Cultura En dos actitudes puede dividirse la opinión pública zaragozana a la hora de colocarse frente a la vida y actividad de los estudiantes: una fundamentalmente paternalista y otra más crítica y dirigida a despertar la conciencia "patriótica" y social de la clase escolar. Representantes de la primera postura puede ser la actitud constante mantenida por el "Heraldo de Aragón" respecto a todo, absolutamente todo, lo que tenga que ver con los estudiantes zaragozanos. Este periódico en todos sus crónicas sobre las huelgas y manifestaciones estudiantiles, continuamente evita citar, cuando no desfigurar, todo tipo de acontecimiento violento realizado por la "simpatiquísima clase escolar". Normalmente, cuando es imposible dejar de hablar de heridos o incluso muertos, achaca de forma clara la responsabilidad a elementos "extraños a la clase que aprovechan cualquier ocasión para crear el desorden y la violenEl periódico, que nunca cía fue apedreado por los estudiantes en los diez primeros años del siglo, como sí lo fueron en cambio "El Noticiero", "La Crónica", "El Progreso",...; si en alguna ocasión asoma intentos de crítica, lo hace de manera amable y procurando dar a la realidad un aire festivo y casi diríamos folklórico. De esta forma, por ejemplo, presenta la vida cotidiana del estudiante caricaturizándola: su pereza por las mañanas, poco estudio, tertulia en los cafés, paseo por la calle Alfonso a partir de las seis de la tarde, noches humeantes en los teatros y vida airada con la patrona que mal lo alimenta y con el inevitable prestamista. La actitud del catedrático, cuando no indiferente, se dibuja también con el paternalismo. Claro ejemplo son las palabras de Ricardo Royo-Villanova a los huelguistas en abril de 1 905 : "Mal hicisteis los escolares en no buscar en nosotros, como otras veces habéis hecho, apoyo a vuestras pretensiones que consideramos justas. Mal hicisteis en asaltar las cátedras tumultuosamente. Pero sois vosotros, quienes lo hicisteis, nuestros queridos discípulos, nuestros hijos espirituales, y vuestros delitos, si los hay, los consideramos como pequeñas faltas, y vuestros pecados, travesuras insignificantes." La opinión republicana, en los primeros años de la década, no trata demasiado bien a la juventud estudiantil. En un artículo de "El Clamor Zaragozano", en marzo de 1900, después de ver en la educación jesuítica uno de los orígenes de la mentalidad juvenil española ^e forma muy gráfica, refiriéndose a los estudiantes: '¿Su ideal político? Felipe II y -la Inquisición... ¿La virtud, el progreso, el patriotismo, la humanidad? Fórmulas sin sentido práctico, solo usadas por los tontos... ¿La justicia y el derecho? Radican en el absolutismo de don Carlos, que es lo único grande que hay en España." La Union Republicana", en 1903 dice: "Triste es, pero patriótico, confesar que la juventud universitaria carece de ideales... ^o ve más allá del sobresalien- Zaragoza El movimiento estudiantil a principios de siglo (I) Enrique Bernard En la primera década de nuestro siglo, el «movimiento estudiantil» en Zaragoza, término que es preciso matizar, hay que enmarcarlo en las frustraciones y esperanzas generales de aquella sociedad española, la cual acababa de estrenar una voz nueva. Regeneración, pero sobre la que pesaba todavía el caro precio que pagó por la Restauración borbónica. Así, los estudiantes de la universidad de Zaragoza no se preocupaban, por una parte, de otra cosa que de conseguir el puesto privilegiado en la sociedad para el que emprendieron una carrera universitaria, pero también grupos minoritarios, más numerosos conforme pasaban los años, querían dar un sentido social a su situación como estudiantes, como clase estudiantil. Una y otra postura se derivaba, a nuestro parecer, de la posición de clase media y media-alta que gozaban éstos en sus respectivos medios sociales. La primera actitud derivada de una lógica tendencia conservadora; la segunda, de la concienciación de las contradicciones que vive el país. te o el suspenso que ha de otorgarle, negarle o aplazarle un título académico". Igual opina un año después Alfredo Calderón en el diario republicano "Progreso", aunque excusa a los estudiantes por el "ambiente general de holgazanería que cubre a España". En los primeros años del siglo no encontraremos influencias directas de organizaciones políticas en el interior del movimiento escolar, en todo caso no existe ningún grupo de estudiantes que trascienda, de alguna forma, con características nítidamente políticas. Intentos hubo, por ejemplo, en 1903 un tal Lloré, desde "La Unión Republicana", lanza la propuesta de organizar la Unión Escolar Republicana, cuya finalidad primordial sería la reflexión de los estudiantes sobre los problemas políticos españoles. No hay noticias siquiera de que llegara a constituirse. A título individual sí que hay estudiantes que se incorporen a organizaciones políticas para fundamentalmente dedicarse a actividades pedagógicas. El Centro Católico de la calle Fuenclara, 2 y los partidos republicanos son los lugares de acción preferidos por los escolares. Allí dan conferencias o desarrollan cursillos sobre educación, sociología, sanidad... Desde allí, en todo caso, es des¬ de donde pudiera haberse intentado dar al movimiento estudiantil una dirección política determinada, cosa difícil de constatar con nuestros datos. Las huelgas estudiantiles El movimiento estudiantil en Zaragoza ofrece dos niveles de actividad: uno más espectacular a la Ciudad, constante a lo largo de los años y que se expresa a través de las manifestaciones y huelgas, las cuales suelen tener sus causas en motivos muy concretos como luego estudiaremos. Un segundo nivel que implica actividades más difíciles de mantener, que requieren un mayor grado de preocupación respecto a la sociedad española y con alternativas a ésta más o menos desarrolladas. Nos referimos a todos aquellos intentos por parte de la clase escolar, de trascender más allá de las aulas y llevar su influencia, anteriormente madurada por el estudio, a ciertos sectores de la sociedad. Estos dos niveles no siempre se complementan, a veces incluso son opuestos por tintes folklóricos y de poca seriedad que el primero adopta o sufre a causa de sus antecedentes (huelgas para conseguir vacaciones) y que perjudica la imagen de la generalidad de la clase. Veamos el primer nivel. El porcentaje de participación en este aspecto del movimiento podemos conocerlo con los datos de la Prensa e informes del Rectorado al Ministerio. Así, en la huelga de los alumnos de Medicina en marzo de 1903, sobre una matrícula en esa facultad de 398 alumnos oficiales, se reunieron y votaron, en el café de la Iberia, 312, lo que supone el 78 por ciento del total aproximadamente. No cabe duda que el porcentaje resulta alto y hay que explicarlo en base a la naturaleza de las reivindicaciones que se defendían siendo éstas de carácter muy concreto y profesional y limitadas a una facultad. En la huelga de abril de 1906, por motivos ya más generales (incompatibilidades, plazos para aprobar asignaturas...) los implicados era los alumnos de todas las facultades (Derecho, Filosofía y Letras, Medicina y Ciencias) ascendía a 632 alumnos; pues bien, el porcentaje de asistencia a la asamblea celebrada en Medicina para decidir la huelga fue el 55 por ciento, es decir, 350 alumnos. Si fuera posible, comparar estos porcentajes con los actuales, no cabe duda que es-, tos últimos alcanzan cotas mucho más raquíticas. Testimonios de la çpoca y ciertas memorias aseguran que las inquietudes colectivas estu¬ diantiles no pasabn de conseguir el título y la mayor cantidad posible de vacaciones durante el curso, sobre todo en las fechas próximas a Navidad. No cabe duda de que a lo largo de aproximadamente diez años que reseñan estas líneas, no hay ni un sólo curso que para principios del mes de diciembre, por una causa o por otra, los estudiantes no estén en la calle y en huelga. Y aunque bien es cierto que de estas anormalidades académicas siempre se derivaba el adelanto de las vacaciones, muy bien recibidas y no cabe duda que buscadas por los escolares, no menos real es que las reivindicaciones sostenidas en la mayoría de esos movimientos, tenían un origen bien en verdaderas necesidades universitarias (las menos), bien en defensa de ventajas académicas (las más). Además se pueden reseñar huelgas fuera de estas fechas donde el carácter festivo de los hechos queda reducido. Los estudiantes quieren aprobar En un intento de clasificar las huelgas, podemos decir que desde el curso 1900-1901 al de 1911-1912 hemos podido registrar un total de trece. Faltan en esa cifra las casi seguro existentes de 1902, 1903 y 1905 en el mes de diciembre de las que tenemos motivos para pensar que existieron aunque posiblemente los acontecimientos que en ellas ocurrieron no fueran noticiables, como ocurre con las del mismo mes en 1908, 1909 y 1910, pero délas que tenemos noticias a tavés de fuentes universitarias inexistentes para las primeras fechas. De esas trece huelgas reseñadas, solamente cinco tienen lugar fuera de las fechas tradicionales. Casi todas ellas presentan reivindicaciones concretas a que hacen referencia a problemas académicos. No existen en estos movimientos reivindicaciones sobre la calidad de enseñanza, sistema educativo y mucho menos sobre el conjunto de la sociedad en donde se enmarcaba tal sistema de enseñanza (no es en este nivel del movimiento estudiantil, sino en el que veremos más adelante, donde tales reivindicaciones salen a la luz). En casi todas ocasiones se persiguen facilidades a la hora de acceder al aprobado o al título. Así, la de noviembre-diciembre de 1901 pide la suspensión del examen de ingreso a la Universidad (sin el carácter que hoy tiene esta reivindicación). La de marzo de 1903 exige modificar el examen de licenciatura. En abril de 1905, el problema está en las incompatibilidades de asignaturas y en los plazos forzosos para aprobarlas. La de diciembre de 1906 exige la supresión del alemán como asignatura en Medicina. Existen huelgas cuyas causas están en verdaderas necesidades a resolver, como ocurre en 1904 y 1907. En estas dos ocasiones los estudiantes de Medicina piden subvenciones para que las clínicas cuenten con las camas necesarias para realizar prácticas. Las hay que pura y simplemente piden las vacaciones, como dice el Consejo Universitario en 1908, 1909 y 1910. ANDALAN 11