Se buscan hombres de buena voluntad ¡Jornadas para el júbilo! Una y otra vez, desde que nuestra memoria recuerda, hemos deseado la llegada del año nuevo. En el calendario, ya inservible, quedaban marcadas seguramente fechas negras, aciagos días de difícil olvido: mas se aguardaban las campanadas del reloj para desear que los ultrajes no se repitieran, que las desgracias se interrumpieran definitivamente, que regresaran los ausentes y que nuestra dignidad siguiera en pie. Las tarjetas, con las caras de niños rubios mirando a través de una ventana, cruzaban los mares con mensajes de amistad, nostalgia y buenos deseos. Próspero año nuevo, se deseaba emocionadamente... Nos han roto la costumbre. Y no porque no hayamos padecido a lo largo del año que se ha ido ultrajes: hemos sido engañados, se ha usurpado el ejercicio de nuestros derechos, padecemos las consecuencias de una Administración acaso tan ineficaz como despreocupada. Asistimos, en el colmo del espanto, a un bravucón intento de pisotearnos, hemos esperado inútilmente el rigor de una Ley que recordase que estamos en una sociedad democrática. Nos han roto la costumbre: la ocupación del más importante cargo político del mundo por un belicoso Presidente ha abierto de nuevo la puerta hacia la desenfrenada carrera armamentística y planteado tozudamente, entre amenazas a naciones libres y peligrosos juegos de envite, la posibilidad de una confrontación nuclear. La era atómica, sólo ilustrada hasta el presente por los holocaustos de las arrasadas ciudades japonesas, ha dejado de ser un nombre para indicar el estado y progreso de la civilización: sabemos lo que nos espera. Es el nombre de nuestra posible muerte. Nos han roto la costumbre. Los recientes sucesos polacos aterran por su dramatismo, porque de nuevo prueban que es difícil ser un pueblo libre y que el costo de la dignidad es elevado. Y aquí o allá, las argumentaciones son siempre las mismas: ruina económica, desórdenes, injerencias extrañas... Las mismas palabras resuenan en los labios de los burócratas uniformados de Polonia que en la boca de los amenazantes civiles del Pentágono. Hemos sido judíos alemanes, negros de Alabama, todos hemos sido terroristas sorprendentes y desarmados: ahora ya se puede decir que todos somos polacos. Por estas cosas — y otras muchas más que podríamos recordar, asuntos nimios pero obsesivos de la vida cotidiana, de nuestro propio patio de escalera, de nuestros sueños imposibles — el deseo de un próximo año feliz se marchita: sólo nos podemos alegrar de haber sobrevivido. Esperanzados pero no ciegos, vacilamos a la hora de hacer planes para el futuro. El mañana es el regalo más frágil que nos ha sido concedido. Quisiéramos pedir que las incalculables cantidades empleadas en la sofisticación de las armas mortales, el vilipendio de las maquinarias burocráticas, las golosas partidas dirigidas hacia la financiación de aventuras privadas se dedicasen a paliar el arma, a librar la mirada angustiada del parado, a colaborar en la edificación de una sociedad más libre, más justa y más digna. Quisiéramos que las generaciones que pisen nuestras iiuellas, miren nuestras catedrales, lean nuestras palabras, desconocieran lo que es un arma, lo que es un soldado, lo que es un campo de concentración. Y, antes de desear Paz a los hombres y mujeres de buena voluntad, lo que hacemos es buscar con un candil a gentes de buena voluntad para conseguir que, año tras año, nuestras viejas costumbres de polacos libres sigan teniendo sentido. Music-Hall de hoy y de siempre. Diariamente, espectáculo arrevistado hasta la madrugada CARCAIADAS Sábados y festivos, 7,30 sesión tarde Todos los días, 11 noche hasta la madrugada C./ Boggiero, 28 teléfono 43 95 34 ■■3 CINE FOTO - CAMARAS PROYECCIONES - ACCESORIOS TODO EN FOTOGRAFIA FRANCISCO VITORIA, 14 ZARAGOZA-8 4 ANDALAN