tos la vivimos y recordamos a uno y otro lado del kiosko. Estaba, en Aragón, casi todo por hacer en cuanto a la formación de una moderna conciencia aragonesista, la potenciación de alternativas de izquierda a la salida de la larga noche tiránica, el desarrollo de los grandes temas de nuestra cultura, tantos hurtados desde la censura y el oficialismo servil. Era, también, preciso hablar con claridad de los grandes problemas socioeconómicos, sociales, políticos, de los que unos medios de comunicación amordazados o complacientes no se ocupaban apenas. Desde la lucha contra el trasvase hasta la información laboral, desde la recuperación de nuestra historia silenciada hasta el descubrimiento de un pasado autonomista prácticamente desconocido por todos, la tarea era enorme. Un equipo breve, cohesionado por su origen generacional y su formación a la vez que por larguísimas discusiones, quijotesco en su gratuito y arriesgado trabajo, visitante forzado tantas veces de inhóspitos juzgados, consiguió para nuestro humilde quincenal un notable prestigio moral entre las minorías cultas y progresistas de toda España. La diversidad de opciones de sus gentes nunca enturbió las relaciones personales, en un ejemplar trabajo codo a codo, asombro de gentes de fuera y motivo de incredulidad aquí, donde éramos del PCE para el PSOE y el PSA, del PSA para el PCE, ácratas siempre, el demonio para cabildos y arzobispos y un tanto cristianos, al menos de origen en muchos casos, para el ateísmo militante. Nuestra — bien escasa, por lo demás — defensa de la fabla nos enemista con medios universitarios y hace que se repartan libelos contra el separatismo de ANDALAN en la Academia General Militar, a la vez que la policía sigue viendo aquí más de lo que hay. 2. La esperanza y la lucha política Entre junio de 1977, primeras elecciones democráticas desde febrero de 1936, en que apostamos simplemente por el «voto a la izquierda», y septiembre de 1982, en víspera de las elecciones del triunfo socialista, se desarrolló una segunda etapa de ANDALAN y una segunda etapa en la vida política aragonesa, de singular paralelismo. En nuestro periódico triunfa la tesis de convertirlo en semanario y profesionalizarlo al máximo, estableciendo una estructura empresarial mínima. Es la etapa que van a dirigir, tras mi dimisión inevitable, tres magníficos periodistas que luego, andando el tiempo, marcharían a fundar o consolidar el nuevo diario «El Día»: Pablo Larrañeta, Luis Granell, Lola Campos, José Ramón Marcuello. ANDALAN alcanza entonces sus máximas tiradas, amplía su registro a temas más populares, denuncia con audacia los grandes embrollos de esta tierra, llega a las comarcas con temas rurales y culturales, arrostra dificultades a plena luz ahora como el pleito con la CAZAR, a la vez que vive emocionantes jornadas de apoyo como el inmenso festival del Palacio de los Deportes de Barcelona, porque los emigrantes son otra de las venas vibrantes de nuestro caminar. Es la época de la gran manifestación aragonesista del 23 de abril 1978, del 4 ANDALAN desarrollo de los grandes partidos de la izquierda: el PSA, el PCE, el PSOE. En todos ellos hay gentes de ANDALAN, pero también en los más pequeños co mo el PTE, el MC o la LCR, mientras hay gentes que siguen trabajando en profesional puro o por una izquierda más unida de lo que, por desgracia, está Es una etapa vivísima, sin respiro, que por otra parte entra en picado en los últimos años, a la vez que desaparecen los grandes de la izquierda espa ñola («Triunfo», «Cuadernos para el Diálogo», «t Calle», «Viejo Topo», «Por favor», «Hermano Loboi y tantas otras publicaciones). La tirada se reduce, a igual que la difusión por el resto de España, donde van teniendo sus «andalanes» ya, o donde muerde el pasotismo y el «desencanto». Comienzan grandes deudas, hipoteca enorme que, como todas ellas, irá hinchando su bolsa de cargas financiera alarmantemente. Todas las deudas habidas y por haber en nues tra historia equivalen — ¿se dan cuenta ustedes, qué casualidad? — aproximadamente a una página fija de publicidad de la CAZAR. El rencor de su directoi general y la antipatía que sus colaboradores osten tan hacia nuestra publicación hace que seamos sis temáticamente vetados de toda campaña. Que el capitalismo no pague a sus adversarios, es normal aunque hay capitalistas listos que anuncian donde les interesa y no donde les adulan; pero que «oli garcas y caciques» decidan y administren el ahorro popular todavía hoy, tras tres años de gobierno so cialista es, desde luego, una de las muchas razones de enfado en la izquierda auténtica. Hay un inmen so olor a podrido en esa «dinamarca» de Plaza df Paraíso, 2, y su empresa Agrar, que no ha explota do aún, porque no hemos terminado de recabar to da la información necesaria para ofrecerla a usté des, y por la perplejidad que producen las cautelas del Gobierno de Madrid y de la DGA, mientras ut viejo alto dirigente, ahora presidente de Alianza Po pular aragonesa, parece demasiado interesado aho ra en explicar a todo el mundo lo que está pasando en Agrar. I Cuántas veces, en todos estos años, hemos He gado tarde a temas por falta de recursos humanos, de personas con tiempo — |y gasolina I — disponible para elaborar rigurosamente un informe I Otras, en cambio, han ido apareciendo en una prensa mucho más viva al fin — «El Día», muchas veces, también «Heraldo de Aragón», y desde luego muchas emiso ras y hasta TV, aunque a medio gas — .En fin, otras más — recuérdese el «caso Vallés» — hubimos de acumular paciencia y discreción para evitar caer en manipulaciones o instrumentaciones de guerras in testinas. En una democracia las más de las veces deben hablar los jueces y no ios conciliábulos di partido. i. La resistencia Hace un rato que estamos hablando de esta úl tima etapa, también. De las deudas acumuladas en todos esos años, de las dificultades técnicas y la escasez de recursos humanos que recomiendan regresar al quincenal, en formato reducido, y volver al director gratuito (lo que me tiene, en estos tres años, por cierto, con voz pero sin voto en la Asociación