Gregorio Peces-Barba y Federico Mayor Zaragoza. Tintes isabelinos CARLOS FORCADELL En la vida política nacional no parece sino que un período de actividad parlamentaria intensa, en lugar de ir solucionando situaciones y problemas pendientes, derivados y heredados del régimen político anterior, necesitados de su adaptación a las nuevas formas democráticas, acaba pudriéndolos, aparcando los temas en callejones sin salida visible, manteniéndolos en sus formas pretéritas. Y ello entre la peligrosa indiferencia de las mayorías, los arriesgados particularismos de los profesionales de la política, y la temible sensación de que el Parlamento, además de para existir, no demuestra tener una utilidad inmediata. Con el juicio militar por remate y por montera. El olor electoral y la proximidad del voto también contribuyen a que se descompongan las tan endebles como necesarias estructuras de funcionamiento político. No son sólo los largamente negociados e informados acuerdos entre partidos políticos los que no resisten el menor embate. Son los cojinetes de 8 ANDALAN cada partido los que rechinan ante el planteamiento de cualquier problema. Es la LAU, es la LOAPA, es la reglamentación de las incompatibilidades, cualquier tema por abordar, quienes provocan fintas y movimientos políticos, aludes de declaraciones y de explicaciones no solicitadas, gritos para la prensa y susurros por el hemiciclo, batiéndose así una compleja pasta a la que sólo tienen acceso unos pocos entendidos o devotos políticos. Es en el plano nacional, pero también en las diversas políticas regionales. En Asturias llevan meses para elegir al Presidente del Consejo. Los socialistas quieren los votos gratis y los comunistas pretenden venderlos. En Valencia, tras una azarosísima historia de ente preautonómico y de sus personas y personajes, bandos y banderías, al final se ha atrancado el Estatuto, entre fallas y mamporros. Y salvo cuatro listos y enterados, casi nadie acaba de entender que Abril no vote, ni nadie se aclara del todo si los acuerdos de Benicasim eran de ésta o de aquella manera. Ni falta que hace porque tampoco importa. Por si el franquismo fuera poco, un sistema inventado para que la gente se aparte de la política es hacer la política bien difícil, bien incomprensible, oscurecer lo fundamental con tonterías. Si las pugnas por un poder regional que no existe son de tal calibre, no es de extrañar que las cuestiones que afectan al control y gobernación del Estado se encaren con más intensidad y con más oscuridad. El mismo día en que un ciudadano de UCD era elegido presidente del Gobierno regional de Cantabria, la UCD nacional lo expulsa del partido. Hojas se podrían llenar y se han llenado para averiguar si este ciudadano era de corriente suarista, o martinvillista, o había sido... Así es, y así de lamentable es cómo la clase política entiende servir a la sociedad española. Y con el juicio militar pendiente dando trabajo a los dibujantes del país. La cosa de la LAU ilustra bastante este estado de cosas. Los señores diputados, pactantes, portavoces y0 de a pie deberían pensar exactamente en los problemas de la n i versidad española, institudï muy agujereada por el J rior sistema político de adí tos y seguros servidores J peada por una demagog política de creación de T chas y muy nuevas Univers, dades sembradas a boleo poii ahí, para satisfacción de en¡ ditos y contertulios locaU muy próxima a la ruina Es decir: servir a la sociedaj enterarse de los problemas í la enseñanza universitaria I informarse si no lo están sJ bre el talante de los mismos] procurar proporcionar poco más de dinero, trayéndolo si fuera necesanol a esos billones dedicados extraños armamentos, raciol nalizar, incluso desde diveri sas posturas políticas, téceij camente una normativa senl Ha. Bien por el contrario, problema universitario l sido utilizado y está siei utilizado, y volverá a ser ul lizado, como campo de bat lla entre grupos políticos! como campo de batalla dal tro de los mismos gm políticos, como excusa po ca. Entre pacto y pacto, co-j misión y comisión, el tf ha llegado a un alto grado è| ininteligibilidad, llegando disgustar a todos los eslaj mentos que han tenido al reaccionar gremial y corporal tivamente. A ellos se les pw de culpar, o al adjunto Pea Barba, que declara los pact( rotos. Los otros... retiran! LAU y esconden la manoJ Mayor Zaragoza, el cuarli ministro quemado, venía èj la Unesco y no conocía t el modo tan oblicuo de reí ver los problemas políti que se usan por aquí. Enl tanto, ahí sigue la Univers¡| dad, regida por normas dtl mismo pasado contra el (jit se enfrentó. Con la LAU no se km gado a ninguna parte. ¡Á dónde se va a llegar con li| LOAPA? La situación i partida es de consenso enti los dos grandes partido: igual que el caso de la Ley il Autonomía UniversitanJ| Pero UCD puede dar m atrás en los pactos autonói¡| eos a última hora, por ci de cualquier riña o compí cia interna. Y en último la LOAPA está pensada j Cataluña y para el País ' co, los precisos lugares t| que es contestada incontestij