Boletín de la Asociación di Labradoms di Zaragoza pero cediendo los precios mediante subterfugios de todo género. Cójase cualquier periódico de las zonas cerealistas y se verá cómo en ellos, sin ambajes ni rodeos, le dicen a uno que el trigo se vende a 44*46, etc., y en otros que se opera a precios convencionales o reservados. Por encima de todo (dicen importantes elementos agrarios, defensores de la tasa) hay que procurar la revalorización, el mantenimiento de la tasa (por lo menos como ideal), esperando sin prisas, sin impaciencias y sin dar sensación de apremios, echando mano de todos los recursos que haya para resistir, tales como aplazamientos, préstamos, pago en especie, etc. Cuando hayan pasado cinco o seis meses de esta resistencia, o tal vez antes, las necesidades normales de la molinería y del abasto público requerirán nuevas compras, lo cual es lo mismo que decir que reaccionarán los precios. "Ya en la recolección de una cosecha como la de este año, decía un prestigioso agricultor, temíamos que viniera una gran depreciación en el valor del trigo; por eso teníamos fe en la Ley de Tasa dictada por el Gobierno, y tan bien acogida por los agrarios nacionales ; pero después de tres meses y medio, triste es declarar que ha resultado un verdadero fracaso". — ¿ Qué causas cree usted, le preguntamos, que han producido ese fracaso de que habla? — Varias en mi opinión. En primer lugar ya se cometió el error de que a una especie como el trigo de que hay tantas clases por el rendimiento de la harina para la panificación, se le impusiera una sola tasa. Me explicaré : Si bien hay una diferencia de cinco pesetas del mínimo al máximo de ella, era de esperar, como así ha sucedido, que los fabricantes se aprovecharían del exceso de oferta y operarían sólo con los trigos de fuerza y por los precios mínimos, con lo cual hubieron de perjudicar a los trigos más inferiores, que se cotizaron muy por debajo del precio de tasa. Vino la recolección y para cumplir con la obligación que la ley impone a los comerciantes, éstos hicieron sus abastecimientos comprándoles el trigo principalmente a los grandes propietarios y productores en grande escala, que con cosechadoras, espigadoras y trilladoras de gran rendimiento terminaron antes la recolección. Una vez cubiertas, por los fabricantes, sus primeras necesidades, vino lo que tenía que venir, la paralización del mercado. Luego vinieron a empeorar la situación las órdenes dadas por aquella funesta Generalidad de triste recuerdo. El pequeño y mediano agricultor, con el trigo en sus graneros, sin medios económicos para hacer frente a su situación y necesidades más perentorias, no ha tenido más remedio que ofrecer su trigo para que se lo compren por favor y todo ello ha producido el derrumbamiento de la tasa. Cuanto más grande era la nece¬ sidad del labrador, más apremiantes sus obligaciones, mejor era la situación del negociante. — Pero ¿y el Servicio Nacional de Crédito y los sindicatos y asociaciones de labradores? — Son insuficientes y además la tramitación de los préstamos es a veces complicada y larga. — • ¿ Y las Juntas de Contratación local ? — Las Juntas de Contratación en los pueblos están haciendo un papel ridículo. Las guías se extienden con arreglo a tasa a 50 pesetas, pero entre comprador y vendedor se establecen ciertos pactos secretos que dejan sin efecto la tasa. Otras veces se hace constar que el trigo lleva más del 3 por 100 de impurezas, y la operación queda fuera de la ley de tasa. Pueblos hay en que no se cumple lo relativo a la intervención de las Juntas. — Falta valor cívico para denunciar esos hechos. — No, señor. La responsabilidad está en la parte compradora y en quienes no le imponen las multas del 10 al 50 por 100. ¡Hay una diferencia tan grande entre el que tiene que vender por necesidad y el que infringe la ley por interés, por negocio o por egoísmo ! En definitiva, las leyes en vigor, cuando no se cumplen, sólo sirven para beneficiar a los desaprensivos. Con las lluvias se paralizó más el negocio de los trigos. Los temporales de agua han hecho que se retraigan los compradores y como es natural, que los vendedores afluyan al mercado. Se temía una mala siembra y por ello había más demanda, pero ante la situación actual de los campos el retraimiento de los compradores inmovilizó por unos días el mercado. Después empezó la demanda de cereales para simiente. Haciendo la merecida y honrosa excepción de los que administran sus tierras, mirando, más que al presente al porvenir, y de los otros, que no se atreven por una innata honradez a tomar utilizando el crédito, lo eme no saben si podrán devolver, queda un buen número de imprevisores que hasta la^ época de la sementera no se acuerdan del abono ni de la semilla. A última hora van mejorando los precios. Hace pocos días se han hecho operaciones a precios que^no se hubiesen pagado un mes antes en clases regionales de fuerza; por ejemplo: ventas a 51 y más pesetas, las cuales antes se adquirían por debajo del precio de tasa. Se inicia, pues, un movimiento revalorizador. LA VENDIMIA Terminada la vendimia en todas las comarcas vitícolas, puede asegurarse que la cosecha de uva fué corta en casi toda España, excepto algunas zonas de Castilla la Vieja. En Aragón apenas he-