Ahora bien; como el Apéndice tan solo deroga estos fueros y observancias hay que suponer vigente lo que es anterior a estas fuentes, o sea la costumbre; la jurisprudencia nos dirá si acepta o no este criterio. Pero hemos dicho que además del aspecto propiamente jurídico ofrece la conferencia del Sr. Sánchez Ven!-" tura, otro político y social. Refiriéndose, en efecto, a una reciente polémica habida Wm en la prensa madrileña sobre la uniformidad y el patriotismo, rechaza el criterio de cierto rotativo que considera el primer concepto como base y fundamento del segundo. Esto es — afirma el conferenciante — lógica de la Puerta del Sol, que sin asomarse a la vida de las distintas regiones españolas pretende confeccionar uniformes jurídicos inadaptablcs a cada cuerpo social, pero queriendo disimular esta inadaptación con lacitos de adorno, colores rojo y gualda. [Pues eso no es patriotismo!, exclama con el popular personaje zarzuelero . Y a continuación canta al verdadero sentimiento patriótico, sin ridiculas suspicacias, al que han sabido practicar los aragoneses siempre héroes de su patria y mártires de su fé, escribiendo, con sangre en épocas de guerra y con trabajo en épocas de paz, esas páginas tan gloriosas en la Historia de España... No es posible amar a la patria grande sin amar a la patria chica, y no es posible amar a la patria chica sin amar sus leyes, sus costumbres, sus tradiciones, su literatura y su arte... Si España, sigue diciendo el Sr. Sánche2 Ventura, es una nación de tan varia naturaleza geográfica — sin hablar de otras diferenciaciones más discutibles— que encierra en sus fronteras, países de la costa llana y de la montaña abrupta, climas calurosos y de fríos intensísimos, fauna y flora casi ecuatorial y casi polar, de producción feraz y de producción paupérrima... ¿cómo es posible en justicia, en equidad y en buen gobierno, dar a todos sus habitantes un derecho uniforme que regule una vida necesariamente tan distinta? Por último y para no hacer interminable esta reseña, señalaremos el aspecto social en la conferencia del Sr. Sánchez Ventura, que estriba en aquellas consideraciones sobre la evolución que se advierte en el país altoaragonés. Glosa un notable artículo periodístico del ilustre literato D. Luis López Allué, que demuestra cómo se desmorona el antiguo derecho patriarcal del Alto Aragón al influjo de las nuevas circunstancias. La facilidad de comunicaciones y la intromisión de empresas industriales forasteras, que se llevan lejos las riquezas naturales del país. Lamenta el orador que no se hayan sabido explotar estas riquezas por los aragoneses. Mas, de todas suertes, no ha de exagerarse la nota romántica de amor al pasado, ante los cambios de la vida moderna. Bien está que el aspecto histórico, jurídico o simplemente pintoresco se estudie y se conserve en libros y museos. Pero no pretendamos que sus costumbres, sus trajes, sus leyes, adquieran un estado de permanencia, de fosilización más bien, incompatible con la vida, que es cambio, evolución, movimiento. Tengamos presente, además, que aquellos montañeses agrupados en aquellas patriarcales instituciones, llevaban realmente una vida dura y mísera, sin asomos culturales, ni de sociabilidad. Esclavos de una tierra pobre y estéril, mal vestidos, mal alimentados, sin apenas lícitas expansiones del cuerpo ni del espíritu, con nula asistencia facultativa, las mujeres viejas a los 25 años por la brega cotidiana en los trabajos mas penosos, los niños cuidando las vacas a los cuatro años de edad... Pero si no pueden ni deben, pensando cristianamente, perdurar inmutables las leyes y las costumbres, procuremos, sí, que perdure el espíritu que las informaba, adaptándolas a las modalidades de los nuevos tiempos. Que queden a salvo en la iniciada transformación de la vida alto-aragonesa las virtudes sociales — austeridad, amor a la familia y a la casa, laboriosidad, ahorro, precisión, practicismo, firmeza de carácter — ; y presidiéndolas todas y como medio para que todas se manifiesten en las relaciones jurídicas y sociales, el principio fundamental de nuestro derecho, el standum est carthx y el sentido justiciero y equitativo con que supieron aplicarlo nuestros ascendientes. iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiimiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiN llllíl!![I!l![ll{l¡!!l!llllllll[IIIIIIIIIIIIIUHIIIIIIIWIIIIIII^ Decía bien el Sr. García Belenguer. Con el mismo esplendor que en un tiempo se celebraban las Cortes aragonesas, primeras en el sistema parlamentario, se rindió homenaje a nuestra legislación foral en el acto que tuvo lugar en la Diputación de Zaragoza. Desde hoy los nombres de Isábal, Ponte, Piniés, Maura, estarán en nuestro recuerdo junto a los de los Franco, Molino, Portolés, Nougués, Laserna, Asso, Dieste, Costa, Gil Berges y tantos otros orientadores, comentaristas afortunados de nuestro derecho foral. Aragón está en fiesta porque su "propia norma jurídica" tanto tiempo oscurecida vuelve a mostrarse viva como un símbolo de la tradición patria. El deseo de Aragón, se reduce ahora a que las demás regiones cuyo derecho especial debe codificarse, logren lo que nosotros hemos logrado, porque en esa variedad foral, en esa diversidad propia de las leyes y de las costumbres consagradas constantemente y elevadas así a principios y reglas con carácter de obligar, tiene su más honda raigambre la diferencia general que es necesaria en todo conjunto armónico. Ni en lo jurídico, ni socialmente, ni en ningún aspecto de la vida nacional, el territorio patrio puede ser sometido a la uniformidad de un tablero de ajedrez. Una de las grandes bellezas de nuestra tierra, se ha perdido. El traje regional, mejor, los trajes regionales, porque -su variedad de comarca en comarca era múltiple, han desaparecido totalmente; la boina antiestética, el pantalón largo, han sustituido, han deshauciado en los pueblos de Aragón, al airoso pañuelo, al calzón, a la capa de nuestros abuelos. Viladrich, el pintor formidable de los "hereus," de Fraga, ha reproducido maravillosamente modelos que han desaparecido ya. Su arte genial mostrará a otras generaciones, tradiciones y recuerdos que se han perdido. Solo cuando un completo Museo etnográfico aragonés se inaugure, diremos .que existe en nuestra tierra un archivo de la tradición. El apéndice foral ha reconstruido nuestro derecho, que vivió de precario y que ha resucitado hoy para honor y provecho de Aragón. La gratitud de todos para todos los que han logrado esta realidad. — LÓPEZ DE GE RA : 83