EN lo de marzo del año 1452. nacía en Sos un hijo del rey Don Juan II. al que pusieron el nombre de Fernando ; andando el tiempo, ese niño fué el Rey Católico ; cúmplese, pues, este mes, el cuatrocientos ochenta y seis aniversario de aquel natalicio. Siempre ofrece interés de actualidad cuanto se refiere a ese monarca y a su mujer. Doña Isabel de Castilla, pero en los momentos presentes, ese interés crece ; ninguna época de nuestra historia se parece, tanto a la que precedió al reinado de aquellos cónyuges como la inmediatamente anterior al Movimiento salvador de España,, y nunca tampoco se ha levantado la España honrada contra un Gobierno inmoral y tiránico, como se levantó entonces, presidida por los Reyes Católicos y se ha levantado hoy, presidida por Franco. Por esto fué un gran acierto la adopción del yugo y las flechas como símbolo de la España que se pensaba reconstruir ; sin duda, se quiso significar con él que.a la, España gobernada por la inmoralidad, afectada de secesión espiritual y amenazada de la material, como era la que el inventor veía y sufría, idéntica a la que veían los que proclamaron a los Reyes Católicos reyes de Castilla, había de suceder una España gobernada por hombres morales, estrechamente unida en cuerpo y alma y señora de un Imperio, como fué la que dejaron aquellos monarcas, la España más española de toda la Historia, la única que no lleva en sus páginas mancha, alguna de extranjerismos-. Pero si para el que resucitó ese emblema tenía esa significación, es de preguntar si .para los reyes que simbolizaron en ese emblema su reinado tçnía significación ideológica o fué un capricho sin relación alguna con su política y su obra. Puede darse por cierto y seguro que para ellos no tenía más valor que el de ser indicador de sus nombres: iugo, como se escribía entonces, comienza por la misma letra que Isabel, y era signo de él ; y flechas por f , inicial de Fernando, y era símbolo de ella ; demuestra que representaba, pues, sus nombres, que la leyenda que a modo de orla encierra sus nombres dice simplemente: rext et regina, Castilla et legionis; se sobreentiende, pues : Fernidandus et Isabel la ; nombres simbolizados en el signo... Pero las multitudes no se conforman con explicaciones sencillas y buscan sentidos ocultos y transcendentales ; y en . éste de los Reyes Católicos vieron los españoles de su tiempo algo más que simples «recuerdos de dos nombres ; este algo no lo consignan ni los cronistas del tiempo ni los historiadores posteriores ; sólo uno de los que yo he visto y estudiado se refiere a él y no directamente, es decir, dando la explicación como suya, sino en la referencia de una carta que el Concejo de Valladolid escribió a Carlos V antes de venir a España y durante el gobierno de Cisneros. Asomaban ya las Comunidades ; se habían conmovido las ciudades castellanas ; el Cardenal gobernaba a su modo, el modo del Renacimiento; las ciudades conservaban sus privilegios y querían vivir como en la Edad Media, como vivían bajo los Reyes Católicos, y la de Valladolid escribióa Don Carlos rogándole que viniese a España; el gran soldado Gonzalo de Ayora, historiador de las Comunidades y él mismo un comunero, insertó en su crónica, aún inédita, una carta, la cual es por muchos conceptos digna de conocerse. Después de un elogio cumplido de Don Fernando, del que El emLlema Je! yugo y la§ fleekai dice que gobernó España cuarenta años s "en aquella paz y sosiego con que César Augusto al mundo", hacen cita de España: "Traemos a la memoria de V. M. las grandes cosas de nuestra España, en la cual no falta nada de lo conveniente para señorear que son grandes personas para mandar, ánimo y esfuerzo en toda la gente; caballos y armas y uso de ellas; la tierra tan fuerte e tan abundosa que tocios tienen necesidad della y ella no de ninguna; que cuando otras tierras proveían a Roma de amantenimientos, España de emperadores; en nuestros tiempos se ha acrecentado vuestra real corona del reino- de Granada, reino muy fuerte y áspero y poblado de gente brava y feroz, que novecientos años y más se defendieron; las islas Canarias, el reino de Ñápeles, el reino de Navarra, mucha parte de Africa y las Indias y Tierra firme. Muy abundantes de mineros de oro con otras tierras llenas de los otros metales necesarios; suplicamos que aunque V. A. tenga' al Cardenal de España, que tan sabiamente gobierna, venga lo más pronto que ser puede, pues con vuestra real persona haréis a España señora de muchas tierras y ella a V. M. señor del mundo; es la gente en sí tan belicosa que cuando sus príncipes no los ocupan en servicios en grandes, cosas, ellos procuran en los civiles". He aquí la causa de ideal español, el entusiasmo por España, la confianza en la riqueza de la patria y la confianza en los españoles ; he ahí el ideal del Imperio : "haréis a España señora de muchas tierras y ella os hará señor del mundo'', le decían. ¿ Cómo alcanzar este ideal ? Los de Valladolid le indican el medio a su soberano: "Nuestro Señor os guardó e hizo tan gran Príncipe para conservación de la Iglesia y paz universal de la cristiandad y perpetua destrucción de los herejes infieles, para lo cual V. A. debe venir a tomar en la mano "aquel yugo" que el católico rey vuestro agüelo os dejó, con que tantos bravos y soberbios se domaron, y en la otra las flechas de aquella reina sin. par, vuestra agüela Doña Isabel, con que puso los moros tan lejos". El yugo representaba, pues, para los de Valladolid, el Instrumento de doma de los bravos y soberbios ; las flechas, las empresas de Africa. . i Cuán necesario es conocer cómo el Rey Católico domó a los bravos y soberbios de su tiempo poniéndoles bajo el yugo de su autoridad, y. cuánto averiguar cómo se desembarazaron de ese yugo para volver a mostrarse en nuestro tiempo. Andrés Giménez Soler 42