6 LA ASOCIAí ION. nuestros lectores es debido á la pluma de un profesor cuja modestia corre parejas con su ilustración; pues el Sr. Olivan, con su aplicación y laboriosidad, ha adquirido un caudal de conocimientos cieutíücos y prácticos que lo constituven autoridad, acaso sin saberlo él mismo. Compañeros como el Sr. Olivan, son •los que nosotros buscamos y necesitamos, ya que ellos son los que con sus plumas han do contribuir ú formar esa brillante plaga de profesores rurales que seguramente irán apareciendo en ésta sección. No desmaven, pues, nuestros amigos; vengan originales, si quieren en estracto; nuestro periódico es popuiarísimo en la provincia y él visita todos los centros cientííicos y redacciones de las principales publicaciones médicas y iiomédit.os de España. Que esto sepa y diga mañana: los médicos de là provincia de Teruel, por su laboriosidad v amor al estudio, son dignos de la consideración y respeto de sus clientes,.... ¡ya que otra cosa no vean en nosotros! Fíjense ahora nuestros compañeros en el artículo del Sr. Olivan que dice: LA SANGRÍA. Sils limitadas indicaciones en gancrnl y en la inflamación en particular . Asunto es este no tan completamente dilucidado como en todas épocas debatido, y con el cual me propongo pagar una deuda há tiempo contraida con el Director de nuestro periódico. Nada de notable vais á encontrar en estos desaliñados artículos. Discurir sobre los hechos, fuente' inagotable de enseñanza, y sacar algunas consecuencias prácticas que fijen en lo posible las indicaciones de la sangría: he aqui el plan que me lie trazado, cuyo desarrollo necesita da vuestra indulgencia. L Historia. — Al intentar un resumen histórico dedá. sangría renuncio desde luego á estériles' corno impertinentes copias de detalles, considerando más oportuno el estudio sintético de los diferentes sistemas que han reinado en ia ciencia, así corno de las doctrinas de ¡a escuela tradicional y de los procedimientos analíticos de nuestra época, todo en cuanto hace relación al método terapéutico que nos ocupa. Hagamos ante todo caso omiso de! origen de la sangría puesto que no es fácil averiguar sí fueron los griegos ó los egipcios los que introdujeron su uso en la terapéutica ó bien, sí como otros creen, se debió á la observación de la singular costumbre del hipopótamo, (i) que se sangra á si mismo revolcándose por los caña- (1¡ Üicoa que «1 hipopotíuno fué el primero que enseño á los hombres el uso de la sM-'i^ría. pues cuaado este animal está muy lleno dé sangre sé frbtn él mismo con un junco puntiagudo, se abre la vena, y deja correr la saagre. hasta que sintiéndose ya descsrgfcfiç, se revuelca eu el bar™ para restañarla. Dic. de M. 0. por D. A. B. 1807. verales en determinadas épocas del año. Oriiiemos también la oposición á las sangrías que nos ofrece en lo antiguo el empirismo puro, representado en la escuela de Cnido, y pasemos á nuestro principal objeto. Todos los sistemas tienen un común origen y parecidos resultados. El estado embrionario de la ciencia de la vida, poruña parte, y poc otra, la natural impaciencia del ánimo para la posesión de la verdad, fueron en todo tiempo motivo suficientepara que la imaginación extendiera su osado vuelo por las incultas regiones del saber imponiendo en la modesta esfera de la práctica los principios sobreque pretendía asentar la ciencía. La falta de solidez de estos principios nos instruye acerca del éxito más ó menos desgraciado y fugáz que alcanzaron en la república de las ideas y de los hechos cíentítieoíí; y la aparición de sistemas sucesivos en el trascurso de los siglos se funda en la sinrazón ó insuficiencia de ios que les habian antecedido. No debe, pues, extrañarnos que la práctica de la sangría Haya, sufrido en la serie de los tiempos las caprichosas alternativas que le imprimieran los sistemas, en consonancia con los opuestos principios que les servían de fundamento. Asi vemos á Thémison muy apasionado por la sangría en razón á que; según su método atomístico, moderaba la constricción exagerada de los poros; á Erasistrato, que la miraba con horror, porque sus constantes trabajos sobre el cadáver y los adelantos que obtuvo en Anatomía imbuyeron en su mente las ideal del solídisvro; á Van-Helmont, que condenaba las evacuaciones sanguíneas, poi que el único precepto que dominaba la terapéutica de tan singular sistema era el dirigir la acción del arqueo según ia causa que lo hubiera perturbado; kBótal que trataba todas las calenturas con la sangría; &. Bonilland, que estableció la célebre fórmula de las sangrías repetidas Peto los sistemas que descuellan en los tiempos moderncis por sus opuestas y decididas tendencias, son los que representan los conocidos nombres de Brown y de Broussais: fundados ambos sobre una base dícotóníca análoga, difieren no obstante por la agrupación de las enfermedades que cada uno de estos autores hace y ia tan opuesta estensión que concede a las de igual índole. Asi es que, donde el uno halla debilidad é indicación de estimular, encuentra el otro la sobreirritación producida, cuando no de otra manera, por el mismo dolor que hace el papel de excitante, áun en los estados marasmódicos, surgiendo de aquí la indicación casi universal del plan antiflogístico. El éxito alcanzado por el ruidoso sanguinario sistema de Val de Grace debe principalmente atribuirse, no solo á la probabilidad de que por entonces reinára en la mayor parte de Europa una constitución médica inflamatoria, según opina e! Dr. García Sola {i) y asegura BufftW* ¡I) Pat. genera!; pág. 210.