombres de t ideas más , opuestas, la popula Ld del rey, es decir, la envidiable y apetecida devoción de la 3rte más sana, considerable y Liosa de la masa nacional hicia su persona, se conserva no sólo iflcólume, sino acrecentada. ga niaguaa parte como en América puede observarse a tra tés de los años la persistencia de ^ sentimiento de respetuoso lealismo monárquico incorporado iaertemente a la entraña del español que emigra. El español que a Anérici vá, se siente a menudo desprendido y como emancipado de ía espesa red que la educación, la tradición y las costumbres tejen en derredor del que permane ceen la metrópoli; se utana, con notoria despreocupación, de la li* bertad ilimitada con que realiza sus actos propios y juzga los aje nos; desdeña los prejuicios de casta; no se considera atado por la ligadura de los intereses a ningúi partid d ni sect \, y frecuente mente, con desencantado escepti cismo, maldice de todos; ex jerimaota el natural contagio de •cuanto oye y ve, y se complace earóspirar la atmósfera de pueblos repub icanos y jóvenes, edu cades en el irrespetuoso desprecio délos viejos ídolos; por creer en sí mismo, tiene mucho adelanta do para no creer, de trjas abajo, en nadie ni en nada..,, y, sin em ^argo, con raras excepciones, signe viendo en el rey, a quien no conoce, a quien no ha visto j amás y en cuya persona columbra el Crecimiento de toda una frondo sa vegetación de caballerescas y doradas kyendis, el símbolo augasto y viviente de la Patria le lana... ¿Q^é causa sirve para (xplicai ^se desinteresado y noble senti «tentaiismo? ¿ \caso el tradicional y todavía no extinguido respeto ¡!el PU2blo esp ñol a la institución njOQárquica? E i uno de sus ma gírales cEstudios del reinado de ^ipelV» hiela notar Cán iCvas, meando una explicación al he 3 evidente de que? fuera sobre |psra ^rido y respetado harti «muerte F.lipeVí. y venerado sSu SpUés de la P^fdida del Ro Qfti ^^d-ramente monár qal008 ^^^^u-use siempre en " Por severos que con otros W' ^1111^ levantan ligeramente ^ , a sus reyes la responsabilidad .!as Públicas desdichas. ^rra un fondo grande de ver^ » Pero me resisto a creer que loción a la Mon.rquíi ex niego que tal observación (Del folleto cluya el natural instinto de la jus ticia en un pueb'o que supo, a su hora, sentirse orgu'losament- altivo de un Carlos I y dolorós mente avergonzido de un Carlos II. Ln justicia obligi a reconocer que el pueblo espiñil guarda para juzgar los actos de sus reyes abundantes, aunque no inagota bles, tesoros de indulgencia; acón sçj* asimismo computar en la cuenta de la afección dinástica dosis crecidas de amor a la propia conversación, 'acrecentadas con la experiencia adquirida en des graciados y múltiples ensayos; p:ero fuerza también, con lógica abrumadora, a estimar que la difusión más o menos intensa del sentimentalismo monárquico está siempre en rtzóa directa, no tan» to de las ventajas doctrinales y prácticas de la Monarquía, como de las altas cualidades personales que resplandezcan en los monarcas. Ei don A^f 3nso XIII los éxitos de la monarquía son, en parte no pequeñi, éxito personal suyo. El respeto a la verdad obliga a proclamarlo. La formación moral e intelectual del rey evidencia ahora la siur z3n de los ataques en otro tiempo dirigidos al sistema y di reccionés de su educación, que fué, sin duda, uno de los grandes aciertos de su augusta madre. ¿Qié más puede pedirse a la brillante pléyade de los Fernández M mtaña, los Arrillaga, los Lo r i ga, los Merry del Val, los Santamaría de Paredes, los Brieva y Salvatierra, los A?uirre de Tejada, que enseñ iron al rey los primeros rudimentos de las ciencias naturales y exactas, de la organización militar, de la religión, del derecho público, de los idiomas vivos más en uso? Su labor pa cíente, y a veces penosa, de adentramiento en el ánimo nativamen te generoso y despierto del reyniñ j, obtuvo el resultado brillante de poner al frente de los destinos de España un hombre, no exento seguramente de dtf.ctos, pero en quien podemos admirar el brillan te refl jo de las íà&i iátis cualidades. Religioso sin afectada gaz mofi erici; consciente de la majes tad real, y llano y f que «1 romanticis mo es u ia insurrecció contra el arte y sus n glas, contra la autoridad y sus mandatos, a veces con tra la santidad de las costumbres. A fonsoXIII, que es espzñol, y por serlo es ua gran romántico, es también, por ser romántico, un gran insurrecto contra lo estaole cido, contra lo convencional, con tra lo reglado, contia los consabidos cobstáculos tradicionales», cuyo peso formidable ha gravitado en más de una ocas ón sobre sus espaldas... Ninguno de los rasgos anecdóti eos conocidos de la vida del rcjjr revela como mo que he cído repetidas veces relatar este rsp&ñolismo impulsivo despreocupado de su cajá;tei: Atraviesa Alfonso XIII, guiando su automóvil, un solitario camino de las cercanías de Bisrritz; oye repentinara; nte hablar i xpaftol, y el eco simpáqtico que en su alma d 'spíert\el nativo idioma basta para que deterga su coche y emprenda familiar conversación con unos obreros sentados a la puerta de una taberna. Los obreros abordados por el rey son navarros y pronto se descubre que son también desertores. jNo importa! El rey acepta de ellos un vaso de vine ; con ellos recuerda y añora la Patria ausente y con ellos acaba por emplear, para convencerles de la necesidad de que cumplan el deber militar, la mis ma iríiamada elecuencia que em pleara don Q.ií! j te con los gáleo tes para persuadirles a que afean donaran su torpe vida... En un libro dedicado no hace mucho por Luis Bertrand a la apología de Luis XIV, el í xquisi- to literato, complaciéndose en la ¡enumeración de los agravios de la Historia con el Rey- Sol, acaba j en resumen por decir: cjustas coj mo son todas las imputaciones, palidecen y se esfuman ante ua h echo indiscutible y notorio: Luis XÏV fué, entre todos los monare s franceses, el que más osten'tosamtnté contrajo, desposorios perpetuos con Francia. También a A fonso XIII llegará la posteri dad, si futra necesario, a perdocárselo todo a cambio de su generoso, de su impaciente, de su constante y entusiasta afán de desposarse con España. A. GOICOEGHEA. SAN ANDRES. 19 V&nde los números con arre glo a modelo elegido por el ex celer tísimo Ayuntamiento para las puertas de las casas. Aquí está su ejemplar Gratis Plantas que CURAN ^HI aprecia Vd. su salud en lo que vale, debe Vd. tener en cuenta que medicinarse con substancias químicas es antinatural. Se ha demostrado que, si las substancias curativas que contienen las plantas se utilizan en estado natural sin separarlas de la misma planta, su inofensividad y eficacia es completa, porque el organismo humano sólo está capacitado para tolerar y asimilar íntegramente los productos naturales. En el libro "La Medicina Vegetal" el Dr. Sabin explica y demuestra cómo el ABATE HAMON, gran conocedor de las propiedades curativas de las plantas. Ik-gó a componer, oasándose en este principio y después de largos años de ensayos y experiencias. VEINTE .CURAS VEGETALES, de absoluta inofensividad. cuya fuerza curativa es extraordinariamente superior a cualquier otro medio. Tenemos un ejemplar para Vd. que le enviaremos gratis y nn compromiso. Pídalo hoy con el cupón al pie. c'.oñor Director de Laboratorios Botánicos y Marinos: ionda de la Universidad, 6, Barcelona Peligros. 9, Madrid Sírvase enviarme un ejemplar gratis y sin compromiso del lluro "La Medicina Vegetal". •;ombre Calle SrátOád Provínola.