10 Andalán Entrevista CARLOS GARCIA: «LA POLITICA (AUTONOMICA, PROVINCIAL MUNICIPAL) EXIGE TENER EL ESTADO EN LA CAREZA» Huesda podría ser una especie de «Departamento» francés Sólo he tenido que esperar cosa de un cuarto de hora, en una pequeña y acogedora sala de espera, con revistas casi vigentes, no como en los consultorios médicos. La salida da ai elegante salón de sesiones. En cuanto llega Carlos García, grandote, algo cansado, familiar, se excusa por ese pequeño retraso, da órdenes de que no le pasen llamadas en todo el tiernpo — salvo una que espera, y no llega, de Andrés Cuartera, y otra de una hija y de su propia esposa — , y me enseña con orgullo la coqueta magnificencia del palacete, sede provisional de la Diputación Provincial de Huesca. Me destaca dos hermosas columnas que proceden de Casa Carderera, los cuadros de Beulas, Lafuente, Ramón Acín... Responde rápido y satisfecho sobre las reformas, la decoración, las molduras de las puertas: «Contribuí desde la oposición a montar todo esto y rae siento partícipe de ello». La idea es, en cuanto se termine el nuevo edificio — en el que habrá un museo con los miles de piezas de cerámicas y otros restos arquoiógicos aparecidos en la obra, respetando la parte romana — ; qué éste actual pase a ser sede del ahora, al fin, próspero Instituto de Estudios Altoaragoneses, de que se siente también muy orgulloso. El despacho, muy a la vista, da al comienzo del parque, casi frente a los autobuses de La Oséense. Carlos, obsequioso y absolutamente amable, me ofrece elegir lu¬ gar —mejor en la mesa, aunque sea un poco artificial, para escribir: ya pondremos nosotros la distensión — y deja en mis manos el rumbo, tono y estilo. Un poco sorprendido al principio, despistado por la finalidad de la visita, no oculta su satisfacción al saber que se trata de una entrevista periodística, a secas, pero a tumba abierta. Y espeta, de rondón, para que quede claro, por si acaso: —Quiero decirte que yo soy una persona que se siente comprometida. — Sí, Carlos. Hace bien poco se cumplieron once años de una foto entrañable que nos une, a mi salida de la cárcel. — ;Qué foto más hermosa! Yo, que no soy muy medallero, estoy encantado de aparecer allí. Y encima es ya historia. — Sí, ha aparecido en muchos sitios. Por ejemplo, en un librito de Felipe González sobre «El Socialismo», publicado en 1976, si mal no recuerdo. Pregunta por ANDALAN, y, cuando le digo que como siempre mal, que sin embargo llevamos ya catorce años muriendo y quién sar be, se apresura: — Me alegra que respondas así. ¿Sabes?, mucha gente os ve como el órgano del PCE. — Quizá sea porque no ha leído los editoriales anteriores a las elecciones. O por muchas otras causas. Mucho más aragonés que antes Pero la conversación, que va a tener dos partes muy definidas — el hombre, el político — e inseparables, se enfoca hacia sus orígenes, sus vinculaciones. Miro ese aspecto que me recuerda tanto a Pedro Antonio de Alarcón en los grabados, pienso en su proceden'cia burgalesa... — No, no — corta rápido — , esa es mi mitad castellana, poique mi madre era aragonesa, bautizada en la parroquia zaragozana de Santa Engracia, entonces diócesis de Huesca, por cierto. Y el abuelo, labrador rico de San Juan de Mozarrifar, antiguo general de kitendencia al que dicen que me parezco muchísimo. Esa doble procedencia me hace sintetizar el racionalismo castellano con cierta intemperancia aragonesa. Francamente, yo hace veinte años apenas sabía todo esto: ahora soy mucho más aragonés que antes. — ¿Desde cuándo vives por estas tierras? — Creo que desde 1959, un año después de casarme. — ¿Y cómo conociste a Angela? — En un curso de la Escuela Militar de Montaña. En la boca de la calle Mayor de Jaca. Fue un enamoramiento instantáneo, un día de julio de 1956. La hija mayor, Loreto, nació en San Sebastián — por cierto que ahora es una muy eficiente militante del PSOE... Habla como un auténtico padrazo de los siete hijos, a los que hace muchos años conocí correteando por el jardín del chalet jacetano, del primer nieto. En determinado momento le pasan llamada de otra hija, que le pide el coche para el fin de semana, y luego se pone la esposa, actual directora provincial de Educación, a la que desde siempre llama «Madre» con innegable ternura, y le explica, que, como siempre, volverá muy tarde a casa pues ha de ir a Jaca, y mañana a Graus, etcétera. «He olvidado casi que fui militar» Casi al filo del final del anterior régimen, Carlos abandonó una prometedora carrera militar (como miembro más joven de su pro¬ moción llevaba camino de teniente general). Fue en 1972, pero la crisis venía de antes... — Hasta tal punto que finalmente lo militar se retiró de mi mente. Yo fui descubriendo al Ejército y a mí mismo, y .recuerdo una cierta contradicción que iba creciendo. Y eso que siempre he defendido lo que estaba haciendo, y con fe. Y creo que tuve una buena actuación profesional, en facetas técnicas, deportivas (esquí, escalada, paracaidismo, educación física, operaciones especiales...). Creo que era un elemento destacado y eso alimentaba mi entusiasmo. Pero nuestra adultez era muy tardía; cuando fue llegando, fui criticando mi propia vida, mi trabajo. Me fui exigiendo actividades menos elementales desde el punto de vista intelectual, más amistades, más lecturas. Fue un cambio que duró una media docena de años, casi paralelo a la crisis de las creencias religosas. — ¿Y la ruptura final? — Me fui abruptamente, pero no fue cabreo de un día, sino la última gota de agua. Tras una hepatitis grave, que me dejó en acti: vidades de servicios, fui defensor de una serie de asuntos perdidos de antemano, y perdí todos los consejos de guerra. A pesar de ello, el general director de la E. M. M. me quiso proponer para juez de cuerpo; le pedí que no lo hiciese, y al poco me nombró por oficio. Una hora más tarde pedía la baja del Ejército para toda la vida. ' — Pero no dejaste de ser oficial en la reserva tan pronto. — Durante unos años estuve en expectativa de servicios civiles, lo que me daba ciertas ventajas económicas y funcionales, pero pronto tuve que renunciar a ellas para poder ejercer mi militància política. — ¿Con cierto dolor? — No, no. Fue una sensación de liberación absoluta: como si no hubiera sido nunca militar. — En realidad, mientras lo fuiste habías cumplido con todo. Por ejemplo, no tuviste relación con la UMD. — No. Yo no estuve ligado a la UMD, esa es la verdad, y no voy a decir otra cosa, aunque me resultaría dificilísimo y, además, me repercutió como si lo hubiera sido. La U. M. D. nació después. «En el oscuro 'secuestro' fui víctima de una trampa» 4 — Me parece que ahí hay una alusión al famoso «secuestro» de que fuiste objeto. Creo que es un tema que levantó muchísimo revuelo, sobre el que circularon muy varias versiones, y que sería bueno tocarlo con toda claridad. —Completamente de acuerdo. Fue algo que me hizo sufrir muchísimo, algo insospechado. Es un tema muy oscuro y muy prodrido. Pero te recuerdo que fui yo quien lo denunció aunque no, claro, en la propia Jaca, sino donde pudiera encontrar cónfianza y apoyo, a