COMISIÓN ESPAÑOLA EN LONDRES EN los primeros días de julio llegaron a Londres los señores Merry del Val, Olascoaga, Sánchez Ventura, Rey Miquelena y Marqueric, siendo recibidos por un representante del embajador de España, una comisión de Prensa y Propaganda española en Inglaterra y el jefe de Prensa del Consejo Británico. La comisión española ha sido muy agasajada por el embajador Duque de Alba, que les obsequió con un banquete al que asistieron distinguidas personalidades inglesas amigas de España y altas figuras oficiales de la política. Lord Lloyd, presidente del Consejo Británico, les . atendió muy cordialmente, pronunciando palabras de elogio para la epopeya española y para el Generalísimo Franco, que fueron contestadas por el señor Merry del Val efusi¬ vamente, dándose entusiastas vivas a Inglaterra y España. También la dama de honor de la reina María, señora Nilbs, gran amiga de nuestra Patria, les concedió una audiencia. Durante su estancia en Londres, recibió la comisión española pruebas elocuentes del interés quedas cosas de nuestro país despiertan en los centros elevados de la intelectualidad inglesa. Al señor Sánchez Ventura, delegado de Prensa y Propaganda, que fué a Londres formando parte de esa Comisión, debemos agradecimiento por las cuartillas que ha tenido la amabilidad de remitirnos, accediendo a nuestra petición. AL MARGEN DE UN VIAJE: IMPRESIONES DE UN ESPAÑOL EN LA INGLATERRA DE HOY Al amable requerimiento de la dilecta revista ARAGON para que pergeñe UNAS CUARTILLAS CON MIS IMPRESIONES DEL VIAJE POR LA GRAN BRETAÑA DURANTE EL MES DE JULIO PRÓXIMO PASADO, CONTESTO CON LA COPIA DEL ARTÍCULO RECIENTEMENTE PUBLICADO EN "Tl·lE TaBLET", ÓRGANO DOCTRINAL DEL CATOLICISMO DE TIABLA INGLESA. Aprovecho la oportunidad para testimoniar mi agradecimiento por la acogida que mis modestas palabras .han tenido entre destacados elementos de la intelectualidad de aquel país, a cuyos amables comentarios correspondo muy cordialmente. j. s. v. Alas muchas deferencias recibidas durante mi reciente estancia en Inglaterra, he de añadir esta que considero de máximo relieve : la invitación que me hace el director del The Tahlet para que refleje en sus prestigiosas columnas las impresiones del viaje realizado por un grupo de periodistas españoles ante la cordial y espléndida iniciativa del British Council, ciertamente merecedora de nuestra más fervorosa gratitud. Hemos tenido ocasión de conocer y de admirar instituciones meritísimas, industrias bien organizadas, paisajes encantadores, castillos señoriales, obras de arte maravillosas, testimonios inequívocos, en fin, de la fuerza, la riqueza y la cultura de un gran pueblo... Pero con ser esto mucho, no ha sido para mí lo más interesante. En este capítulo anoto la exquisita caballerosidad, la delicada cortesía, las costumbres hospitalarias que se manifestaron gentilmente a nuestro paso. Nada de esto podía sorprendernos, pues aparte otras referencias menos directas, fuimos acompañados en toda la excursión por un alto exponente de las nobles cualidades propias del carácter británico. Me refiero a mister Pears, agregado de Prensa de la Embajada inglesa en España, a quien me complazco en rendir público homenaje de amistad y gratitud que hago extensivo a todo el personal del British Council y a cuantos compatriotas suyos nos colmaron de atenciones y de agasajos. Siempre me ha interesado más la psicología que la mecánica; más el hombre que la máquina; más la vida social que los productos industriales. Hemos visto, por ejemplo, fábricas inmensas, pero en definitiva me hacían el efecto de una de las ya conocidas más o menos ampliada. Lo que verdaderamente me afanaba en vislumbrar a través de nuestra visita, eran estos inte- * rrogantes : ¿ Cómo piensan, cómo sienten, cómo viven los ingleses de hoy día ? ¿ Qué analogías y qué diferencias resaltan en la comparación con la vida en España ? Y mi opinión sincera y respetuosa puede resumirse diciendo que Inglaterra es mucho más rica en bienes materiales que en los de pura espiritualidad. Me lleva a esta conclusión el hecho de que mientras las multitudes se aglomeran en calles y plazas, en salas de espectáculos y campos de deporte, en los parques y en los clubs, están los templos de .cualquier culto con muy escases devotos. Tampoco son frecuentes en parte alguna los signos religiosos. Y como es consecuencia lógica, las costumbres van derivando hacia el indiferentismo, hacia el materialismo, hacia el paganismo, con repercusiones que llegan a múltiples aspectos, incluso los más vitales del cuerpo social. Así hemos visto tantas lindas casitas en las que no falta el garaje, el baño, la confortable chimenea, el bonito jardín... Lo que falta es el lugar para los niños. El arquitecto adivinó que las familias que habitasen allí no iban a ser muy prolíficas. Y no se equivocaba... Un obrero fué interrogado por uno de mis compañeros acerca de su jornal, ciertamente cuantioso, y a continuación hube de anotar la siguiente pregunta con su significativa respuesta : — ¿Cuántos hijos tiene usted? — Uno, sólo ; en estos tiempos no se debe tener más de un hijo. Tales palabras dichas con absoluta naturalidad y convicción me impresionaron más que los discursos eruditos. Porque, nosotros, los españoles, vivimos en una Patria rota y pobre que ha perdido raudales de sangre y montañas de oro, pero que conserva exaltada y acrisolada su fe religiosa, sus virtudes cristianas, su tradición de espiritualidad. Recordando el pasaje evangélico podríamos decir que a través del tiempo y del espacio vemos representar a Ingla terra el papel de Marta mientras España encarna el de María. Y ciertamente que ambas naciones han alcanzado un grado elevadísimo en su respectiva misión. Inglaterra es el genio de la Economía política que sabe laborar con éxito en el fomento de la producción y del comercio logrando ubérrimas cosechas de cultura, riqueza y poderío. España es el genio de la Teología que sabe sumergirse en las zonas del pensamiento y de la conciencia hasta alcanzar el Principio Supremo de donde deduce después todas las verdades naturales y sobrenaturales. Reconocemos gustosamente los grandes méritos del esfuerzo inglés. Pero permítasenos recordar con legítimo or- 52