Año XIV — Núm. 152 Zaragoza, RVEL·J 19 3 8 Revista Gráfica de Cultura Aragonesa Dirección y Administración; Plaza de Sas, 7, bajo SALUDO A FRANCO: ¡ARRIBA ESPAÑA! ZARAGOZA TC* l tiempo, que no se cierra jamás, nos viene a porier JLL/ delante del corazón el Pilar Sagrado aragonés, transido de parábolas religiosas, lleno de las Sagradas Escrituras, y todo él acendrado por la voz de los primitivos profetas y evangelistas. "Tenemois por guía una columina que nunca faltó delante del pueblo, ni de día ni de noche". Así era el anuncio milagroso' del Eclesiastès. Y la misma Reina de los orbes ensalzó su gloria para animarnos a confiar en la virtud quje de Ella trasciende. "Yo salí de la boca del Altísimo — nos dice — engendrada primero que existiese ninguna criatura. Yo hice nacer en los cielos la luz indeficiente, y como una niebla cubrí toda la tierra". El símbolo de la gracia que todo lo envuelve y lo transforma no puede ser más precioso ni expresarse con mayor hechizo. Así la Virgen María. Madre de Dios, sembró de luminares eternos la faz del mundo y derrama sus predestinacicne§ como un reguero de poesía inmortal en la frente sensible de todos los que saben creer y sufrir. No regatea la enumeración de sus prodigios, porque está obligada a encender las lumbres de la fe encima de las negruras humanas. Y su acento insiste como una cantinela de surcos inefables. "En los altísimos cielos puse yo mi morada, y el trono mío sobre unas columnas de nubes". Inevitablemente el Pilar de Zaragoza levanta su mágico perfil en nuestra conciencia. Allí está la columna invencible de España; allí el guión maravilloso del Ejército franquista que nos lleva a un triunfo sin precedentes en todas las guerras habidas en la humanidad, en todas las luchas provocadas por el demonio contra Dios'. El cantar de la Inmaculada brota sonoro como un eco sin fin, antes que los siglos trenzaran su cadena ; y se oye más potente según los huracanes terrenos surgen en cada país. Hoy resuena en España la divina canción y se acoge de un modo singular a Zaragoza, la César Augusta, saturada de históricos latines en los ápices más ilustres de la cristiandad. "La Capitana de la tropa aragonesa" robustece su oráculo allí donde siempre fueron rojo y amarillo los colores de la Casa Real. Y la Madre de todas las soberanías recuerda a los españoles : "Yo sola hice todo el giro del cielo, y penetré por el profundo del abismo ; me paseé por las olas del mar y puse mis pies en todas las partes de la tierra y en todos los pueblos y en todas las naciones tuve el supremo dominio. Yo sujeté con mi poder los corazones de todos, grandes y pequeños... y en la heredad del Señor fijé mi morada... La que irradió sobre las aguas y las nubes y bendijo el' polvo de la tierra con su paso ligero como unas alas, estuvo en carne mortal en Zaragoza y dejó para siempre la estela de sus beneficios en la columna profetizada. Sones de liturgia ensanchados por la realidad presente nos repiten los versículos inolvidables del Salmista que hoy, como en oa-os principios redentores, alumbran el caos de ia existencia humana. Es en la roca ingente de Aragón donde la Virgen del Pilar afirma su poder frente al fanatismo y la herejía de los hombres sin Dios. Es en Zaragoza, patria de Santos que siempre defendieron sus templos a costa de la vida donde la vieja tradición nos devuelve el triunfo milagroso de los ejércitos cristianos, donde la columna mariana dirige nuestras "banderas victoriosas" desde el antiguo corazón de la España tarraconense hasta el mar azul. Otra vez España, creadora de horizontes universales, fortalece su acento bíblico para salvar los tesoros de la cultura occidental, las raíces eternas del único y verdadero amor. Este foco misionero de Europa está hoy erguido en el Pilar, siempre adverso a las armas clandestinas de Francia, incluso en la valiente ocasión de Roncesvalles. País de inmolaciones tan numerosas que no se han podido contar ; lo es por eso de prerrogativas que no han sabido los infrahumanos medir. Mensuras buenas para los creyentes que saben poner sus ojos en lo infinito, y para los ángeles que acompañaron "en todo giro del cielo" a la Virgen presentida. Quiso ella añadir a su excelso mensaje : "Llevóme sobre la roca y ahora me ha hecho prevalecer contra mis enemigos". Los héroes de España escucharon la voz maternal de Santa María. Los de hoy también para acreditar siempre su herencia de caballeros del sacrificio y señores de las victorias. Por estandarte, la sublime columna de los Evangelios. (De A. B. C. de Sevilla) Concha Espina. 81