VI Congreso de la CNT «Más allá del cambio» ROSENDO AMOR Con motivo y en torno a la celebración del VI Congreso de la CNT una serie de actos han tenido lugar en Barcelona del 8 al 15 de enero. Unos de carácter cultural, otros de signo sindical. Todos ellos, dígase lo que quiera, políticos. Contenido: amplio y heterogéneo. Conclusiones: pendientes e indeterminadas. El interés que suponían esas jornadas libertarias en Barcelona se podría resumir diciendo que se trataba de tomar el pulso a uno de los movimientos políticos y culturales más importantes de nuestro siglo en uno de los momentos más difíciles de su hisoria. Desde diciembre del 79 que no se reunían los anarcosindicalistas para tratar de sus asuntos en magna concentración. Y desde entonces, y mucho antes también, que no han dejado de ir perdiendo implantación entre el movimiento obrero en general. Divididos y rotos, los cenetistas también han sufrido el precio de la transición democrática y el reflujo que su incidencia ha producido en nuestra sociedad. Pero la cosa empezó mal y antes de tiempo. Con el fallo del Premio Nadal de novela castellana la noche del día 6 el montaje dió un traspiés. El ganador, Arrabal, se disparó con una sarta de imbecilidades, a las que muchos franceses llaman «boutades», que completó desde la tribuna que la CNT le había brindado. El auto — exiliado habló, en su intervención dentro del ciclo de debates, de Santa Teresa, el Estado de Israel, la KGB y la Virgen María. De todo menos de teatro y eso que el acto se había anunciado como una charla sobre «los autores y la escena». Con un monólogo místico — chapuza — reaccionario Arrabal persiguió dos claros objetivos: el autobombo tonto y la fácil revancha. Y mientras ese melillense 6 ANDALAN K! anarco-sindicalismo es un innegable elemento de nuestra historia. que vive en París de donde vienen «los niños y los mitos» se proponía convencer a la «basca» de que el Gobierno español debe establecer relaciones diplomáticas con los sionistas judíos, Noam Chomsky, que no pudo desplazarse a Barcelona por estar en plena campaña anti — rearme en los USA, explicó a través de un escrito que leyó el profesor C. P. Otero, las múltiples razones que han convertido al Estado de Israel en uno de los más feroces depredadores de la cadena imperialista. «Dani el Rojo», que parece haber mutado al verde, se mostró más agresivo que en la anterior visita que nos realizó, durante las Jornadas Libertarias de hace unos años. Se declaró pacifista y atacó abiertamente a los que propugnan la lucha armada en sociedades como las nuestras. Explicó bien a las claras lo que representa la alternativa ecologista al poder nuclear de los Estados de capitalismo avanzado. García Calvo y Savater no aportaron nada nuevo. El poeta — filósofo sembró sus estrategias dialécticas para arrancar al personal a discutir y el filósofo — novelista expuso las tesis de rigor. Tampoco hubieron grandes aportaciones en el debate «La mujer en las luchas sociales». Yolanda Cohén, ca¬ nadiense, nos puso luz sobre la situación del movimiento libertario en su país y sobre el papel político de la mujer. Federica Montseny evidenció ese feminismo asumido pero nada radical que siempre la ha definido. La que fuera ministra de Sanidad cuando la revolución española inauguró la exposición fotográfico — documental, lo mejor a nuestro entender de todos los trabajos libertarios durante esos siete días. Distanciándose de ese triunfalismo provinciano que evidenció la exposición que pocos días antes había clausurado la Generalitat con el pomposo título de «Catalunya endavant», el montaje de los ácratas — con un presupuesto infinitamente más bajo — consiguió alcanzar sus objetivos. El público asistente ha tenido la oportunidad de comprender sobradamente y de una forma sintética la importancia del anarco — sindicalismo a través de nuestra historia. «Ni inmovilistas ni progresistas, anarcosindicalistas.» Esas fueron las últimas palabras que se pronunciaron en el VI Congreso (primera parte) de la Confederación Nacional del Trabajo. Las lanzó la Montseny. Reflejan una parte de lo acontecido en ese magno encuentro sindicalista. Bajo el lema de «Más allá del cambio», claramente alu¬ sivo al PSOE, el 12 de enero, exactamente cincuenta años después de que se consumara la tragedia de Casas Viejas, donde leyenda e his-j toria se funden en torno a la CNT, se inauguró el Congreso. Según datos de la organización más de 700 delega asistieron al mismo en representación de los más de «2 sindicatos que agrupan a más de 40.000 militantes cenetistas. Con las agravantes de un lastre de escisiones, rabia de más de medio centenar de presos libertarios permanecen encarcelados y I la pena de una pérdida de1 presencia en los centros trabajo se reunieron esos hombres y mujeres, jóvenes; «veteranos», para dar «solu-| clones y alternativas a lo problemas de los trabajado res». Y esos objetivos no se| alcanzaron. En un clima de tensión se desarrollaron las tareas Congreso. Dos corrientes marcadamente antagónicas ante la estrategia sindical seguir a partir de este m mento propiciaron la postergación de la linea definitiva} para un segundo encuentro! finales de marzo, principios de abril. A eso se referían palabras de Federica Montseny. Dos tendencias q pueden coexistir mientras i re la paciencia. Una, q propugna la participación una suerte de elecciones si dicales realizadas con el o jetivo de establecer el gra de representatividad real las empresas, otra, intransH gente y boicoteadora de i quier protagonismo como m i termediario de los sindicatos. Se nombró un nuevo Secretario General, Antonio Pérez Canales, cordobés, 28 años, graduado social, perteneciente al sindicato de Oficios Varios de CNT cordobesa, que representa a la corriente denominada «progresista» por la prensa. Sobre sus espaldas recae la responsabilidad del juego limpio ) la de levantar ánimos enW la muchachada.