L-\ ASOCIACION. ticas que existen en el país. Es im hecho •lisiado acometido por un grupo, con un fin particular. Si eso es político, ya no sabemos lo que es política.. , Si eso íuera político, renegaríamos de la política, ó mejor dicho, combatiríamos á sanp-re y fuego una política que solo aprovecha a los' reaccionarios de todos los matices y colores. Saludar los albores de un régimen más ó menos avanzado, pero liberal, con üií motín, podrá ser muy conservador, pero jamás ha sido ni puede ser democrático, ni republicano siquiera.» , ^ — Por fas ó por nefas, lo cierto és, que á nuestro compañero médico de Ruínelos de Mora, D. José Garcerá, le han descerrajado tres tiros, y que solo un milagro, sacó ileso á tan ilustrado profesor. Nosotros protestamos enérgicamente contra tamaño acto de salvagismo en tanto en cuanto no van dirigidos (los tiros) al médico, y si al político con tanto mayor motivo, pues hora es de hacer comprender á los caciques que también á nosotros gusta ocuparnos de la cosa pública, así ellos crean lo contrario en nuestra calidad de indiferentes. ¡Era de esperar! El Dr. Camisón ha perdido parte de su clientela; así en buenas formas, ha sido despedido de la Real Cámara. Ni lo siento, ni 1c compadezco. ¡Cuántos no he perdido yó por iguales causas, y despedido también de peores formas! Conque pata. Reformada con este motivo la facultad de la Real Cámara y nombrados los Doctores Ledesma, Sánchez Ocaña y Candelas, la reina I).a Maria Cristina insiste y persiste en que sea el Dr austríaco Reden quien la ha de asistir en su alumbramiento. Esto ha dado origen á algunas dudas que el Globo y el Día han explicado satisfactoriamente. Nosotros sin espacio para más, diremos con el primero de dichos periódicos: «Muerto el Rey, enferma la viuda, no se sabe quién ha de hacer la presentación: pero sí se sabe que el médico que reciba al recien nacido y lo entregue á quien haya de presentarlo ha de ser español y de ninguna manera extranjero. La menor garantía que puede exigir «el país, es que se certifique por un español la autenticidad» de un hecho tan importante.» En efecto, lo menos que puede exigir el pueblo español es que un acto semejante no se realice.,, en alemán. Y ¿i propósito: vean ustedes qué manera de escurrir el bulto tienen los palaciegas. Dice Gaceta del día 10. «El jefe superior de Palacio dice con fecha 9 del actual al Sr. Presidente del Consejo de Ministros lo que sigue: «De orden de S. M. la reina (q. D. g.), regente del reino, tengo la alta satisfacción de poner en conocimiento de V. E. que, según declaración facultativa formulada en virtud del examen atento de su importante salud durante los cuatro últimos meses, S. M. se halla dentro del quinto mes de suembarazo. Y áun cuando con motivo de iguales acontecimientos ha sido costumbre que la corte vista de gala durante tres días consecutivos, el luto de la Nación y el dolor que embarga á S,. M. la Reina, regente y á toda la real familia por el fallecimiento del Rey don Alfonso XII ,(q. s. g. h.) hacen que en la presente- ocasión no se celebro como se ha celebrado siempre tan fausto. suceso.» Y preguntamos nosotros: ¿quién ha firmado esa declaración facultativa^ ¿El doctor Riedel?. . Lo dicho; me temo que nos van á meter un alemán. Conque Sres Candelas y compañía; ó rebelarse ó dimitir. Hay que ser españoles y médicos, sopeña de pasar ni por lo uno ni 'por lo otro, á los ojos de Uíï EííéiHeo de espiiela. SECCIÓN PROFESIONAL. Él ftipuiado por üKnaassíaaSsMiióss — Prometimos en el número anterior ocuparnos de este asunto y cumplimos gustosos lo ofrecido, primero para que se sepa quiénes y dónde están los que eligen á los tales diputados, segundo para iniciar á nuestros lectores en un asunto de tan capital importancia y últimamente para que capacitados de todo, obren y procedan con perfecto conocimiento de causa.' Nuestra palabra no puede prestarse á interpretaciones desde el momento en que hagamos protestas vehementes en pro de dichd idea; la campaña sostenida en este mismo periódico cuando las elecciones generales de 1884, en favor del diputado médico por acumulación nos escusan de otra mejor patente de buena fé cuando la misma nos guia, y solo el deseo de contender con algunos de nuestros colegas de la corte que todo lo arreglan ó desarreglan, eso si, en su eterna idea de hacernos felices, es lo que nos decide á romper una caña que en su calidad de tal, no ha de trascender en sus consecuencias mas allá del reducido número de lectores conque cuenta esta humilde publicación. Pero como las cañas se vuelven lanzas, asi sin malicia, bien quisiera que cuantos colegas se encuentren en las condiciones de nosotros se hicieran cargo de cuanto vamos á decir y tomando cartas en el asunto adoptaran una valiente y enérgica determinación que diera a! traste con las componendas, indicaciones ó propuestas de los que en último resultado nada pueden hacer en el asunto.