Dinero y urbanismo, claves del entendimiento El Ayuntamiento y la Caja, de lo más amigos JOSE CARLOS ARNAL Cuando la nueva Corporación democrática accedió al poder municipal en 1979 sabía que, de una manera o de otra, tendría que encontrarse con la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja (CAZAR). De una parte, la Caja es una de las instituciones financieras más importantes en la ciudad y, por tanto, uno de los más Probables proveedores de crédito, or otro lado, sus intereses inmobiliarios en Zaragoza, bien directamente, bien a través de otras empresas (Loarre, Garsa, Montecanal), tampoco son nada despreciables. Primero, el Ayuntamiento Sin embargo, no parecía que todo fuera a ir sobre ruedas, teniendo en cuenta la lista de conflictos urbanísticos que en esos momentos tenía la Caja con el Ayuntamiento y la opinión crítica aue de la misma teman los partidos de izquierda que se habían hecho con la mayoría de la Corporación. Habría que saber lo que pensó Sancho Oronda, director general de CAZAR, cuando vio a Ramón Sáinz de Varanda como alcalde, poco tiempo después de aue éste participara como aboga□0 defensor de ANDALAN en el sonado juicio celebrado a raíz de la querella interpuesta por aquél. Aunque las primeras medidas de suspensión de licencias, recursos, etc., tomadas por el nuevo Ayuntamiento en materia urbanística no debieron sentarles muy bien a los dirigentes de la Caja, las relaciones en los primeros tiempos fueron más bien ae observación del contrario, para ver cómo actuaba. Fue el Ayuntamiento quien rompió el fuego, acuciado por una falta urgente de dinero y la respuesta de la Caja fue positiva. La CAZAR concedió dos, créditos de tesorería — a reembolsar a final del ejercicio — , de 825 y 875 millones de pesetas respectivamente, para los años 1979 y 1980. Asimismo, la CAZAR y la Caja de la Inmaculada aportaron unos La obtención por el Ayuntamiento de Zaragoza de un importante crédito de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja el pasado mes de junio, unida a la retirada por parte municipal del recurso contra la urbanización Montecanal, donde la Caja tiene importantes intereses, y a una política general de entendimiento urbanístico entre ambas entidades, ponen de relieve el buen momento por el que pasan las relaciones entre estas dos instituciones básicas en la vida zaragozana. Una «amistad» que, mientras que en algunos despierta recelos, el alcalde de la ciudad interpreta como fruto del espíritu pragmático y negociador de las dos partes. doscientos millones cada una para el presupuesto de inversiones de 1979, cuyo crédito, por cierto, fue solicitado ya a comienzos del 80. Para el presupuesto de inversiones de este mismo 1980, la CAZAR concedió un crédito de 282 millones en unas condiciones que el concejal de Finanzas, Luis Roldán — consejero de la Caja en representación del municipio — , estima como muy beneficiosas para el Ayuntamiento. Paralelamente, las dos entidades habían negociado los intereses para las cuentas bancarias múltiples, que hasta la llegada de las corporaciones democráticas habían estado en unas condiciones irrisorias y claramente perjudiciales para los dineros del municipio. La Caja tiene el dinero Mientras tanto, los asuntos urbanísticos de la Caja no iban demasiado bien y había muchos conflictos por resolver: la urbanización de Montecanal, el convento de Altabás, el solar del teatro romano, un edificio en la calle Rebolería, otro en la avenida de Navarra, etc. Parece que uno de los representantes inmobiliarios de la Caja llegó a advertir, incluso, de la posibilidad de que la Caja abandonara las actividades de la promoción en Zaragoza a la vista de las dificultades existentes. Ya en 1981, en un momento ei que comenzaba a levantar cabeza en el terreno económico y que los cambios en la legislación permitían afrontar un presupuesto de inversiones más ambicioso, el Ayuntamiento apostó fuerte por la Caja. Previamente, en septiem¬ bre del año anterior, Sáinz de Varanda y Luis Roldán habían sostenido una reunión con representantes de trece bancos con presencia en la ciudad, para estudiar una fuente de financiación diferente. La gestión fracasó, sobre todo, por las condiciones crediticias ofrecidas por la banca. También se había desechado la posibilidad de obtener dinero en el extranjero y seguía — y sigue — sin cobrarse un impuesto de solares que aportaría varios cientos de millones de pesetas a las arcas municipales, a causa de la mala organización de la sección de Hacienda, defecto que ahora, por fin, parece que va a resolverse. En junio de este año, la CAZAR y el Ayuntamiento llegaban a un importante acuerdo financiero: un crédito de 1.500 millones, a devolver en 15 años, con el 15 por ciento de interés, y el compromiso de la Caja de suscribir todos los títulos de deuda pública que el Ayuntamiento emitirá próximamente y que no pueda colocar en otros ámbitos. Luis Roldán cree que este acuerdo es interesante para ambas partes, porque la Caja puede contabilizar esta deuda pública en sus coeficientes de inversión obligatoria. «Esta dependencia financiera no nos ha mermado nunca nuestra capacidad, ya que no aceptamos ninguna imposición hacia la autonomía municipal, ni la Caja lo ha planteado nunca de esa forma.» El porqué de Montecanal Sea como fuere, por esas mismas fechas el Ayuntamiento deci¬ dió retirar el recurso que había interpuesto contra la urbanización Montecanal, promovida por Montecanal, S. A., y en cuyo Consejo de Administración tiene una sustancial presencia la Caja. Los responsables del Ayuntamiento basan esta decisión en que los criterios para la revisión del Plan General aprobados ese mismo mes recogen la conveniencia de que Zaragoza crezca por la zona de Valdespartera. En todo caso, la fase aprobada corresponde al llamado «Montecanal pequeño» — unas trescientas viviendas unifamiliares — y está por negociar todavía el planeamiento del «gran Montecanal», que es donde puede estar el gran negocio y convertirse en una auténtica ciudad satélite. Tanto Luis Roldán como Sáinz de Varanda justifican esta decisión por un criterio urbanístico. Para el concejal comunista José Luis Martínez, presidente de la Comisión de Urbanismo, aunque comparte el criterio de que la aprooación de Montecanal responde al criterio propio del Ayuntamiento, está claro que el tema del dinero y el del urbanismo «no son asuntos separados; la Caja tenía elaborado un 'memorial de agravios* urbanísticos y en el tema de Montecanal estaba empeñada a nivel de prestigio. Pero tampoco lo había puesto como condición previa. Se na solucionado todo al mismo tiempo». Y, ahora, ¿un hipar? Por unas razones o por otras, la política de entendimiento ha seguido adelante. El solar del con¬ vento de Altabás, propiedad de 11 Caja, ha sido uno de los pocol — de los 40 edificios céntricos qul el Ayuntamiento quería conserval para equipamientos — en los quel casi seguro, se construirán vivienf das. Muchos otros de los conflicl tos pendientes se han ido soluciol nando mediante negociaciones coif la Caja en las que se han adopta do soluciones mixtas, con uil Ayuntamiento volcado sobre todd en la obtención de suelos par] equipamientos y zonas verdesj mediante permutas, cambios e¿ los volúmenes de edificación, etc) «Ha sido una postura pragmátil ca por ambas partes — explica Sáinz de Varanda — a la que ha contribuido bastante el que nc haya habido prejuicios para negol ciar por nuestra parte. La reíaJ ción económica con la Caja no^ da seguridad financiera, pero nos quita independencia. Creo que la Caja ha sabido adaptarse a ' democracia y, además, estamos! condenados a entendernos.» Esta política de concertaciónj que el Ayuntamiento ha seguido, no sólo con la CAZAR sino con otros propietarios y promotores, puede acabar dando resultados sorprendentes. En el Pleno de este mes de octubre estuvo a punto de darse luz verde a un hipermercado en la carretera de Madrid, proyecto que ya había sido aprobado por la anterior Corporación y al que la actual había recurrido ante la Audiencia Nacional. El dictamen fue retirado a propuesta de los socialistas, que alegaron una cuestión técnica, para un próximo Pleno. Pero el propio alcalde reconoce que es una decisión política que su grupo está aún por tomar y que, en caso de que fuera positiva, lo que no es improbable, «estaría justificada porque las cosas han cambiado desde 1979 y no permitir ahora un hipermercado sería consagrar el monopolio del instalado en Utebo y al que nosotros nos opusimos». Entre otras cosas, el posible nuevo hipermercado sería un gran atractivo para los posibles clientes de la urbanización de Montecanal, cuyo extremo suroeste podría llegar a marcar. losé Luis io de 1c fuerza la hora de acc aragoza, 79, fue osas coi íento ui iidad h: i en < exigíar que to dar. F lo. Frene a de la layoría tamient er el f urbana, os soci discre eron n m de h strucci( ) con li u desti de los perií i la api R Mont lo en otro gi ilidad 1 Genera de 19 se que del fu zaron a ¡imientc mayorí capacú )s hacia asunti Martín residía 1 3— por etrasar tes. La necesa trabajos 'isión d varios cacias 'res. Lí de ac Equipo AKAI: Amplificador 35 W. Pantallas 3 vías Giradiscos semiautom ático Obsequio auriculares PUS. 34.000 Equipo MARANTZ: Amplificador 26 W. Platina Dolby Giradiscos semiautomático cápsula SHURE Pantallas 3 vías Obsequio mueble rack Ptat. 89.000 SUPEROFERTAS Equipo PIONEER: Amplificador 20 W. 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