■■■RMcMviMteianaMUn tlHMlf— .(••»»b1). rn^ Tito·rtf·íí061^ t'H fc m M'M . (íd.) tf'ii » Una retoludón judicial, una multo del Ministerio del Trabajo, un gofcttnador civil que cierra un campo... Bl fútbol ha traspasado los límttts federativos, No es la primera vez qus se da lo primero, no es la primera ves que una autoridad guberWátífm Interviene en Incidentes de un campo de fútbol. Lo de la multa, 4« confirmarse, sí es la primera vez que te produce. Pero tanto éita como las otras disposiciones vienen a tomar un cariz que señala una orlen toddn que es prudente no desaten- Los fumadores (también los entreBfdore») tan afectados por las dos p&nerai resoluciones, no sólo han manifestado lo que opinan en privedo, lino en público. Es ya Inútil qu< ié pretenda oponer el ambiente y, •obre todo, a las disposiciones de I» legalidad general, el artículo de un ftilamento. que no tiene más remedio que quedar bajo las leyes de Ja Rtpáblica. Dentro de la organización, hasta Qne pueda decretarse esa incompatl Midad. si es que se decreta poi 4tt|en puede, no tienen más remedio epantot se hallan en ella que cumplir lo que el Reglamento disponga. Xa disciplina no puede quebrántenle. Por ello nos agradaría ver que ■t procurara llegar a una situación 4« derecho grata a todo principio de Justicia. Veamos las cosas con serenidad. Ua pleito que se plantea: El futbolista profesional, ¿es obrero o es artista? Si el pleito no tuviese como adita¬ mento el que «los extranjeros necesitan carta de trabajo y que sólo podrán trabajar cuando no haya un ciudadano español apto para su puesto». lY^i sabemos ccál sería la contestación. El futbolista diría que él es artista y los clubs dirían que es obrero. Admitamos la excepción en am^oa conceptos. Hablamos de líneas generales. Pero lo cierto es que el hecho se plantea en relación con ese concepto ministerial. Y. además, puede también tener relación íntima con otros en que esa definición sea conveniente para cada cual. D: sde luego, el hecho innegable es que, s gún manifestaron pública«nen e loa defensores de la exclusión de extrau jer os. ea loa equipos, su finalidad era ha:er competencia a los jugadores españoles. Esto es lo exacto. ¿Salían los extranjeros más baratos y obligaban a que bajasen sus pretensiones los de casa? Como excepción habrá algún club que haya buscado exclusivamente lo mejor de su equipo. Pero esto lo hlckroa i ) mirar a ese acuerdo, probablemente antes de ese acuerdo Así. pues, el criterio ministerial respondía p^ifíctamente al cricerio de ios creadores o inspiradores del acuerdo. Pero suponemos que esta disposición preocupa muy poco a la casi totalidad de los jugadores de fútbol que saben, parque lo van experimen tando, que esas importaciones, en la mayor parte de los caaos, son un fracaso. Unos porque son peores que los peores de aquf y otros porque son más díscolos que los más díscolos de aquí, y otros porque re* sultán tan caros como los de aquí. Y repetimos lo de la excepción... que confirma la regla. e El mayor interés de los jugadores y de los clubs (y aquí sí que será difícil hallar excepciones) está en la retención de jugadores. Y está (aquí se podían exceptuar a no pocos club») en el respeto a los contratos. De lo primero hemos hablado abundantemente. En diversas oca* alones nos hemos mostrado enemigos de ello. Comprendemos que los clubs necesitan garautías. como las necesitan los jugadores. El evidente que todo ello debe reglamentarse con restriccl mes naturales, porque lo contrario llevaría a un completo desbsra juste, pero la fórmula actual, jqué derechas da al jugadorl ¡Qué poquísimo esl Y por otra parte conduce a esos abusos de cifras, pagadas a fuerza letras y letras que cubren todas las del alfabeto antes de convertirse en algo efectivo. Esa retención y esos traspasos necesitan una legislación renovada en beneficio de los clubs entre si y en beneficio de los jugadores. Ea favor de todos. Reglamentación que debe hacerse, porque así lo demanda la justicia, de común acuerdo entre unos y otros, entre los empresarios y los artistas. Como en todo contrato de trabajo. ra d i o LA EXPEkiENCiA /.'As ANT.G.A LA C G . ^ . >. > C -J ' ^MODERNA ííu. 56* va.* 'si» •895) 331 VW; Pero unos contratos para que en todo momento se cumplan. Con el reglamento en la mano es Indudable que se puede cbHgar a cumplirlos. A Clubs y a jugadores. - El Comité Ejecutivo no titubea en imponer su cumplimiento Si p uñemos que otro tanto haíáu toe1 as las Federaciones Regionales. Pero lo cierto es que todos los años hay prc testas de jugadores que reclaiñan, con pruebas, cantidades indebidas. Y lo que es más doloroso que, ignorantes los jugadores (en casi absoluta totalidad, porque a ellos no llegan los Reglamentoi) de cuanto está dispuesto, firman contratos privados que después, a la hora de ejecutarlos, son papel mojado porque lo que vale es lo oficial... que tampoco se paga. Hemos tenido ocasión de ver escandalosas burlas a los jugadores. . .Muchos clubs (ya hemos dicho que afortunadamente la seriedad campea en no pocos) hacen a los jugadores objeto de un menosprecio económico Intolerable. Y no pocas veces tienen que conformarse con percibir mil pesetas a cambio de cancelar una deuda de cinco mil. La Inexperiencia de la ju ventud, unas veces la necesidad, otras, les lleva a esas liquidaciones Causa indignación el ver como Clubs que niegan a los jugadores lo que les deben, coi cualquier pretexto, a veces con el «que da la gana», se lanzan al propio tiempo a pag It cantidades, muy superiores a la deuda, por el traspaso de otros Jugadores. No suponemos hay en todos esos actos mala fe, ni en la mayoría de ellos, pero si mala administración, que eso ei el no saber situarse en el lugar que a cada cual le corresponde. Qae les lleva a pretender ser tanto como el que más. Tienen mucha razón los jugadores al lanzarse contra esas Injusticias. No puede haber precepto que permita a un patrono proceder de ese modo. Y tus superiores, por el prestigio de la Colectividad, deben ser los más empeñados en impedirlo. La disciplina, tan] esencial en el deporte, obliga al cumplimiento de los Reglamentos. Que se cumplan y no habríamos visto con pena que, una autoridad, ajena al deporte, se viese obligada a Imponer la ejecución de sus preceptos. ¿Quién es el culpable de que no ; siempre se haga lo que el Reglamento determina y el Comité Ejecutivo explica? Precísese esto y sanciónese con energía. Y si no basta lo dispuesto, que creemos que sí. leglslese de nuevo amoldándolo a cuanto los medios vienen enseñando. Todo antes que pueda seguirse diciendo, en este extremo sin razón, que la reglamentación del fútbol es sólo en provecho de los clubs. CURACION 0N0W1H En cada hogar debe tenerse a mano una 'átm mñ Todo automouilista deh* llevar una luí DON A tu lado se olvidan las pénas. Permite que con esta estrofa de can tei haga tu mejor elogio. Ríes y conte gias el op Imlsmo. Y como don maravilloso, sueles íelit siempre, como si del cogollo de tu alma rosa, saliera un sutil perfume con las virtudes y efectos de protóxldo de ázoe, que logran los químicos en sus laboratorios y que llamamos gas hilarante. Por eso que aparez.as como la mujer mejor dotada de cuantas son gala y adorno de la ciu lad. como si estuvieras destinada a simbolizar lo jocundo y alegre de U juventud de tu tiempo. La risa en tí es esencial. Nace de dentro y no viene a ser un reflejo ocasionado con el choque 'con lo I xterno, capaz de producirla. Y es buena. No palpita en ella más Ironía que la debida, ni la acibara el sarcasmo o la burla. Te ríes de todo, porque todo lo ves amable 5 bello. Y porque estás ante la vida— esa esfinge enchlda de secreto.— plantada en su confianza y segura de tu felicidad, como si las hadis madrinas se hubieran congrégalo Junto a tu cuna, para pres^rv rte de todo dolor. Y como eres piadosa y creyente, cuando en tu ancianidad ba en las ciudades clásicas, cuando la polis tenían los mismos Kmltei que el mundo; la pasión decantada que(|p.8 trovadores sutilizaban y embellecían al pié de los muros almena 'os de los castillos. Todo eio pue de ser. ese amor del estudiante y de •a muchacha, que se conocieron hace poco y que en su ensueño creen estrenar el mundo y la pasión y ser 01 primeros en el vial florecido del noviazgo completo. Y como le mirásemos con una ei* éiticay burlesca guiñada, Oscar Ruy amor prosiguió lo que en reall. dad era un monólogo que se noi permití i escurhar, con estas pala' bras que redujeron nuestra actitud, hacténdo a más próxima s su tono de vnga entonación lírica: — Lugones habla en uno de mi cuentos maravillosos, de los «micro blos de la creta, que petrificados. dü rante millones de años, despiertan o resucitan en la salmuera callente», sabemos poco de química para valo rar debidamente esa expresión, que a lo mejor es tan sólo uija Ims^en, Pero algo semejante puliera pmt con las esencias del, ara ir. O bien podría mi ler atizarse en es 1 a l- la f tus* a en que se agotó «u VffW dad recreadora, para revlyir ts'fl"4 lesos microbios, al conjuro it o™ de plata y después de llevar a la sU-|nueva pasión, o acaso hagan g una estela de bondades, llegue tu tránsito, sabrás también sonreír, afrontando elegre el viaje final, que ha de llevar tu alma, cá adida y limpia, ante Dios. Ríe siempre, muchacha Qae nada quiebre el cristal de B )hnnla d tu risa. Tienes ese don mag '(íleo, es la mitad de la felicidad. R xuerdo habír leído el Inf ujo nmavllloso del «h k «nú», perfume descubler to por aquellos maestros de la> esencias que f ieron los egipcios, y que suscitaba la conformidad espiritual y excitaba a todos ai buen humor. Ese es ti don que las had»madrinas te leg «ron generosas. Y cuando con tu boca fuerte y jugusr lances la car aj da como una sueib. a la proximidad del amor. procur¿ que tu hechizo no se quebrante. — Porque si el corazón se arriesga en Porque tras de ello vendrá lo que 1 , ^ i H. • ... el Juego, acaso rí is ya para siempre ya se Inicia y es tan desa Jradable. . . . natAtlf%„ ,,rt„ „ik,u ^ _ ' con tonalidad patética, con vibm Que como dice ei boticario de cLa ^ a 1 «- j 1 r» 1 u , ción asordada, poique el deloj Verbena de la Palom8>: Hoy las A ui i. *. _t ^ ~. ,. . . ^ , mustia y debilita tanto como puri- ciencias adelantan que es una bar- barldad. llCa- José María Mateos AMOR RM ÏÏ. Casa Emilio Herrero ÜB] | 11 AGENTES Y REPRESENTANTES en todos los pueblos importantes de la Región PIDA VD. SIEMPRE —Acaso— decía el maestro sabldor— esa emoción que atrae a esa pareja juvenil, confiada y ausente, creen ellos que data de ayer, de tal día de Mayo restallant<; de piomesas terúlicas o de otro suave y dulce de la última otoñada, y viene de lejos. No obstante su fuerza y amble* ó i quizás es antigua, soleali d-; sigl •, y ha perdido antes que ellos ea múl tiples «couplc»» que han vivid » su de 'guio en paisajes distintos y *a c 8»vj«. Acaso es la fuerza primara que en el alborear e la historia uefendla a la especie, cuyos suefti s brezaban los mugidos de las grandes bcsUas anti üluvlanass el sentimiento suül y tranquilo que se da- Ideales, emigraciones semejante!^ polen de las flores sobre hs ^««^ viento. Pero la eternidad del b»01 es signo seguro de su inmortalidad. Es uno y el mismo y para él no coen ta el tiempo, ni acaso el espíelo. L» fuerza que atrae a esos muchacfco» quizá» es la misma que «creó « Dai "Is y Cloe. que llevó a F ancefC» T Paolo a la muerta ¿Qué ié opone a que esta sup ïslclóa pu da •<* fer' rlar? Y el maestro siguió dlv^odo i0' bre el tema. P >t cierto q ie tensión no h bíi el con- b'do ' quívoen y burlesco en sus mpreg iada» en una auave 'Mea y ien l.-nental. q i-- n él 5" ba a cosa nueva y sincera. paubf*»- PASCUAL Y GENIS, 15 VALbNCIA Lea usted acción Editorial-ACCÍON. -Ter**1