LA ASOCIACION el medicamento por las vías dig-estivas no produce efecto de ningún genero; por eso le administro en inyecciones hipodénmeas, valiéndome de la geringuilla que he recomendado para trabajos de bacteriología, jeringuilla sin émbolo y que, por tanto, se puede mantener aséptica merced al alcohol absoluto. Ea más de mil inyocoiones que llevo practicadas coa esta geringuilla aséptica no he visto desarrollarse jam is absceso alguno. La piel del dorso entre ambos omóplatos y la piel de la región lumbar son sitios que ahora elijo — después de muchas pruebas — para practicar las inyecciones porque dan escasa ó ninguna reacción local y porque son poco sensibles. Efectos de la inyección en el i'idividuo sano. Desde el comienzo de nuestros experimentos vimos que el cuerpo humano reaccionaba al contacto de nuestro remedio de muy distinta manera que los conejillos de Indias, animales que tanto nos han servido para el estudio de la tuberculosis — una prueba más de aquella ley que nos veda aceptar como concluyento (y sin prueba directa) para el organismo humauo aquello que solo es positivo para el organismo de una especie animal. — El hombre es mucho más sensible que el conejillo de indias á la acción del medicamento que rae ocupa. Un animal de .esos en estado sano soporta sin alterarse en lo más mínimo la inyección de dos centímetros cúbicos del medicamento, mientras que basta la fracción. de 0,25 ce. para provocar en un hombre robusto intenso efecto. Una l/ uíiií) parte del poso del cuerpo no orig'iua acción apreciable ou un conejillo de Indias, mientras que la misma fracción proporcional obra poderosamente en el hombre. He observado en mí. mismo los fenómenos á que da lugar la inyección de 0,25 cc. dèl líquido. Son los siguientes: A las tres ó cuatro horas de practicada en- mi brazo, sentí dolor en las piernas, fatiga, tendencia á toser y cliñcaltad en la respiración, que aumentó rápidamente. Una hora después me acometió un violento escalofrío que se prolongó largo rato: sobreviniéronme á la par náuseas y vómitos, y la temperatura de mi.'; cuerpo se elevo á SQ0^. Doce horas más tarde disminuyeron todos estos síntomas: descendió la temperatura, que al otro día era normal, pero la sensación de fatiga y dolor en los miembros persistió por espacio de algunos días, durante los cuales se mantuvo rojo y doloroso el punto de la inyección El menor efecto posible en un hombre sano se obtiene con la dosis de 0,01 ce, equivalente á un centímetro cúbico de la solución al centésimo. A esta dosis la reacción se manifestó únicamente por lige¬ ros dolores en los miembros y fatiga transitoria; algunos casos sufrieron ligera fiebre de 38°. Aunque la misma dosis proporcional del medicamento engendra efectos muy distintos en los animales, en comparación con el hombre, es, sin embargo, muy similar su resultado bajo otros puntos de vista, el principal de los cuales se muestra indudablemente en la acción específica que ejerce sobre los procesos tubèrculosos. Acción especifica sobre los procesos tuberculosos. No describiré aquí e^a acción respecto á los animales en que lie practicado mis experimentos, y me concretaré á exponer la relativa á la'tuberculosis humana. EL organismo humano en estado do salud no reacciona ó reacciona muy poco cuando se practica una inyección que no pase de 0,01 ce. La misma regla prevalece, como lo demuestran múltiples y variados experimentos, en el organismo humano enfermo de enfermedades no tuberculosas. Y, sin embargo, el resultado varía mucho tratándose de tuberculosos de cualquier índole que sea; la misma inyección de 0,01 provoca en ellos una reacción local y general intensa. (A los niños de dos á cinco años administro el remedio á la dosis de 1,001 ce, y obtengo una reacción enérgica aunque no peligrosa.) Rsta se inicia con, escalofríos seguidos de fiebre que llega á 39° y á veces á 40 ó 41°. La fiebre va acompañada de dolor en los miembros, tos, fatiga excesiva y, frecuentemente, mareo y vómitos. En varios casos hemos visto aparecer un ligero tinte ictérico y más rara vez un exantema parecido al sarampión en eL cuello y pecho. El ataque comienza generalmente cuatro ó cinco horas después de la inyección y se sostiene doce ó quince. En algún caso se retarda y entona ees es menos intenso. Los pacientes se alarman poco al sufrir esas sensaciones, que una vez desaparecidas proporcionan á su cuerpo y su espíritu una mejoría casi siempre notable. La reacción local se observa bien en los casos: de tuberculosis externa, por ejemplo, en los. casos L de- lupus: se aprecian en ellos: cambios notabilísimos que demuestran por manera sorprendente y conclusiva la acción específica antitubercul'osa del remedio. Pocas horasr después déla inyección practicada en la espalda, esto es, en un punto lejano del sitio, afecto, los nodulos luposos se ponen rubicundos y turgescentes aun antes dé manifestarse elescalofrío inicial. Durante el estado febril progresa la tumefacción y alcanza tan alto grado, que tomando aquí y allá coloración morena, se necrotiza con extraordinaria prontitud. Luego que la fiebre desaparece disminuye también la hinchazón del tejido enfermo y acá-