Economía española ¿Síntomas de mejoría o espejismos? JOSE A. BIESCAS EDUARDO BANDRES Porque, a pesar de la equívoca denominación que se le ha dado al acuerdo firmado, lo único que en él queda claro es que, continuando con la tradición iniciada en los Pactos de la Moncloa y seguida luego en solitario por Unión General de Trabajadores (UGT) al firmar el Acuerdo Marco Interconfederal (AMI), los trabajadores van a aceptar una nueva moderación salarial mediante una banda del 9 al 11 % para 1982, mientras que la creación de empleo va a seguir en el aire, ya que no hay ningún mecanismo que asegure que los 350.000 puestos vayan a crearse. La implementación de medidas encaminadas a repartir el trabajo disponible, mediante una mayor fiscalidad para las horas extraordinarias, la lucha contra el pluriempleo o la política de sustitución de jubilados de sesenta y cuatro años por nuevos empleados no parecen ser, a la luz de la realidad socioeconómica española, instrumentos demasiado eficaces para una ambiciosa política de creación de empleo. Mayor incidencia pueden tener, sin embargo, determinadas reducciones en las cuotas empresariales a la Seguridad Social o el desarrollo del Estatuto de los Trabajadores en materia de nuevas formas de contratación laboral. La principal novedad que incorpora el ANE es, desde luego, la aceptación por Comisiones Obreras (CC.OO.) del camino de firma de acuerdos emprendido años anteriores por la central socialista, hecho por lo demás que, aun habiendo protagonizado una buena parte de las discusiones de su Congreso Nacional, tampoco ha puesto en peligro el liderazgo de Marcelino Camacho. Y es que en un momento en que las cifras de paro se acercan a los dos millones, no parece que pueda mantenerse a toda costa una estrategia de reivindicaciones salariales desorbitadas. Por otra parte, las medidas de protección al desempleo —seguro complementario de nueve meses a los parados con cargas familiares, concesión de asistencia médico-farmacéutica a todos los desempleados, aun cuando agoten los plazos que dan derecho a las percepciones económicas, mayor atención al paro agrícola, etc. — son una muestra de solidaridad sindical con los trabajadores en paro exigida por las más elementales normas de justicia, y constituyen una importante contrapartida a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios percibidos por los trabajadores con empleo. La polémica sobre los salarlos Claro que tampoco el movimiento sindical puede aceptar año tras año caídas en los niveles adquisitivos de los salarios, tal como ha venido ocurriendo desde que las actualizaciones salariales se realizan no en función de la inflación del último período, sino de la que se prevé en el siguiente. Por este procedimiento siempre son las rentas salariales las que se ven afectadas al perder varios puntos en términos reales, sin que las insuncientes mejoras de los servicios sociales existentes r-mpense, a La aprobación det Acuerdo Nacional sobre Empleo (ANE), las buenas perspectivas que ofrece el mercado internacional de productos petrolíferos y las alzas de las cotizaciones bursátiles son indicadores que están siendo utilizados reiteradamente para dar a entender que la economía española está entrando en una fase de recuperación que podría poner fin a un largo período de recesión. Sin embargo,, la evolución de otros indicadores mucho más significativos, como el de la tasa de parados, hace moderar el optimismo de cualquier observador; y será precisamente en este campo, en el de la creación de empleo, donde puede darse al traste con los acuerdos de moderación salarial, si no se consigue en contrapartida la creación de 350.000 puestos de trabajo. través de un salario indirecto, tales pérdidas. La falacia de achacar a las alzas salariales las cifras de desempleo existentes en nuestro país, mediante la utilización de estadísticas que como mínimo pueden calificarse de metodológicamente incorrectas, cuando no de tendenciosamente disparatadas, aparece en estos días «avalada» por la publicación del Informe Anual del Banco de España, según el cual los salarios reales — esto es, una vez deducida la parte de crecimiento salarial absorbida por la inflación — crecieron en un 47,0 % desde 1973 a 1978, y en un 7,6% en los dos últimos años — a pesar de los Pactos de la Moncloa, del Decreto Abril sobre regulación salarial y del primer AMI — . Estimaciones más fiables permiten afirmar que entre 1979 y 1980 los salarios perdieron en torno a un 1,5 % de su capacidad adquisitiva, y que los crecimientos de los años anteriores no fueron ni con mucho los que el Banco de España da como buenos. No cabe duda de que en determinadas épocas del franquismo las alzas salariales eran utilizadas, en el marco de unas relaciones laborales de corte paternalista, como un instrumento demagógico «compensatorio» por la falta de libertad sindical o la inexistencia del derecho de huelga. Sin embargo, y a pesar de que los salarios reales han crecido en España en los últimos años por encima de la media de los países de la OCDE, los niveles de remuneración del factor trabajo distan todavía mucho de los existentes en aquellos países a los cuales deseamos asemejarnos. La banca, viento en popa Si bien sobre las alzas salariales puede haber mayor o menor polémica, donde no cabe ningún tipo de discusión es en la constatación efectiva de que el sector económico que mejor se ha instalado en la crisis económica es el de la banca. La instrumentación de una política monetaria restrictiva, agravada por los déficits corrientes del sector público, ha permitido a la banca erigirse en árbitro de la situación: las restricciones en el crédito al sector privado, con su correspondiente encarecimiento, a través de intereses prohibitivos, ha creado gravísimos problemas de liquidez en las pequeñas y medianas empresas que se han visto imposibilitadas para cumplir sus compromisos financieros, viéndose obligadas a cerrar y pasando sus trabajadores a engrosar las filas del desempleo. Sin embargo, la gran banca aumentó sus beneficios, en 1980, en un 24 % sobre el año anterior. Los intereses cobrados a las - empresas no ligadas a sus grupos financieros, cuando no la negación de créditos más acor¬ des con sus necesidades de financiación, están posiblemente detrás de numerosos cierres empresariales y de abundantes tra¬ bajadores en paro. Y en medio de tantos desencantos, de ilusiones perdidas, de liberalismos trasnochados y de regresivas derechizaciones en los planteamientos gubernamentales de algunos países occidentales, la abrumadora victoria del Partido Socialista Francés en las elecciones presidenciales y legislativas abre una brecha de esperanza entre quienes creen que es posible salir de la crisis económica reduciendo las desigualdades sociales, mejorando el nivel de servicios públicos, adecuando la estructura productiva al nuevo reto del panorama económico mundial y favoreciendo, en definitiva, una mayor calidad de vida. Q3 O O" 3 Q3 ...Y MUESTRA TIERRA DARÁ SU FRUTO. Aja rural provincialr HUESCA Andalán, 26 de junio al 2 de julio de 1981