El agua urbana Más de 3/4 partes del peso del ser humano están formados por agua. Un hombre normal necesita entre uno y tres litros de agua potable diariamente para su subsistencia. Por esta razón, y por otras muchas, el agua fue llamada «la fuente de la Vida» por el autor del Corán, gran conocedor del valor de aquélla. La ya vieja Ley de Aguas de 13 de junio de 1878, aún hoy día en vigor, señala como prioritario en orden de preferencia en uso de aqué¬ llas al abastecimiento de poblaciones. Esta consagración legal del evidente principio de supervivencia ha sido el constante histórico en el desarrollo y evolución de los núcleos urbanos de la mayor parte de Aragón, para los que el agua ha constituido un factor limitante cuando no una pesadilla permanente. Efectivamente; basta contemplar los sistemas de captación de agua de lluvia existentes en localidades monegrinas como Perdiguera o Bujaraloz, para comprender el permante estado de incertidumbre, cuando no de desesperación, que soponía el abastecimiento de agua de boca: la sed es una vieja conocida de Aragón. Al remedio de estas situaciones se propusieron planteamientos teóricos y obras hidráulicas. Los sistemas de riego han servido muchas veces para abastecer de agua suficiente a poblaciones antes que incluso para regar, y como ejemplo véase el abastecimiento de Peñalba o Bujaraloz, que aún no ven regar sus campos, pero que pueden ya tener «lujos» como el agua corriente a partir del canal de Monegros. Pero esta situación se complica en núcleos de población de dimensiones medias. Zaragoza vio salir el agua por los caños de la Fuente de los Incrédulos, construida por Ramón de Pignatelli, a la par que avanzaba hacia la capital de Aragón las obras del Canal Imperial de Aragón, en las postrinerías del siglo XVIII. En 1867, siendo alcalde Antonio Candalija, al tiempo que se plantean la construcción de abastecimiento de agua y de alcantarillado, se cifra el necesario abastecimiento en 90 litros por habitante y día, tomando aguas del Canal Imperial en Torrero. En 1880 se construyen los depósitos de Torrero, que vuelven a ampliarse en 1892. El progresivo y en momentos explosivo crecimiento de la ciudad y el aumento del nivel de vida de la población, dispararon el consumo de agua. Por otra parte, la industrialización de la ciudad supuso el incremento de aquél. En 1965 se inauguró la 1.a fase de la Estación Potabilizadora de Casablanca, y la 2.a fase, duplicando la capacidad en 1969. Está pendiente de construcción una tercera fase similar a las anteriores. En la actualidad Zaragoza necesita de forma regular un suministro de 6 mVseg., que toma fundamentalmente del Canal Imperial de Aragón en los depósitos y Estación Potabilizadora de. Casablanca. Por otra parte, se estima que se consumen aproximada¬ mente 10 hectolitros cúbicos de aguas subterráneas al año dentro del casco urbano, que se aumentan en el resto del término municipal (polígonos industriales fundamentalmente) hasta 50 HmVaño. Las roturas accidentales del canal y los periódicos cortes anuales para limpieza del mismo aconsejaron construir estaciones elevadoras de agua desde el Ebro hasta Casablanca. En 1957 se inauguró una de ellas, de 1,5 m3/seg., junto al puente del ferrocarril de la Almozara. Hace 3 años, en 1979, se puso en funcionamiento una segunda en la denominada curva de La Almozara, con un caudal de 4,5 mVseg. Lamentablemente, y no era fácil de prever esta situación hace escasos años, en la actualidad los caudales disponibles del Ebro son muy bajos. Durante los últimos días del pasado mes de junio, >el Ebro quedaba seco a partir de Fontellas, dado que todo el agua del mismo, y no era suficiente, se recogía para el Canal Imperial. Evidentemente, el Ebro se regeneraba aguas abajo y antes de Zaragoza a través de sus afluentes y de la escorrentía de los regadíos. Pero se planteaba una nueva problemática derivada de la peor calidad del agua del Ebro frente a la del Canal. El futuro queda planteado ante una doble incógnita de cantidad y calidad de agua. ¿Habrá agua suficiente? ¿La que haya será potabilizable? ¿A qué coste? Por estas razones, se ha recrudecido la necesidad de contar para Zaragoza con fuentes alternativas de agua. Estas parecen estar en los ríos Gállego y Aragón, a través del transporte de la misma por canales de riego que al estar protegidos no sufren los efectos de la contaminación. Sin embargo, esto despierta recelos entre los usuarios actuales de los sitemas de riego. El futuro puede tener un amargo sabor. Evidentemente, se originarán aún nuevas polémicas y posiblemente deberán tomarse decisiones drásticas. El agua dulce es un bien escaso en el planeta, pero en el valle del Ebro aún lo es más. Posiblemente sea el factor limitante de nuestro futuro. ANDALAN 13