LA ASOGIACrON. Resulla de las numerosas noticias que tenemos rfo toda la provincia, que la clase de Ministrantes está resuella á defender con energia sus derechos, y para el objeto, tratan de reunirse en esta capital el mayor número posible de ellos, circulando al efecto la correspondiente convocatoria, que acaso insertemos en el próximo número de La Asociación. Las reuniones son indispensables en tales casos, pues solo mediante ellas se puede convenir en los medios mas breves y eficaces que se han de poner en juego para defender los derechos ele todas nuestras clases. Nuestro querido amigo y compañero, el profesor farmacéutico D. Tomás Reupllés, residente, en Torrijo del Campo, ha tenido la inmensa desgracia de perder á su bella y simpática iiija D.a Antonia, de 26 años de edad. Acompañamos en su justo rido amigo y que Dios dé á dolor toda á tan quesu familia resignación para hacer mas llevadera tan gran desgracia. Nuestros lectores recordarán que en uno de los números anteriores hicimos referencia de un caso grave de intrusión, aunque con la reserva y circunspección que requiere la índole del asunto. Más como en aquella ocasión nos permitimos rogar al digno profesor que intervino principalmente en ello, que se sirviera suministrarnos los antecedentes que pudiera, respetando el secreto del sumario y todas las demás conveniencias, nuestro comprofesor, que lo és el probo médico-cirujano residente en Olba D. Juan R. Arnau, quien tuvo la energía de carácter necesaria para obrar cual corresponde en tales casos/ nos remitió la concisa relación de lo ocurrido que publicamos gustosos á continuación; no solamente por la gravedad que en^traña el hecho de referencia, si no por cuanto en él se ofrece un ejemplo de dignidad que todos debemos aplaudir y escrupulosamente observar si las clases médicas haa.de ocupar el honroso lugar que les pertenece. Hé aquí el fiel relato que hace de lo acaecido, nuestro querido amigo y colaborador: Sr. Director de La Asociación. Muy Sr. mió y de toda mi consideración: En el número 4 del periódico citado, .tuve ocasión de leer un suelto titulado «Que se castigue» del que infiero hace referencia á un hecho acaecido en mi jurisdicción médica, sobre intrusismo. Poco ó nada puedo añadir al citado suelto, pues que la cuestión está suh-judice, pero ya que se me suplica le amplifique voy á hacerlo para que sepan todos la verdad de lo sucedido y puedan juzgarlo. Hé aquí el hecho: Un individuo titulado Miguel X.... (a) Palleter, vecino de Rubielos de Mora, de oficio curtidor de pieles, hace tiempo que de un modo atrevido, escandaloso y hasta inmoral, venía ejerciendo el curanderismo, siendo el remedio de que se valía para curar toda clase de dolencias el purgante Leroy (vulgarmente el Rua) del que era acérrimo partidario y defensor entusiasta, y el que según de público se dice por los pueblos del contorno, ha ocasionado algunas víctimas. Su esfera de acción no quedaba reducida á los pueblos circunvecinos, sino que la misma ciudad de Teruel podria regalarnos una preciosa estadística. No me fijaré en recitar la -historia de sm célebres curaciones, pues si bien pudiera hacerlo, me encontraría con el inconveniente de tener que relatar su propia vida; me reduciré á lo sucedido en mi jurisdicción médica que es lo que en el caso presente motiva estas líneas. Este pueblo, está dividido en barrios, componiendo un total de 600 vecinos^ d'e los que solo habitan el casco de la población unos 200, escasos. Gente sencilla y de ilustración escasa, se les embauca con la mayor facilidad, de hay, que conociéndolo el cui-anderismo, le visite con una frecuencia y una constancia ilimitada. El citado Palleter se capta las simpatías del vulgo con las siguientes frases de que se sirve, apenas visita la casa de un enfermo «si estas malo es porque quieres yo te curo. y ¿Qué s enfermo habrá que sufriendo una afección sea déla índole que se quiera, no le seduzcan estas palabras?