LA ASOCIACION. mo; se exhospitó y alas siQtq de la uocho salía para mi pueblo con ánimo tle "ver á mis gra» ■ves enfermos. Pero ¡oh fatalidad! andado que hube una hora, el cielo y la tierra parecía se conjuraron contra mí-cuando en verdaderas tinieblas descarga sobre mi pecadora humanidad una imponente granizada, tan terrible que el caballo en lugar de seguir el camino, torció por viñedos y hu-rancos y gracias que su instinto le guió después de dos horas á una masada donde pude apreciar el sitio donde estaba y el peligro que corrí. Llamé, y después de "quitarme el barraque llevaba debido á los porrazos que caí, y secarme algún tanto, supliqué al masovero me condujese al pueblo, al que llegamos á las doce de la noche, no sin dar gracias á Dios por salir airoso de aquel combate contra los elementos. Ahora bien, quién me resarce de la bronquitis padecida?.. ; ¿quién hubiese socorrido á mis hijos con el pan diario, si hubiese perdido la vida aquella noche por obedecer al Juzgado?.".. Los derechos consignados quedan, pero jamás se cobran. ¿Nó hay fondos en Gracia y justicia para estos casos?..., ¿qué se hacen?...* Vaya, vaya; sentimental por demás y curioso por añadidura se muestra nuestro compañero, dirá á caso algún curial. Conténtese, decimos nosotros, con que el Gobierno no nos olvida, mejor dicho, no nos deja de la mano, y ahí está para demostrarlo la reciente circular de la Dirección genera! de Sanidad, para que todos los meses den parte al Subdelegado etc. etc., y ésteásuvezá la Direcciónetc.etc... Lo cual es hacernos mas favor del que nos merecemos, y sinó decidme: ¿cómo habíais de conocer muchos al Subdelegado, y este al Director y vice-versa? Y el conocimiento de las personas es muy esencial para guardarnos de sus malas artes. Que malas artes, digo yo, emplea el Gobierno para que gaseemos, digo yo, en sellos, papel y oblea, los pingües sueldos de nuestras titulares, digo yo. Palabras, pabtbra*», palabras. — Un señor diputado, á quien desde luego debemos mostrarnos agradecidos, el Sr. Reina y Montilla, ha preguntado al ministro de la Gobernación si pensaba presentar algun día — en cumplimiento de la ley de Sanidad y de sacratísimos deberes— los proyectos para conceder las pensiones á las viudas y huérfanos de los comprofesores muertos en la última epidemia, y que tienen ya reconocido ese derecho por el Real Consejo de Sanidad. Inútil es decir que el ministro contestó afirmativamente, y que el Sr. Reina le dió luego las gracias por tal deferencia. Es una edición más de la historia de siempre. Pregunta de un diputado amante de la justicia; contestación de un ministro que sabe que á nada se compromete prometiendo Y cuenta que ahora el cólera hace estrados en una de nuestras posesiones ultramarinas (Zaraboanga), donde según datos oficiales — de ordinario muy parcos en cifras —desde últimos de Enero al 9 del corriente ha habido 1.119 invasiones que han ocasionado ó20 muertes. Nada, pues, tiene de extraño que el señor ministro prometa cumplir la ley de Sanidad. Lo malo es que no la cumplirá. Y si no al tiempo. Y para que Decio Carian no nos diga como á otros que tomamos lo ajeno sin permiso de su dueño, lo cual está muy bien dicho, pues es un vicio muy feo, el anterior suelto es de El Siglo Médico de cuyo director, aunque nada se consiga, vería con gusto el mundo médico una pregunta parecida, y otra, y otra... en el Senado. Entonces veríamos si se cumplía la ley de Sanidad. ¡Y si no al tiempo; 8>« solM-esiaesía — El asunto de la erección de un monumento que perpetúe la memoria del modesto cuanto sabio botánico aragonés D. Francisco Lóseos, está en buenas manos. La Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza no ceja en sus propósitos, y si nuestras noticias son exactas, parece que ha dado el encargo de hacer un retrato al óleo del difunto farmacéutico á un célebre pintor parisién, quien después pasará desde Pa i' IB í'i Roma para hacer la escultura del mismo que será colocada en Zaragoza.» paseo de Santa Engracia próximo á la de Pignatelli. A perseverar en tan laudables propósitos, la prensa de Teruel, su Sociedad Económica de Amigos del País, sus farmacéuticos, los de toda la provincia, nosotros, todos en fin, debemos pensar en la forma y manera de secundar los propósitos de aquella respetable corporación, y para ello proponernos el nombramiento de una Junta en Teruel encargada de escogitar los medios por los que todos nos dignifiquemos dignificando á Lóseos. — El Eco del Practicante de La Coruña, en su núm. 29 del lo de Febrero último, traslada á sus columnas nuestro artículo «denuncia contra un intruso» publicado en el número 141 de La Asociación. En ello nos dispensa un singular favor al que sabremos corresponder, pero á lo que no estamos dispuestos á corresponder és, á esa especie de pugilato á que uos provoca con motivo de las frases de elogio que dirigimos á D. Francisco Ag-uilar Olivera, y que el colega comenta en términos que casi uos hace dudar de la sinceridad con que son vertidos. También nosotros somos amigos de dar al César lo que es del César y á Dios lo que es de Dios, y si en esta ocasión hemos dado algo más al César por ensalzar los merecimientos de una modesta clase en la persona del señor Aguilar, es porque entendemos que con ello nada quitábamos á Dios, ó sea á El Eco, que