LOS AMANTES Las sopas de ajo Jf lVIAN en Teruel a principios del siglo XIII un joven al que la tradición da él nombre de Juan Mafitmez de Marsilía (aunque los poetas le llamaron Diego) descendiente de uno de los conquistadores, pero secundón de su linaje, y una joven llamada Isabel de Segura, hija de don Pedro de Segura, acaudalado propietario de la villa. Enamorados profundamente ambos jóvenes, y habiéndole sido negada la mano de su amada por razón de la falta de fortuna, don Juan Martínez de Marsilía decidió ganar , con su esfuerzo la fortuna que le faltaba y pidió a su amada un plazo, conviniendo ambos en el de cinco años, y partió de Teruel en busca del honor, de la gloria y la riqueza. Ella le esperó rechazando a cuantos pretendientes la solicitaban, pero a punto de expirar los cinco años y creyendo muerto a su amado, consintió por fin a los deseos de su padre y se desposó con un hombre principal del país. El día de las bodas volvió triunfante y enriquecido Juan Martínez de Marsilía y su desesperación no tuvo límites al saber que sus esfuerzos habían sido en vano y perdía para siempre a la mujer amada. Habló con ella, y, desesperado, invadido de emoción, pidió como tínico premio a sus afanes un beso, que ella le negó, puesto que ya pertenecía a otro hombre. Por tres veces insistió el desventurado Matisi lia, rogando en la última con suprema angustia: "Bésame, que me muero", y al negar ella por tercera vez, cayó allí mismo muerto el joven. Muerto de Amor. Al día siguiente llevaban a enterrat el cadáver, que no ofrecía herida alguna, a la iglesia de San Pedro, y doña Isabel de Segura, desesperada, pensando que con su negativa había matado a su leal amante, marchó a la citada iglesia donde el cuerpo de Juan Martínez de Marsilía estaba expuesto, y quiso darle en muerte el beso que le negó en vida. Acercándose al cadáver unió su boca con la del difunto y en ese momento supremo expiró ella también cayendo sin vida sobre su amado. Estos fuefion los famosos Amantes de Teruel, que murieron ambos de amor en 1217 y que dieron a la ciudad el nombre de CIUDAD DE LOS AMANTES, J. c. Teruel tiene fama por süs celebradas sopas de ajo, preparadas de modo especialísimo. Esta forma característica de preparar el condimento consiste en la utilización de un puchero de barro típico del país con tapadera, y sea por ello o- bien por las aguas de Teruel o por cualquier otra razón que no es posible determinar, lo cierto es que éstas sopas de ajo tienen aquí sabor especialísimo. Típicamente se sirven además en otros pucheritos más pequeños >e igualmente de barro, y es tanta su fama, que personas de otras provincias aprovechan su estancia en esta capital para adquirir los indicados pucheros de barro con el fin de preparar en lejanas regiones las sopas al estilo de Teruel. Sobre leste plato existe una antigua tradición que es la siguiente: LA TRADICION DE LAS SOPAS DE AJO Dice la tradición que cuando el invicto rey Don Jaime I el Conquistador, proyectaba la conquista del reino moro de Valencia en el primer tercio del isiglo XIII, era Teruel el centro de lias operaciones de los ejércitos cristianos. Y estando Don Jaime I en Teruel, en la flor de su juventud, enfermó de una dolencia que lo mantenía postrado. En vano los más famosos médicos o físicos de su Corte Intentaron remedios para volverle a su antigua vitalidad, en vano se aplicaron cuantas recetas sie conocían entonces y, finalmente, según la costumbre del medievo- se permitió que cualquiera que conociera algún remedio lo aplicara para ver si de este modo se lograba sanar a la regia persona. También fracasaron cuantos remedios caseros fueron empleados. Y entonces cinco jóvenes guerreros turolenses decidieron que el rey Don Jaime I solamente podría curar mediante unas sopas de ajo al estilo de Teruel y decidieron que el monarca debía tomar este plato sabroso y de grandes virtudes curativas. Pero la abundancia de guerreros y cortesanos en Teruel había agotado en la vega los ajos, no pudieron hallar ni una sola cabeza de ajo con que hacer la celebrada sopa. Animosos los jóvenes decidieron que puesto que en Teruel no los había debían isequearlos en lia vega valenciana y, aprestando sus corceles y sus armas, realizaron una temeraria cabalgada sobre la huerta de Valencia los cinco jóvenes turolenses con el exclusivo propósito de conquistar unos miserables ajos. El ideal material era bien pobre, solamente unos ajos, pero el ideal auténtico que animaba sus espíritus era salvar a su rey. Y dice la tradición que de los cinco fuertes guerreros solamente uno volvió, pereciendo los otros ien la empresa, pero aquel que volvió, volvió triunfante ondeando una ristra de ajos conquistados de los moros. Don Jaime I di Conquistar probó las sopas de ajo de Teruel y desde leste momento sintió una mejoría que se acentuó al repetirse día tras día el condimento. El invicto rey Don Jaime I el Conquistador sanó y volvió a su primitivo ardor combativo reanudándose las hazañas gloriosas de la conquista de Valencia, y esta curación extraordinaria se debió segúm la tradición turolense a unas sopas de ajo al estilo de Terugl.