La ASOCIACION. quiales llenaban, aunque deficientemente, la función hematósica. Por momentos se reducía el calibre de estos y su número, y lo demostraba la axfisia que á pasos agigantados se había presentado y que siendo imposible evitarla llegaría en muy corto tiempo á dar al traste con las remotas esperanzas -que pudieran quedar, ya que la esperanza solo desaparece cuando la vida se ha estinguido. Ella que conocía mejor que nadie su estado ó lo presumia al menos, quiso dar espansión á su espíritu eminentemente religioso, preparándose para refrescar su conciencia con la serenidad del justo. El dignísimo Sr. Cura regente de dicha parroquia fué el encargado de tan sublime misión llevada á cabo en medio del más sepulcral silencio y ante aquel sinnúmero de almas contristadas, pero tranquilas al ver asegurada la de la enferma para el Señor. Mudo presencié aquellas escenas cen el fervor religioso que acostumbro así como también las que sucedieron hasta su muerte, pero no sin que me lamentara de lo falaz de nuestra ciencia y del inmenso poder de la Suprema Verdad. Describir las escenas á que dieron lugar ¡a presencia de la madre á la cabecera de la enferma, las del esposo cuando ya ni articular una frase podía, las del padre, familia y amigos, sería renovar emociones que, si entonces me impresionaron, hoy me anonadarían y me impedirían terminar este artículo. ¿Quién por otra parte no las ha presenciado en alguna ocasión? Diré para concluir, que aquella lenta agonía terminó con la muerte á las 12 y i¡2 de la tarde del día 25 de Noviembre de 1888 en medio del mayor desconsuelo por parte de la familia y amigos R. !. P. A las 5 de la tardeyacompañado del Sr. Izquierdo procedimos á su embalsamamiento, siendo después expuesta al público que deseaba rendir el postrer homenaje á aquella Santa. Durante las horas que al publico fué expuesto el cadaver, llamó la atención sobre los demás, ¡as manifestaciones de sentimiento dadas por las niñas á la que, siendo maestra, era considerada por ellas como madre amantísima. Con las licencias necesarias para el caso, con. cedidas por el Excmo. Sr. Obispo y Gobernador de la provincia, y después de haberse colocado .su cadáver en caja de zinc herméticamente cerrada y con las precauciones necesarias, se procedió á su conducción en carruaje hasta Teruel, en donde según expresa voluntad de la finada, quería descansáran sus restos, siendo acompañada á pesar de ser las 12 de la noche, por lo más selecto de la sociedad de Mora. A muchas consideraciones se presta este caso, pero hé dichoque termino y lo hago, no sin dar un voto de gracias por la clase en general y por la familia en particular á los Sres. Lega, Piquer, García, Garcerá é Izquierdo, que tan bién supieron llevar á la práctica los consejos que dá nuestra Asociación. Y yá que de compañerismo hablamos, y de él, poco eco se há hecho la prensa á quien corresponde, no dejaré la pluma sin poner de relieve el practicado por D. Jacinto Ferrer y la señorita D.11 Gregorià Pérez, maestn s de Mora, quien, con una expontaneidad que tanto les honra, se ofrecieron á acompañar hasta Teruel á su compañera, rindiendo así él último tributo de respeto y cariño para con la finada. Son sus actos más dignos de encomio, ya que ambos señores se ven con frecuencia enfermos y no era seguramente la noche, fría y ventosa, el mejor preservativo para ellos. ¡Loor á estos dos héroes del magisterio! Hé terminado. Nada ganó la ciencia, porque nada nuevo puedo darla; en nada satisfice mi amor propio porque no era este el fin que me propuse. Quise escribir unos renglones, que buenos ó malos reflejaran las amarguras de aquellos luctuosos días: Gracias á la bondad del señor Garcés lo hé conseguido. A La que todo lo merecía y al Sr. Pomar que nada menos merece los dediqué, como dige al principio, aludido que fui por el director de La Asociación. ¿Habré llenado el fin que me propuse? Si he de contestar por la satisfacción que experimento, hija del deber cumplido, confieso ingénuamente, que sí. De todos modos, creed, que para reflejar un buen deseo ha hecho cuanto buenamente ha podido vuestro compañero. Alcalá y Febrero 25 de 1839. Jsiara II. Afjann. NECROLOGIA. DON JOSÉ IZQUIERDO LÓPEZ, Lo recordamos. En un trabajo inédito que nuestro director nos enseñó, allá por el año 1882, cuando en su cabeza bullía la idea de la publicación de un periódico genuinamente provincial y órgano de las clases médicas, al ocuparse de las secciones que había de comprender, decía: «necrologías: «tampoco olvidaremos á los que nos abandonen: «honrando á los muertos nos honramos á nos»otros mismos. Les dedicaremos, pues, un re- «cuerdo según sus merecimientos en vida » Y nosotros que rendimos y rendiremos siempre pleito homenaje á la virtud y modestia hermanadas con el verdadero mérito, cualidades que más sobresalí?:! en el ilustrado farmacéutico que motiva estas ii'ieaS, es por lo que solicitamos un espacio en jas columnas de nuestra Asociación donde consignar los merecimientos del finado .que le hicieron acreedor al respeto y consideración de sus contemporáneos en el largo