1 José Manuel Broto M. LUISA GASPAR José Manuel Broto, una aragonés que lleva viviendo en Barcelona desde 1972, expone ahora su obra más reciente en una de las más prestigiosas galerías del país, la Maeght. La exposición está siendo considerada representativa de uno de los momentos culminantes de la trayectoria de un pintor «cuya obra está llamada a contar en el nuevo y renaciente contexto internacional». Inaugurada a finales de marzo, podemos ya hablar de éxito al referirnos a ella, no sólo a nivel de crítica y de asistencia — bastante lógico tratándose de una de la mejores salas del país — , sino también a juzgar por el interesante nivel de venta conseguido; termómetro éste que, y más aún en los tiempos que corren, no suele fallar. Algunas de las pinturas presentadas parecen centrarse para Bonet, autor del texto del catálogo en las tensiones espaciales, diagonales, triángulos, cuadrados y cruces contrapesan la exuberancia colorista del fondo; o bien el diálogo se entabla con los trazos de las barras en colores chillones sobre fondos azules y grises. A Barcelona Hacia 1978 Broto ha empezado a plantearse un trabajo mucho más libre del realizado hasta entonces, saliendo del postminimal, de la radical complejidad antirreduccionista, se encamina hacia un nuevo rumbo. El Mediterráneo le ha de influir definitivamente en este cambio. Unos años antes, llevado de la idea bastante generalizada de que en Barcelona había más posibilidades de seguir aprendiendo y trabajando (más o menos la misma idea que tuvieron otros en siglos pasados, que tenemos ahora y que seguramente se seguirá teniendo si no se enriquece más nuestro panorama sociocultural), consigue instalarse en la ciudad catalana y descubre que no había para tanto. Sin embargo, si el ambiente artístico —dentro del que entabla una dura lucha por la pintura frente a lo conceptual — , tan boyante siempre en Cataluña, según Jiménez Losantos, no termina de convencerle como la panacea prevista, el Mediterráneo le arrebata. El trasvase climático de la seca dureza aragonesa a la cálida humedad marítima, es evidente en su obra. Con la fuerza de las lluvias otoñales, aprehenderá sus colores, de la eterna primavera, del nuevo verano untuoso, de ese dulce invierno. Así pasa de la radical complejidad a la poesía, del acrílico al óleo, de su primitiva dureza a la espontaneidad secretamente premeditada, de su austeridad colorista hacia una construcción de su expresividad que ahonda en sensaciones plenamente gozosas, reflejadas sin ningún pudor en rosa, azul, naranja y amarillo. La lírica invasión del color «Cuando yo era más joven --confiesa— intentaba plantear •a posibilidad de un discurso au- Un aragonés mediterráneo tónomo de la pintura. Ahora me he dado cuenta de que la pintura plantea un discurso en sí misma, dentro del discurso de arte, inexplicable por ahora, ya que nada es demostrable en este sistema más o menos sublime de expresar las aspiraciones humanas.» Sus pinturas, perfectamente constructivistas como las presentes en el I Premio San Jorge, consideradas por Torralba «de gran belleza y extraordinario ajuste», y las realizadas bajo la etiqueta comercial de la «pintura-pintura» iniciada en sus últi- evidencia una vez más su base fundamental, sus ganas de pintar; más exactamente, su necesidad de pintar. Auto-exigencia ésta por la que ha pagado en especie, en moneda dorada por años de esfuerzo cotidiano. Porque, como escribía Gimeno en ANDALAN hace un par de meses refiriéndose a la exposición en Madrid de Abrain, Cano Laroy y Vilarrocha, hay que salir del contexto provinciano. Pero es que salir de ese contexto suele ser invariablemente duro e incluye riesgos inpensados a la hora de sopesar dedicando a Pablo Gargallo. O ir descubriendo sus descubrimientos «cuando pasen cien años», como ocurre con Segundo de Chomón. O, simplemente, que no nos tenga que recordar, por aquello de que nadie es profeta en su tierra, la conocida frase de Goya: «En pensando en el Pilar y Zaragoza, me quemo vivo». Al corriente de lo que aquí ocurre De momento Broto, sin perder su identidad, sin haber mos tiempos zaragozanos — desde donde plantea un trabajo contra el academicismo «support-surface» conjuntamente con Grau, Rubio y Tena, que cuajará pronto en la simultánea aparición de un órgano teórico específico: Trama — han dado paso, sin perder — para Bonet — un ápice de su vocación constructiva, a la lírica invasión del color y el especial tratamiento dado a la tensión espacial en estas obras que hasta el mes de mayo podremos ver en la Maeght. Salir del contexto provinciano Broto intenta establecer su discurso al margen de las leyes. Quiere decir la verdad y para ello necesita salir de las fórmulas institucionalizadas, porque «El arte es una de las pocas cosas que no plantea teoremas, no posibilita la demostración, está en situación inestable, explica pero no todo, da la ocasión de llegar a conocer otra posibilidad de entenderlo todo. El arte es total. Maneja elementos arcaicos que lo enraizan en el ser, en el hombre, en la humanidad». Por ello, tomándose absolutamente en serio su trabajo, el único que sabe y quiere hacer los pros y los contras. En fin, esperemos que con Broto no se repita la historia y no tengamos que oírnos algún día, no muy lejano, eso de «catalán universal» que hoy le están abandonado totalmente sus relaciones con la política, no hace de los nacionalismos florecientes la base de su geografía: «Lo que más me ha influido de Barcelona creo que es su aspecto físico. el clima, la luz, no me siento integrado en la ciudad, ni formo parte de ninguna corriente catalana, simplemente me he hecho mediterráneo; si bien encuentro influencias de Tapies en mi obra, a quien por otra parte me siento orgulloso de conocer, ser su amigo y tener por maestro. Pero ni siquiera hay una corriente tapiana, la gente le copia, no llega a comprenderlo». Con Aragón, Broto mantiene una relación sentimental que, sin duda, le influirá siempre en su obra. Está lejos de olvidar los fríos vientos del Moncayo y el calor aplastante del verano zaragozano. Está tan al corriente de lo que aquí ocurre, que sorprende que sean ya casi nueve años los que lleva fuera. Pero es que viene a menudo y, además, tiene sus propias fuentes de información; o sea que, aunque a distancia, sigue manteniendo el mismo método que aquí se utiliza, el mismo carácter tierno y duro de la tierra, como ya tuvimos ocasión de comprobar. Trabajador a saltos imaginarios sobre las enormes telas (él, de mayor, querría ser más alto), en un estudio donde frente a la luminosidad de su obra y del nombre de su, más que calle, «abrupta ladera», como le llama Bonet, no brilla el sol tanto como cabía esperar. Ciudadano de apariencia normal, que lee el periódico cada mañana en el metro, tímido, pero nada comedido, que mira directamente a los ojos cuando habla, que sabe alcanzar dimensiones extraordinariamente humanas. Que vive para pintar y pintando vivir, porque: «pintar es la posibilidad de pensar, de seguir interpretando la realidad mía y la de todos». «Pintor cuya obra hará sonreír de placer el paisaje aragonés, cuando la feliz idea de traerlo por aquí se haga realidad. no importa el lugar, si la suscripción es buena suscríbete ■nuevo' ANDALAN PRECIOS DE LA SUSCRIPCION (un año) ESPAÑA (correo ordinario) 3.000 ptas. aéreo) 3,800 ptas CANARIAS, EUROPA, ARGELIA, MARRUE- RESTO DEL MUNDO (aéreo) 4,900 ptas COS. TUNEZ, USA Y PUERTO RICO (correo SEMESTRAL; la mitad de los precios anuales Don (a) Profesión Domicilio . Población .... Provincia Dm«o suscribirme al pwiódico aragonés ANDALAN por un año Ir* ~. prorrogabla mientras no fviaa an contrarío. Domicilien al cobro an al banco — Agancia Envio al importa (chaqué giro p. transferencia □) Pagaré contra reambolao. (Recorta y envía aate boletín. NO NECESITA FRANQUEO.) de