LA ASOClACíON. ba por borrarse á los dos ó tres días. Los nodulos de lupus se cubren finalmente con una costra, que al sacarse y desprenderse, dejan tras sí una cicatriz limpia y pulida. Generalmente se necesitan varias inyecciones para lograr este resultado. Pero de esto trataré luego. Debo mencionar como punto^ de especial importancia, que las alteraciones descritas se mantienen exactamente dentro de la zona atacada por el lupus. Hasta los nodulos mas pequeños y recónditos sufren las alteraciones mencionadas y se convierten en lesión visible, mientras que el tejido sano permanece indiferente é inmutable. La observación de estos fenómenos es tan instructiva y convincente que. á todos los que quieran ensayar mi método, les recomiendo empiecen por un caso de lupus. Reacción local y general. La acción específica del medicamento eá el lupus, aunque más perceptible al tacto y á la vista, es menos expresiva, menos ruidosa cpie la misma acción en la tuberculosis giandular, articular, ósea. etc. En estos casos se observa tumefacción en la parte, rubicundez superficial é hiperestesia. En la tuberculosis profunda ó interna no hay reacción local aparente, á no ser que se considere como tal el aumento de tos y de espectoración que sobreviene luego de las primeras inyecciones en los individuos cuyo aparato respiratorio lleva el estigma de la tisis. Entonces predomina la reacción general, pero como la lesión es idéntica, estamos autorizados á suponer que cu la intimidad de los órganos profundos se realizan los mismos fenómenos que en la trama de los tejidos externos. .o^^wVvív ^ ¿bmk. Valor diagnóstico del método. Los síntomas antes descritos se presentaron sin excepción en todos los casos de tuberculosis después de administrar por la vía hipodérmica 0,01 ce, del medicamento; puedo aseverar, según esto, que mi solución constituirá de aqui en adelante un medio, un recurso diagnóstico indispensable. Con su ayuda obtendremos la luz que nos falta en ios casos dudosos, sabremos positivamente si padecen ó no tuberculosis aquellos individuos en quienes ni el examen físico, ni el examen bacterio-histológico resuelven el problo u:), ó ilustran la noción de la enfermedad. Padecimientos glandulares, tuberculosis latente del armazón óseo, afecciones indefinidas de la piel ó de la lengua, etcétera, etcétera, no ofrecerán ya dudas á nuestro diagnóstico; es más, empleando el mismo medio podremos cerciorarnos, ó bien do que la curación es real y efectiva, ó bien de que anidan aun en el organismo gérmenes infectantes de donde hubiesen partido nuevas localizaciones, como parten nuevos incendios de ténues chispas que dispersa el viento. Efecto curativo del medicamento. De mucha mayor importancia que el valor diagnóstico es, sin duda ; el valor terapéutico del remedio. He dicho antes que en el lupus, después que la tumefacción y rubicundez decrecen, el tegido patológico no torna á su estado original, sino que muere y desaparece en mayor ó menor extensión. La observación demuestra que este resultado se obtiene en algunos casos por verdadera necrosis y eliminación cuando la dosis del medicamento hA sido suficiente, mientras que en otros casos ocurre una especie de fusión del tejido enfermo, y entonces hay que repetir las inyecciones hasta lograr el primer efecto. Acción sobre el tejido tuhercidoso. Las investigaciones de histología no son aún suficientes para permitirme explicar el mecanismo de las curaciones obtenidas. Tongo, sin embargo, por cierto y averiguado que no se trata de la muerte y destrucción de los bacilos tuberculosos en el seno do los órganos en que se alojan, nutren y prosperan, sino más bien de una acción especial sobre los tejidos mismos . Prodúcese una perturbación circulatoria intensa , y como consecuencia, cambios nutritivos que provocan más ó menos rápida.y profundamoute la destrucción del tejido tuberculoso. En resúmen; el medicamento no mata los bacilos sino los tejidos tuberculosos. Precisamente esta propiedad nos indica de una manera clara y definida los límites en que ha de moverse la acción curativa del remedio. Sólo puede influenciar los tejidos tuberculosos vivos., no tiene influencia sobre los tejidos tuberculosos muertos (masas caseosas, huesos necróticos, etc.) ni sobre los que él mismo aniquila. En tales masas uecróticas pueden todavía existir bacilos que cuando no son expulsados al exterior ingresarán de nuevo bajo especiales, pero posibles circunstancias, en territorio sano. Se comprende, pues, que si la actividad terapéutica del medicamento hade ser fructífera, precisa en primer término engendrar una necrosis completa dél tejido tuberculoso, y en segundo término separar dé la zona normal todo aquello que por medio de las inyecciones hemos privado de funcionalismo y de vida. Esto se logra generalmente por medio de operaciones quirúrgicas, y donde la intervención sea imposible y las fuerzas del organismo no basten á conseguir la ex-